Traducido por Àlex Tarradellas y revisado por Antoni Jesús Aguiló
I
Un país con una superficie de sólo 28.000 kilómetros cuadrados y una población de cerca de un millón y medio de habitantes, esa es la República de Guinea Bissau, una de las diez naciones más pobres del mundo, que emergió del colonialismo con una tasa de analfabetismo de casi un 100% y una complejidad étnica y lingüística que dificulta cualquier proyecto de cohesión nacional.
Con una tasa de analfabetismo que actualmente se encuentra alrededor de un 60% y una red escolar en estado precario, es un país que no cuenta hasta hoy en día con ninguna librería y sólo dispone de una editorial privada, además de una fundación que, mantenida por cooperación sueca, edita libros didácticos. El idioma oficial del país, el portugués, no es una lengua corriente, ya que es hablado por menos del 10% de una población que está dividida en por lo menos 27 lenguas étnicas.
Si hay un idioma mayoritario, ese es el criollo (kriol), o lengua guineana, que es hablado por aquéllos que viven en la capital y en los centros urbanos, aunque a la vez conserven la lengua autóctona, de la propia etnia, como el principal vehículo de comunicación. Por eso, el criollo es visto con resentimiento por parte de aquéllos que no lo hablan, pues es utilizado por una sociedad cuyos miembros, generalmente cristianos, están más escolarizados, más occidentalizados y asimilados a los hábitos introducidos por el poder colonial. Y, al mismo tiempo, por aquéllos que siempre han estado vinculados a la estructura estatal y dominan los puestos clave del gobierno.
En un país así, ¿es posible encontrar literatura? Lo es, porque, de hecho, no hay pueblo sin literatura. Y literatura de buena calidad, como acaba de demostrar la profesora Moema Parente Augel, que posee un máster en Ciencias Humanas por la Universidad Federal de Bahía (UFBA) y un doctorado en Literaturas Africanas por la Facultad de Letras de la Universidad Federal de Río de Janeiro (UFRJ), en O Desafio do Escombro: Nação, Identidade e Pós-Colonialismo na Literatura da Guiné-Bissau [El desafío del escombro: nación, identidad y poscolonialismo en la literatura de Guinea Bissau] (Río de Janeiro, Editorial Garamond, 2007).
Además, dice la profesora, la literatura que se hace hoy en Guinea Bissau «constituye, sin duda, uno de los pocos vehículos y, por eso, resulta indispensable para la demarcación, incluso de los contornos emocionales, del territorio de esa comunidad de pensamiento y de afectos, para el balizamiento de los márgenes de representación manifestados en función de la construcción de la nacionalidad». Lo que explica el subtítulo y apunta hacia la tesis que afirma que la literatura que se hace hoy en Guinea Bissau constituye «una contribución esencial para la construcción de la nación guineana, y eso a través de su narración».
II
Para hacer su trabajo, la profesora Moema trató de analizar e intentar entender la trayectoria de la literatura guineana a partir de la lectura de las obras de sus escritores más representativos, detectando el papel que asumen en la definición o redefinición de la nacionalidad. A partir del concepto de Estudios Culturales, disciplina que se inició en la Universidad de Birmingham en 1964 y trata de combinar el estudio de las formas y los significados simbólicos con el estudio del poder, según la definición de António Sousa Ribeiro en «Estudos culturais: a globalização da teoria cultural» [«Estudios culturales: la globalización de la teoría cultural»] (In: Eduardo Coutinho, org. Fronteiras imaginadas: cultura nacional/teoria internacional. Río de Janeiro: Programa de Posgrado en Ciencia de la Literatura de la UFRJ, 2001, p.256).
Al haber vivido desde 1992 hasta 1998 en Guinea Bissau y al ser autora de una vasta obra sobre literaturas africanas de expresión portuguesa, Moema tiene una visión de conjunto de la literatura practicada en Guinea Bissau en las tres últimas décadas, marcadas por la independencia tras al yugo colonial: se trata de una literatura escrita por guineanos, autónoma, sin grandes influencias extranjeras, donde la sensibilidad ante los mufanesa (las desgracias, la mala suerte) y la sabura (los placeres, las delicias) de la vida asume muchas facetas, indica, mientras añade que el «color local» de esa literatura no tiene nada de exótico. Antes, exige la necesidad de una «traducción», no por cuestiones lingüísticas, sino, sobre todo, por las idiosincrasias culturales, omnipresentes en el texto literario.
Al realizar la lectura de poetas como Tony Tcheka (1953), Odete Semedo (1959) y Pascoal d’Artagnan Aurigemma (1938-1991) y prosistas como Abdulai Sila (1958), Filinto de Barros (1942) y Carlos Lopes (1960), entre otros, Moema busca trazar toda la trayectoria de la narración de la nación, «a partir de la escenificación de un mito fundador, omnipresente en la literatura de combate, con manifestaciones de dolor, de repudio al colonialismo y de nostalgia de un tiempo anterior, de la vida no corrompida, ilesa ante la civilización occidental».
Esa preocupación está latente, dice la crítica, principalmente en Kikia Matcho (1997), novela de Filinto de Barros, que revisa el pasado reciente, a partir del enfoque de los subalternos, en otras palabras, de aquellos que perdieron, los marginados, que no tienen voz ni derechos, los excluidos, que no son sólo los que vemos sin rumbo por las calles, sino también aquellos que lloran sus penas en casa, lejos de los otros.
III
Sin embargo, para comprender un poco la desilusión que recorre esa novela, es necesario que el lector conozca un poco la historia reciente de Guinea Bissau, un país que emergió después de once años de lucha contra el poder colonialista que, si bien no podía rivalizar con las potencias europeas de la época, al menos disponía de la fuerza suficiente para ofrecer resistencia a quien aún tenía menos recursos. Para llegar a eso, el Partido Africano para la Independencia de Guinea y Cabo Verde (PAIGC), fundado en 1956, en torno de la figura carismática del ingeniero agrónomo Amílcar Cabral, reunió a algunos idealistas que consiguieron unificar poblaciones heterogéneas y desiguales, hasta llevarlas a la victoria contra las fuerzas del régimen fascista portugués, en 1973.
No obstante, después, sin un enemigo común, con la ascensión de los antiguos líderes guerrilleros al poder, ocurrió lo que se puede llamar un «que Dios nos ayude», en que cada uno trató de delimitar su zona de influencia y de beneficios particulares de su grupo. En la Guinea Bissau de hoy en día, transcurridos 35 años desde la revolución que liberó el país del régimen fascista portugués, sólo los antiguos «comandantes» continúan vanagloriándose de los hechos pasados y se aprovechan de esa aura en beneficio propio, utilizando como pretexto la participación en la lucha por la liberación para legitimar sus actos y conservar el poder. Porque los demás veteranos ya han descubierto, al igual que la población, que sólo fueron usados para conservar los intereses de grupos bien restrictos, ya que el país continúa tan pobre -o más- que durante los tiempos del colonialismo. Lo que es una tragedia.
Tres décadas y media después, basta ver el número de presidentes que ha tenido el país para constatar el bajo índice de democracia en el que se vive, con elecciones siempre polémicas y sospechosas. Después de la presidencia de Luís Cabral, que sustituyó a su hermano Amílcar Cabral, asesinado en 1973 cuando estaba al frente del PAIGC, ocho meses antes de la independencia, vino João Bernardo Nino Vieira, que llegó al poder en 1980 por medio de un golpe de estado y permaneció hasta 1999, cuando fue depuesto tras una guerra civil que incluso incluyó la presencia de tropas de Senegal y de la República de Guinea, en menor número, que atendieron el llamamiento de Nino Vieira. Para sucederlo, hubo una junta militar, cuyo jefe, el general Ansumane Mané, fue asesinado en noviembre de 2000, cuando ya no estaba en el poder.
En febrero de 2000, con la elección de Kumba Yalá, del Partido de la Renovación Social, se vislumbró que el país podría trazar un camino de recuperación y reencuentro con sus raíces, pero de inmediato la población encontró motivos para nuevas frustraciones, que culminaron con la deposición del presidente en 2003. Tras un gobierno de transición, marcado por el asesinato del jefe de estado mayor de las fuerzas armadas, el general Veríssimo Seabra, hubo las elecciones de 2005, que señalaron el retorno de Nino Vieira al poder.
IV
Ese desencanto de descubrir que, después de tanto tiempo, ya no se pueden atribuir todos los males del país a los «tugas» -los portugueses corruptos, los colonialistas- es lo que recorre la novela de Filinto de Barros. Él mismo fue un participante de las luchas de liberación y un miembro importante del PAIGC y, más tarde, alto prócer del gobierno. Fue secretario de Estado de la presidencia, embajador de Portugal (1978-1981) y ministro de Información y Cultura, de Justicia, de Recursos Naturales e Industria y de Finanzas. Sin embargo, ambientada en las décadas de 1970 y 1980, Kikia Matcho ofrece una visión de los desposeídos y se centra en torno a la muerte de un «combatiente de la libertad de la patria», N’Dingui, que terminó sus días en un barrio degradado de Bissau, relegado al abandono tanto por parte de los familiares como de las instituciones públicas.
La trama de la novela está tejida de varias decepciones: además de la de N’Dingui, que muere sin ver realizada la promesa realizada a los antiguos combatientes de mejor pensión, existe la frustración de sus amigos y camaradas de lucha en la selva que, sin honores, sin trabajo, sin ningún reconocimiento por lo que hicieron por la patria, son la imagen de la decadencia y la desolación: viven en la periferia, recordando los tiempos de la lucha de liberación, entregados a la bebida. Como dice la autora, la obra de Filinto de Barros es «una novela de revisión, de balance general de una época, balance hecho por un personaje histórico -el autor-narrador- que quizás haya escogido ese medio para un ajuste de cuentas con la propia Historia que él ayudó a construir».
V
Dentro del corpus que Moema Parente Augel ha reunido, también ocupa un espacio importante la obra de Abdulai Sila, ingeniero electrónico formado en la Universidad de Dresden y el primer novelista guineano, que hasta ahora ha publicado tres novelas en el espacio de cuatro años (1994, 1995 y 1997). En los tres, como dice la crítica, el denominador común también es la decepción por el fracaso de la política después de la descolonización y la denuncia de los responsables por el fracaso.
En A última tragedia (1995), Sila retrocede hasta los tiempos coloniales, buscando en esa época el origen y las causas de los males actuales, contando la historia de Ndani que, después de trabajar como ama de casa para una pareja de portugueses, se convirtió en la sexta esposa del régulo de Quinhamel. «También aquí», dice Moema, «Abdulai Sila va al encuentro del discurso hegemónico de la época que insistía en pintar a los «nativos» como ignorantes, ingenuos e incapaces, justificación para el paternalismo y la expoliación».
En Eterna paixão (1994), primera novela de Guinea Bissau, Sila ya deja explícito ese desencanto con los escombros a que está reducido su país, pero sin dejarse llevar por el conformismo o por la apatía. Por fin, en Mistida (1997), el autor, como dice la investigadora, emprende una relectura del proceso de formación de la nación guineana al mismo tiempo que busca establecer nuevos contornos de la identidad nacional. Y hace una literatura de denuncia en la medida en que pone al desnudo la corrupción de la clase dirigente, al mismo tiempo que da voz a los excluidos, a aquellos que no llegaron allí y se sintieron despreciados y traicionados.
VI
En la última parte de su libro, la profesora Moema hace el análisis de No fundo do canto, de la poetisa Odette Semedo (1959), licenciada en Lenguas y Literaturas Modernas por la Facultad de Ciencias Sociales y Humanas de la Universidad de Lisboa. A la vez, es investigadora, en la capital guineana, del Instituto Nacional de Estudios e Investigaciones para las áreas de Educación y Formación. Hoy en día es la única mujer escritora de Guinea Bissau. En ese libro, Odette reelabora igualmente el fenómeno de la guerra civil y sus efectos morales, recuperando el drama que asaltó a la sociedad guineana a finales del siglo XX.
Para Moema, todos esos autores -a los que también se debe añadir los nombres del novelista Carlos Lopes y los poetas Tony Tcheka, Huco Monteiro (1961), Respício Nuno (1959) y otros-, cada uno a su modo, tratan de buscar una interpretación del momento histórico actual, pero principalmente buscan hacer la denuncia de la derrota de la utopía salvacionista preconizada por los «dueños» del poder, en una época en la que imaginaban que la salida para las sociedades en construcción podría estar en Europa del Este.
De aquí proviene el título de este libro: O Desafio do Escombro [El desafío del escombro] cuenta la lucha de aquellos que buscan salir de las ruinas políticas y de los escombros en que el reciente conflicto bélico ha transformado Guinea Bissau. Metafóricamente, estos tiempos actuales son también los escombros -y no sólo de Guinea Bissau- en que las utopías ya no sirven para nada y la supervivencia es un vale todo, sálvese quien pueda.
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O DESAFIO DO ESCOMBRO: NAÇÃO, IDENTIDADES E PÓS-COLONIALISMO NA LITERATURA DA GUINÉ-BISSAU, de Moema Parente Augel. Rio de Janeiro: Editora Garamond/Fundação Biblioteca Nacional do Rio de Janeiro, 421, 2007. E-mail: [email protected]
ODETE SEMEDO
EN QUÉ LENGUA ESCRIBIR NA KAL LINGU KE N NA SKRIBI NEL (español) (kriol) ¿En qué lengua escribir Na kal lingu ke n na skribi las declaraciones de amor? Ña diklarasons di amor? ¿En qué lengua cantar Na kal lingu ke n na kanta las historias que oí contar? Storias ke n contado? ¿En qué lengua escribir Na kal lingu ke n na skribi para contar las hazañas de las mujeres Pa n konta fasañas di mindjeris y de los hombres de mi tierra? Ku omis di ña tchon? ¿Cómo hablar de los viejos Kuma ke n na papia di no omis garandi de los pasados y las cantigas? Di no passadas ku no kantigas? ¿Hablaré en criollo? Pa n kontal na kriol? ¡Hablaré en criollo! Na kriol ke n na kontal! ¿Pero qué señales dejar O n na tem ku papia a los nietos de este siglo? Na e lingu lusu O tendré que hablar Ami ku ka sibi en esta lengua lusa Nin n ka tem kin ku na oioin y yo sin arte ni musa Ma si i bin sedu sin pero así tendré palabras para dejar N na ten palabra di pasa a los herederos de nuestro siglo Erderos di no djorson en criollo gritaré Ma kil ke n ten pa konta mi mensaje N na girtal na kriol que de boca en boca Pa recadu pasa di boka pa boka hará su viaje Tok i tchiga si distino Dejaré el recado Ña recadu n na disal tambi en un pergamino na um fodja en esta lengua lusa Na e lingu di djinti que mal entiendo Pa no netus ku no erderos bin sibi y a lo largo de los siglos Kin ke no sedu ba en el camino de la vida Anos… mindjeris ku omis d’e tchon los nietos y herederos Ke firmanta no storia sabrán quién fuimos Fuente : www.didinho.org |
Fuente: http://www.tlaxcala.es/pp.asp?reference=6259&lg=po
Artículo original publicado el 5/11/2008
Adelto Gonçalves es autor asociado de Tlaxcala , la red de traductores por la diversidad lingüística. Àlex Tarradellas y Antoni Jesús Aguiló son miembros de Rebelión y Tlaxcala . Esta traducción se puede reproducir libremente a condición de respetar su integridad y mencionar al autor, al traductor, al revisor y la fuente.