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Lo peor que les puede pasar

Fuentes: Rebelión

Introducción El siguiente trabajo es resultado de la lectura del ensayo de nuestro amigo Aurelio Alonso. En sus comentarios Aurelio básicamente enfatiza lo que pudiera suceder debido a las medidas tomadas por el gobierno norteamericano contra Cuba. Acertadamente, Aurelio señala que la irracionalidad presidencial norteamericana puede provocarle a cualquiera mareo (y, hasta migraña). En este […]

Introducción

El siguiente trabajo es resultado de la lectura del ensayo de nuestro amigo Aurelio Alonso. En sus comentarios Aurelio básicamente enfatiza lo que pudiera suceder debido a las medidas tomadas por el gobierno norteamericano contra Cuba. Acertadamente, Aurelio señala que la irracionalidad presidencial norteamericana puede provocarle a cualquiera mareo (y, hasta migraña).

En este trabajo anotaremos lo que le puede suceder a los Estados Unidos con las ‘políticas» que ha estado siguiendo. Deseo, proveer un marco general de referencia o contexto. Es necesario analizar parte de las implicaciones sistémicas de la «irracionalidad» que está en el poder en Washington, DC. El trabajo no promueve optimismo, aunque si señala que el sistema político y económico norteamericano confronta serios problemas estructurales (sin contar los movimientos sociales y políticos opuestos a la presente coyuntura) que bien pudieran limitar a largo plazo su capacidad de acción.

Primer Problema: Déficit Federal

Estados Unidos tiene la mayor economía del mundo, su Producto Nacional Bruto es de un poco más de $13 trillones de dólares (13 millones de millones). Esto es una cifra astronómica. Sin embargo, ese enorme poder económico adquiere otra dimensión cuando encontramos que el total acumulado de las deudas federal y estatales de EU es de $7.2 trillones.

Desde Septiembre del 2003 la deuda norteamericana crece $1.7 billones (casi dos mil millones de dólares) por día. Esto significa que las deudas generadas por el gobierno federal y por los gobiernos estatales representan $24,619.86 per capita. (El GDP per cápita es de $37,800. Por lo tanto, la deuda federal acumulada ya representa el 65% del promedio de ingreso nacional).

El presupuesto federal del 2005-2006 será de $2.4 trillones de dólares. Los impuestos generados a nivel federal sólo cubren el 78.3% de los gastos del gobierno de George W Bush. Mientras tanto, $521 billones de dólares se sumarán a la ya sideral deuda, aumentando la misma hasta llegar a $3 trillones.

En el presente año el presupuesto del Pentágono aumentó 7%, contribuyendo a casi $700 billones del presupuesto federal (la suma del presupuesto de guerra, costo por pago de retiro de los militares y servicio médico al sector). El gobierno de los Estados Unidos gasta más recursos que los restantes 21 países con mayores presupuestos militares. Esto no es sorprendente ya que el gobierno de Washington posee 740 bases militares en todo el globo.

Es usual prestarle atención, como bien se merece, y criticar, las enormes cantidades de recursos que benefician al complejo militar industrial – como le llamó el presidente norteamericano Dwight Eisenhower en su último discurso antes de dejar la Casa Blanca.

Sin embargo, hay dos fenómenos que usualmente no se analizan.

Generalmente se asume que la carrera armamentista tiene el fin de mantener al gobierno de los Estados Unidos como la potencia militar y hegemónica sobre el resto de la humanidad. Efectivamente, es así. Sin embargo, no se entiende lo suficiente que los presupuestos militares norteamericanos tienen la fundamental y prioritaria misión de apropiarse y socializar los ingresos de la población norteamericana y distribuirlos mediante el presupuesto federal a las enormes, poderosas y monopolísticas corporaciones dedicadas a la unilateral carrera armamentista.

Este proceso de redistribución del ingreso de la población norteamericana se esconde bajo los argumentos de la necesidad de luchar contra el peligro externo (que cambia con el tiempo), el énfasis en el patriotismo, y la necesidad de hacer contrataciones sin que exista la mas mínima competencia –ya que en casos de seguridad militar y de secretos no se pueden seguir «las leyes del mercado.» De ahí que tengamos en EU un capitalismo de estado donde el gobierno federal (o mas explícitamente el Pentágono) recibe tanto capital como desee. Ese capital federalizado se transfiere por el estado a las propias corporaciones que influyen y controlan al ejecutivo y el congreso. Esta es una relación con el sistema industrial militar, que refleja su papel dentro del nuevo capitalismo norteamericano. Resulta extraordinario que el Pentágono no tenga que responder qué hace con ese capital.

Segundo Problema: Corrupción del complejo industrial-militar y del Pentágono.

En el 2005, el presupuesto del Pentágono será de un poco mas de $500 billones de dólares (sin contar costo de retiro y gasto médico de los retirados). No existe una empresa capitalista en el mundo que tenga esa escala de capital. La corporación más grande del mundo, Exxon Mobil, tiene un valor de $200 billones.

El Departamento de Defensa de los Estados Unidos tiene un monto de inversiones ascendente a $1 trillón en todo el mundo. Es tal la masividad del capital controlado por los militares norteamericanos, que solo su poder de compra a discreción constituye más del 50% de lo que el gobierno federal gasta. Cada mes el pentágono expide 3.4 millones de cheques como pago de salarios, sin contar los contratos a empresas en todo el mundo. Ninguna empresa en una economía planificada ha tenido que procesar tanto capital.

La oficina del General Accounting Office del gobierno federal de los Estados Unidos en un informe en Febrero de 1997 reportó que,

«The Department [of Defense] does not yet have adequate financial management processes in place to produce the information it needs to ensure adequate accountability and to support its decision-making process. No military service or other major DoD component has been able to withstand the scrutiny of an independent financial statement audit. This situation is one of the worst in government and is the product of years of neglect.» [1]

«El Departamento [de Defensa] no dispone todavía de mecanismos efectivos de administración financiera para producir la información necesaria con el fin de garantizar un adecuado control contable y respaldar el proceso de toma de decisiones. Ningún servicio militar o parte integrante del Departamento de Defensa ha estado en capacidad de someterse al escrutinio de de una auditoría financiera independiente. Esta es una de las peores situaciones en el gobierno y es el resultado de muchos años de abandono.»

El llamado Departamento de Defensa nunca ha pasado una auditoria externa, y según un estudio independiente es una institución que se puede describir como «incapaz de rendir cuentas, ineficiente y sin control » («unaccountable, inefficient, out of control»). Los militares norteamericanos no poseen los medios de acumular información de costos actuales que expliquen cómo manejan sus recursos. Además, tampoco pueden responder adónde han ido a parar billones de dólares. [2]

Durante el año fiscal 2000, el Inspector General del Departamento de Defensa reveló que el Pentágono no podía explicar la desaparición de $1.1 trillones de dólares. «[3] Durante las reuniones del Congreso para la confirmación de Donald Rumsfeld como Secretario de Defensa en enero del 2001, el senador Robert Byrd declaró que los propios auditores del Departamento de Defensa reconocían que no podían responder sobre el destino dado a más de $2.3 trillones de dólares.

Las principales corporaciones privadas del complejo militar-industrial sistemáticamente falsifican, roban e inventan costos a fin de cobrarle al Pentágono cantidades altísimas y hasta extravagantes.[4]

Tercer Problema: Treasury Bills y Dependencia Extranjera.

Junto a la creciente deuda pública nacional, la corrupción e ineficiencia del complejo militar-industrial, los norteamericanos confrontan una deuda privada que ya llega a los $22 trillones de dólares. Los gastos de los consumidores contribuyen al 70% del Producto Nacional Bruto; pero el 19% del ingreso norteamericano se va en el pago de deudas como consumidor. El 18% del valor de las propiedades de los norteamericanos también está endeudado. Hoy en día el consumidor norteamericano promedio puede tener un determinado nivel de vida no por lo que gana, si no por lo que debe. En otras palabras, su alto grado de endeudamiento personal es parte del «American way.» Un analista de la CNN reportaba que «la deuda de consumidor y de hipotecas tienen la proporción más alta de ingreso disponible que en ningún otro momento.»[5]

El norteamericano promedio vive de préstamos y créditos. Y el gobierno federal también.

El crónico y creciente déficit en la balanza de pagos ha convertido a los Estados Unidos en el país más endeudado en el mundo. No hay otra nación que tenga la deuda pública y privada de los norteamericanos.

La proporción de deuda pública norteamericana en manos de intereses extranjeros era de 15% a mediados de los 70.[6] Ya en 2003, llegaba al 37%. En el 2004, según el US Federal Reserve, el 42% de la deuda pública federal lo controlan intereses extranjeros.

Los dólares que salen para comprar productos de Japón, China y otros países de Asia, regresan a Norteamérica, ya que esos países no desean aumentar el valor de sus respectivas monedas (yen Japonés o yuan Chino); de lo contrario, el valor de sus exportaciones costaría mucho más y se reducirían en volumen y competitividad.

Entre el 2001-2003, el capital extranjero ha financiado el 80% del incremento de la deuda pública de Estados Unidos. Al mismo tiempo, su posición en cuentas corrientes y en inversión neta a nivel internacional ha disminuido.

El dólar proveniente de Asia vuelve a Estados Unidos para comprar empresas, invertir en las finanzas y otros mercados, para adquirir «Treasury bills» y bonos que el gobierno federal imprime a fin de sufragar sus propias necesidades de capital. Ya en el 2000 la República Popular China gastaba la misma cantidad en su presupuesto militar que en la compra de los llamados «T-Bills.»[7] [En los últimos años, la balanza de pagos anual de Estados Unidos ha sido desfavorable con Japón ($80 billones) y China ($86 billones)].

En estos momentos la República Popular China (RPCh) es el segundo gran comprador extranjero de la deuda federal, solo excedido por Japón. Los japoneses poseen 33% de la deuda pública norteamericana, y un 40% del incremento correspondiente a los años 2000-2003. La RPCh posee un 18% de esa deuda y el 28% del incremento entre el 2000-2003. Las compras de bonos federales por parte de la RPCh aumentaron un 20% en el 2000 y el incremento fue más del 100% entre el 2001-2003.

Aproximadamente $500 billones de dólares extranjeros entran anualmente en la economía de Estados Unidos para comprar bonos y activos federales. Esos recursos son utilizados para pagar intereses de deudas previas. Lo que se recibe por un lado, se transfiere por el otro. Y como bien señala Henry C K Liu director de la firma Liu Investment Group un bono federal le permite a su dueño demandar del Federal Reserve Bank de los Estados Unidos un pago en dólares y el gobierno norteamericano puede imprimir tales pagos si fuera necesario.[8] El interés que se paga sobre ese instrumento también puede ser impreso y, por lo tanto, el gobierno norteamericano tiene – hipotéticamente – fondos ilimitados. Esa opción, por supuesto, es inflacionaria y funciona siempre que se acepte el dólar norteamericano.

A Modo de Conclusión

El gobierno de los Estados Unidos, bajo la presidencia de George W. Bush, constituye un serio peligro para la humanidad. Los ideólogos, los políticos y los intereses que dominan las decisiones de esta administración no descartan la hipotética opción de destruir a la revolución cubana. Se consideran dueños de un poderío aplastante y que cualquier rebeldía contra ellos es fútil. Pero resulta que ese poder no es autosuficiente y ni siquiera autónomo. Es estructuralmente débil y más dependiente del resto del mundo de lo que parece.

Algunos de los problemas que he apuntado inciden en esta situación estructural: 1) la deuda federal es incosteable, 2) la dependencia del gobierno federal de financiamiento externo tiene numerosos limitantes, 3) la balanza de pagos negativa aumenta esa dependencia, 4) el norteamericano promedio tiene una deuda financiera impuesta sobre él por políticas militaristas; además de un progresivo incremento en la deuda personal y de tarjetas de crédito que han producido una burbuja cada vez mas peligrosa, 5) el gobierno, así como el consumidor norteamericanos, dependen de terceros para continuar su política militar y el nivel de vida norteamericano, 6) la economía de la RPCh se industrializa, crece con rapidez y contribuye a sostener el sistema capitalista mundial por decisión política.

La historia de los próximos años no podrá desarrollarse al margen de estas profundas tensiones que atraviesan el sistema norteamericano. Y puede ser peor para los Estados Unidos de lo que algunos imaginan. Es bueno no perder de vista estos problemas si queremos que esa historia no nos sorprenda.






[1] United States, General Accounting Office, High Risk Series, February 1997, Defense Financial Management, GAO/HR-97-3, Overview, p.1.

[2] Ibid, p. 3.

[3] 06/28/03-National Public Radio Morning Edition, Kucinich interviewed by Bob Edwards.

[4] 06/15/04- UPI – «Audit shows Halliburton squandered in Iraq» Una sola corporación, Halliburton a malversado cerca de $8 billones de dólares entre el 2001-2004.

[5] CNN, Octubre 3, 2003: 10:32 AM EDT – Justin Lahart, CNN/Money Senior Writer.

[6] «Major Foreign Holders of Treasury Securities,» [http://www.ustreas.gov/tic/mfh.txt] y «The Budget and Economic Outlook: Fiscal Years 2004-2015;» Table F-2, and «Analytical Perspectives, Budget of the US Government, FY 2005,» Table 15-6.

[7] Los «treasury bills» son bonos a corto plazo, usualmente tienen una vida de seis meses y son vendidos por el United States Treasury. Técnicamente se les considera un «discounted security» – en el momento en que se le compra al gobierno de Estados Unidos se paga un precio por debajo del precio de su valor real. El gobierno paga el valor real del bono e interés cuando se redime. Invertir en este tipo de instrumento es considerado una «inversión sin riesgo.» Ver: http://www.investorwords.com/5197/US_Treasury_Bill.html

[8] Henry C K Liu, «Global Economy: Two Cents’ Worth, Crippling debt and bankrupt solutions,» Asia Times (Hong Kong), Septiembre 28, 2002.


Nelson P Valdés – profesor de Sociología, University of New Mexico. Profesor Visitante, Duke University.