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Es inaceptable que la salud pública deba plegarse a los intereses empresariales

Lo que el COVID-19 ha dejado al descubierto

Fuentes: Rebelión

Hoy, parar significa salvar vidas. Ante la inacción del gobierno vasco ha tenido que ser el gobierno español el que ha decretado la paralización de las actividades no esenciales. Nunca habíamos visto al Gobierno de Urkullu confrontar con el del Estado español de esta manera, para una vez que lo hace es para defender lo indefendible.Es verdad que la medida anunciada por el Gobierno de Sánchez llega tarde y es mejorable, pero es una buena noticia. Es necesaria porque hay un buen número de razones que la justifican.

La primera de ellas, no contribuir a que el virus siga extendiéndose. Segunda, impedir la saturación de Osakidetza y Osasunbidea. Tercero, centrar todos los esfuerzos y recursos en sectores esenciales, estratégicos para garantizar nuestras vidas; sanidad, sector de cuidados, limpieza, alimentación…Trabajos realizados mayoritariamente por mujeres, con un valor social pendiente todavía de reconocimiento, con unas condiciones laborales precarias, con brecha salarial e invisibilidad.

Ante tanta evidencia, ¿por qué el Gobierno vasco con el lehendakari a la cabeza se obceca en anteponer unos intereses económicos concretos a la salud pública? Sencillamente, porque está cegado por el discurso de la patronal. Es inaceptable que la salud pública deba plegarse a los intereses empresariales. La actitud del Gobierno vasco, con la consejera Tapia y el Lehendakari Urkullu a la cabeza ha sido temeraria.

Hay que subrayar que los mayores focos de infección estás últimas semanas han sido los centros de trabajo abiertos. La plantilla de Mercedes exigió y logró la paralización de la actividad en la planta, hoy sabemos que hay 40 positivos y 300 personas en cuarentena entre la plantilla. ¿De qué número estaríamos hablando si hubiese seguido en marcha?
Muchas empresas saben que a día de hoy no pueden garantizar la protección y la salud de las plantillas.

Por eso, sigue siendo una irresponsabilidad situar el drama prioritario en la paralización de la actividad como hacían la consejera Tapia o el propio lehendakari, utilizando el término “coma económico”.

Nadie puede discutir hoy que esta crisis tendrá consecuencias, sería una ingenuidad negarlo. Dicho esto, la magnificación de esa irreversibilidad económica es más que cuestionable, porque obvia que en el resto de países existen también medidas de confinamiento. De hecho, ha sido la falta de demanda la que ha obligado a muchas empresas a suspender o reducir la actividad; la normalidad fuera de Euskal Herria no existe.

Recuperar lo antes posible la actividad económica es también la preocupación de ELA. Hablamos de empleo, y tras una pandemia que nos va dejar muchas lecciones, deberemos abordar la cada vez mas necesaria transición productiva, social y ecológica.

Pero entre tanto, es prioritario evitar el “coma sanitario” (hoy ya una realidad), por delante de un hipotético “coma económico”.

Priorizar sectores esenciales 

La seguridad, la protección y el refuerzo de los sectores esenciales (sanidad, dependencia, limpiezas, alimentación…) deben ocupar toda la atención, esfuerzos y recursos. 

Esas trabajadoras y trabajadores que están cara a cara frente al virus nos están mandando mensajes de la gravedad y la urgencia de su situación. Muchas residencias están colapsadas y se atiende a los usuarios con bolsas de basura como protección; en el servicio de ayuda a domicilio, en muchos casos las trabajadoras van desprotegidas y se están recortando servicios.También en sectores de alimentación con un aumento de cargas de trabajo, estrés y falta de seguridad.

En sanidad ¿alguien no es consciente ya de la situación crítica? Desde el personal médico y enfermería al personal subcontratado de limpieza o las ambulancias… Están al límite.

ELA está actuando ante las situaciones más graves, pero en muchas casos en absoluta soledad: no existe una respuesta de las administraciones. Es urgente intervenir.

Algunas lecciones de esta crisis:

1) Una situación tan extrema hace más visible el conflicto entre la vida y el capital.   

2) La necesidad de unos servicios públicos fuertes, con un sistema de protección social con más capacidad de respuesta. Una sanidad pública de calidad es la mejor garantía de vida. Años de recortes han infradotado nuestra sanidad (casi el 40% de la plantilla de Osakidetza es eventual). Lo que estamos viviendo nos debería llevar a cambiar de manera inmediata la política fiscal que nos deja a la cola de la Unión Europea. 

3) La importancia de los cuidados. Aunque la producción se pare, los cuidados nunca paran, ni en las casas ni el empleo como comprobamos en la situación critica de las residencias (las trabajadoras de Gipuzkoa han suspendido una huelga de más de 250 días demandando mejoras en el sector).

4) Las trágicas consecuencias de años de políticas neoliberales, lo que ha reforzado nuestras reivindicaciones.

El próximo capítulo será como se resuelve la factura de esta pandemia: querrán aplicarnos el manual de la crisis anterior, aquel que rescató bancos y aumentó la desigualdad. Será tiempo de no olvidar todo lo que estamos aprendiendo, de no olvidar qué es lo esencial. 

Mitxel Lakuntza, Secretario general del sindicato ELA