En geopolítica, es raro que los acontecimientos sean lo que parecen ser. Esto es especialmente cierto cuando observamos de cerca la extraña «guerra» lanzada por Trump esta primavera bajo el expediente de una guerra comercial «para compensar el enorme déficit anual de la balanza comercial de Estados Unidos, el más extremo de los cuales es […]
En geopolítica, es raro que los acontecimientos sean lo que parecen ser. Esto es especialmente cierto cuando observamos de cerca la extraña «guerra» lanzada por Trump esta primavera bajo el expediente de una guerra comercial «para compensar el enorme déficit anual de la balanza comercial de Estados Unidos, el más extremo de los cuales es el de China». El verdadero motor de los ataques de guerra arancelaria de Washington, contra China, solo se comprende cuando lo miramos a través del prisma del más reciente informe de la Administración sobre la base industrial de la defensa.
Así lo entiende Frederick William Engdahl, consultor de riesgos estratégicos y profesor estadounidense radicado en Alemania. Resultante del trabajo de un grupo especial encargado de ello hace un año por una poco divulgada Orden Ejecutiva del Presidente de Estados Unidos, el informe es un análisis detallado sobre la suficiencia o ineptitud de la cadena de suministros industriales que alimentan los elementos vitales de las Fuerzas Armadas de EEUU.
La versión desclasificada del informe cita 300 vulnerabilidades o vacíos en la base industrial militar de la nación. Revela con gran detalle que la economía nacional ya no puede aportar los elementos esenciales básicos de la defensa nacional como consecuencia de la globalización y la externalización industrial. Detalla la dramática escasez de obreros cualificados en áreas como el mecanizado, la soldadura y la ingeniería. Se importan maquinarias-herramientas vitales, la mayoría de Alemania, país con el que Washington no tiene las mejores relaciones en la actualidad. Muchos pequeños proveedores de los principales subcomponentes son especializados de una sola fuente, muchos de los cuales se encuentran al borde de la insolvencia debido a las incertidumbres presupuestarias de EEUU en años recientes.
La industria de defensa depende de China para prácticamente todos sus metales de tierras raras, como se conoce al conjunto de metales escasos en la naturaleza que son vitales para distintas aplicaciones tecnológicas de la industria militar. Desde la década de 1980, la minería doméstica de metales en Estados Unidos ha colapsado virtualmente por razones económicas, ya que los proveedores se desplazaron a China en busca de fuentes más baratas. Hoy, el 81% de los metales de tierras raras que necesitan los equipos militares, superconductores, teléfonos inteligentes y otras aplicaciones de alta tecnología provienen de China.
El informe dice que en muchos casos, el productor único de materiales críticos que queda está a punto de cerrar su fábrica en EEUU e importar materiales de menor costo del mismo productor extranjero que les obligó a abandonar la producción nacional.
Destaca los alarmantes cuellos de botella potenciales por la dependencia en una sola fuente para los ejes de las hélices de los buques de la armada, las torres de cañones para los tanques, el combustible para los cohetes y los detectores infrarrojos basados en el espacio para la defensa de misiles, entre otros.
El informe es la más completa mirada crítica acerca de la base industrial militar que se ha hecho desde los años iniciales de la Guerra Fría, en los años cincuenta. Culpa a las compañías de armamento de EEUU por depender de componentes vitales subcontratados en China, la mayor amenaza estratégica que tiene Estados Unidos.
Hoy Asia produce el 90% de las placas de circuitos impresos del mundo y la mitad se hacen en China. Más allá de depender casi totalmente de proveedores chinos de metales de tierras raras, el Departamento de Defensa contrata la adquisición de armas con los mayores consorcios que, a su vez, subcontratan en su cadena de suministro a las más eficientes, que a menudo son las de China.
Se afirma que la industria de defensa de EE.UU. depende de productores chinos para el 100 % de sus materiales de tierras raras. Un informe de la Oficina de Rendición de Cuentas del Gobierno en 2016 calificó la cuestión de fundamental para la seguridad nacional.
La principal conclusión del informe es que «China representa un riesgo significativo y creciente para el suministro de materiales considerados estratégicos y críticos para la seguridad nacional de Estados Unidos». Esto también explica por qué el enfoque de la actual guerra comercial de la Administración Trump contra China se concentra, de hecho, en presionar a China para que abandone su agenda Made in China 2025, cuyo objetivo es que China domine las tecnologías avanzadas en las próximas décadas.