El millonario Donald Trump, magnate estadounidense, cuya fortuna ocupa uno de los primeros lugares entre los más adinerados de Estados Unidos, anunció a bombo y platillo su resolución de unirse a la lista de doce republicanos que aspiran a la Casa Blanca en las elecciones presidenciales de 2016, un día después de que lo hiciera […]
El millonario Donald Trump, magnate estadounidense, cuya fortuna ocupa uno de los primeros lugares entre los más adinerados de Estados Unidos, anunció a bombo y platillo su resolución de unirse a la lista de doce republicanos que aspiran a la Casa Blanca en las elecciones presidenciales de 2016, un día después de que lo hiciera Jeb Bush. El muy «modesto» charlatán se anunció como alguien que puede «convertir a Estados Unidos en una potencia tan rica como su propio imperio».
Cada cuatro años por esta época, se repite el mismo panorama en Estados Unidos. Los dos partidos mayores, el Republicano y el Demócrata, comienzan una carrera loca para llegar a la Casa Blanca. En ese escenario, todos los medios son válidos -mendacidad incluida- en el contexto electoral norteamericano a los fines de restarle prestigio o credibilidad al contrincante. Pero este » Trump-etilla» ha comenzado el jolgorio, con los insultos xenofóbicos que lo han convertido en una viscosa excrecencia.
«El sueño americano está muerto, dijo. Pero si gano lo construiré de nuevo, más grande y mejor que nunca antes», afirmó en un discurso desde el Trump Tower, donde habita. Lo más indignante de su discurso -luego de alardear de su fortuna de 8 737 millones de dólares- fue cuando se refirió a México con palabras cargadas de una raigal xenofobia que no lo diferencian en nada de un fascista: «México no es nuestro amigo […] Cuando México nos envía a su gente no nos está enviando a los mejores. Están enviando gente que tiene muchos problemas y los están trayendo con ellos. Traen drogas, crimen, son violadores». Y afirma que México está ahogando económicamente a Estados Unidos.
Sueña con construir un gran muro en la frontera sur que lo tendría que pagar México, amenazó entre otras sandeces. Culpó a China y a México del desempleo en Estados Unidos. El payaso multimillonario afirmó que «nadie será más duro contra el Estado Islámico» como él, que reafirmará su relación con Israel y que protegerá el derecho de los estadounidenses a tener armas propias.
Con estos truenos… en un país en que se han asesinado solo este año a más de quinientos ciudadanos afronorteamericanos, se les golpea y maltrata diariamente y donde niños y jóvenes matan a sus propios compañeros y maestros solo por el placer de realizar lo que ven a diario reflejado en los medios de ese enfermo país. Y qué hablar de las guerras que se inventan, donde mandan a morir fundamentalmente a inmigrantes y pobres para satisfacer la demanda de dinero de los dueños de las industrias de la guerra.
El Nuevo Herald, libelo miamense que se caracteriza por su contenido reaccionario y muy anticubano, se refirió a Trump diciendo que el «productor del programa de televisión The Apprentice, acusó a dirigentes norteamericanos de estar controlados por intereses especiales y despotricó contra China y Japón por su desarrollo económico».
Con este discurso matizado de un odio visceral contra la inmigración demuestra su falta de inteligencia y su autosuficiencia en un momento en que el voto latino, para el que las políticas de inmigración son una prioridad, puede decidir elecciones en estados clave. Entre sus abundantes manifestaciones xenófobas, en febrero, cuando el director de cine Alejandro González Iñárritu subió a recoger dos premios Oscar por su película Birdman, la valoración de Trump fue: «Ha sido una gran noche para México, como es habitual en este país. Es todo ridículo». Poco después acusó al sistema judicial mexicano de corrupto y dijo en Twitter que no se deben hacer negocios con México y que ese país está «saqueando a Estados Unidos».
Más de doce millones de inmigrantes indocumentados son explotados en el campo, las maquiladoras, las empacadoras de carne, los restaurantes, la construcción y otros oficios en Estados Unidos.
Esa frontera a la cual él quiere se levante un gigantesco muro, habría que «correrla» muchos kilómetros más al norte porque en el siglo XIX, Estados Unidos se apoderó de buena parte del territorio mexicano. A medida que el capitalismo estadounidense se fue convirtiendo en un imperio mundial, incrementó más su dominación sobre México.
El secretario mexicano de Gobernación -quien no tiene pocos problemas en su país- hizo un espacio en su agenda y respondió a Trump: no solo calificó sus palabras de «prejuiciosas y absurdas», sino que recordó una verdad que late detrás de la grandeza de Estados Unidos: «Desconoce el señor Trump la aportación de todos los migrantes, de prácticamente todas las naciones del mundo, que han llegado a Estados Unidos para apoyar su desarrollo». «Son las y los mexicanos que están allá, por diferentes circunstancias, quienes ayudan, sin lugar a dudas, al desarrollo de Estados Unidos y a fortalecerlo como una gran potencia mundial». No caben dudas de que este Trump ha comenzado su carrera hacia la poltrona presidencial dejando tras de sí una fétida estela.
Fuente: http://www.cubadebate.cu/opinion/2015/06/19/lo-que-faltaba/#.VYQs7s7Fuu4