La muerte del presidente venezolano Hugo Chávez ha concitado profundas muestras de dolor en su pueblo, líderes de muchos países y de las más diversas posiciones ideológicas han expresado su conmoción por el desenlace fatal de su salud luego de un largo batallar contra la enfermedad. En América Latina todos han señalado admiración y respeto […]
La muerte del presidente venezolano Hugo Chávez ha concitado profundas muestras de dolor en su pueblo, líderes de muchos países y de las más diversas posiciones ideológicas han expresado su conmoción por el desenlace fatal de su salud luego de un largo batallar contra la enfermedad.
En América Latina todos han señalado admiración y respeto hacia el líder bolivariano. Alguien tan alejado de compartir sus ideas, como el presidente chileno Sebastián Piñera, expresó: «Sin duda que teníamos diferencias, pero siempre supe apreciar la fuerza y el compromiso con la que el presidente Chávez luchaba por sus ideas. Quiero decir que él fue un hombre profundamente comprometido con la integración de América Latina«.
La prensa que mintió sistemáticamente sobre él, su obra y su país, y que trató de convertir su salud en materia para la desestabilización de Venezuela, no ha tenido la decencia de detenerse ante su muerte para ofender su memoria, insultar sus políticas y sobre todo fomentar la división y confusión entre el pueblo venezolano y sus líderes.
¿Por qué?
Basta mirar catorce años atrás, cuando el 2 de febrero de 1999 tomó posesión como Presidente de Venezuela, para comprenderlo. Un pueblo desencantado con los políticos tradicionales, mil veces engañado, empobrecido en un país riquísimo, lo había elegido para cambiar su suerte. Chávez cambió el destino de millones de venezolanos, no con políticas «populistas», como gusta decir la prensa internacional, sino con transformaciones sociales profundas. Soluciones para el acceso de todos a servicios básicos como la salud, la educación, la alimentación y la vivienda, base de un «estado de bienestar» que ahora mismo es barrido en Europa, fueron implementadas por él en la tierra de Bolívar. Sus triunfos elección tras elección, derrotando la alianza de los medios de comunicación, la oligarquía nacional que lucraba con la riqueza petrolera -ahora al servicio de las mayorías- y el gobierno de Estados Unidos, prueban que empoderó a las bases sociales del proceso que encabezó más allá de las coyunturas. Será muy difícil arrebatar a los pobres de Venezuela lo que él les demostró que les pertenece.
Cuando llegó al poder, Estados Unidos seducía a los líderes latinoamericanos con el ALCA, un proyecto de anexión económica que él descarriló para siempre. En el orden internacional, el líder bolivariano convirtió a Venezuela en el motor de la integración latinoamericana, pospuesta durante siglos, junto a Fidel fundó la Alianza Bolivariana para los pueblos de Nuestra América (ALBA), fue decisivo en la creación de la Comunidad de Estados de Latinoamérica (CELAC) y de la UNASUR, además de refundar la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP). Su papel en la Cumbre de Copenhague sobre Cambio Climático fue decisivo para evitar la imposición desde el Norte de una rendición de los gobiernos del Tercer Mundo en este tema que sería catastrófica para el futuro de la humanidad.
Chávez dio voz a los pueblos en cuanto foro internacional intervino, como Fidel, convirtió en derechos para muchos en el mundo lo que quedaba en promesas siempre incumplidas, por eso es tan querido y, a la vez, tan odiado. Por eso el gobierno de Estados Unidos ha hecho lo indecible por derrocarlo, como demuestran los documentos recientemente revelados por Wikileaks.
«A medida que Venezuela inicia un nuevo capítulo de su historia, Estados Unidos permanece comprometido con políticas que promueven los principios democráticos, el imperio de la ley y el respeto por los derechos humanos», ha dicho el presidente estadounidense Barack Obama a propósito del fallecimiento del líder venezolano, ignorando que el «nuevo capítulo» lo inició Chávez cuando el 4 de febrero de 1992 insurreccionó contra las oligarquías que Washington impuso al frente de nuestros países. El jefe de los asesinatos con drones, el mantenedor del antidemocrático bloqueo a Cuba, el violador de leyes que mantuvo años en prisión sin juicio a Bradley Manning, debería saber que la historia no volverá atrás. En Latinoamérica, en gran medida gracias a lo que hizo Hugo Chávez, ya no importa tanto lo que en Washington se diga