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Debate parlamentario sobre el Plan Ibarretxe

Lo que pudo ser el discurso de Gaspar Llamazares

Fuentes: Rebelión

Lehendakari, Señoras y Señores diputados, me van a permitir que aunque formalmente me dirija a ustedes, entre otras cosas porque me es imposible no hacer referencia a los argumentos y también a las falacias que aquí se han expresado, en realidad me dirija directamente al pueblo vasco y al del conjunto del Estado español. Y […]

Lehendakari, Señoras y Señores diputados, me van a permitir que aunque formalmente me dirija a ustedes, entre otras cosas porque me es imposible no hacer referencia a los argumentos y también a las falacias que aquí se han expresado, en realidad me dirija directamente al pueblo vasco y al del conjunto del Estado español. Y lo quiero expresar así porque lo que se discute hoy no es un plan del Señor Ibarretxe, ni las peregrinas ideas de la más rancia derecha española personificada por el Señor Rajoy, ni tan siquiera los malabarismos del Señor Zapatero para hacer una política de derechas y aparentar que lo es de izquierdas. De todo ello nos veremos obligados a hablar para que no se pueda decir, refiriéndose a IU, que quien calla otorga.

Pero lo que hoy descansa en nuestras manos es algo mucho más importante que todo eso: es el futuro de todo un pueblo, el pueblo vasco, y en consecuencia nos afecta a todos. En muy pocas ocasiones se tiene la certeza tan clara de encontrarse ante una oportunidad excepcional para poner la primera piedra de la solución de un grave problema. No podemos dejar que esta posibilidad se arruine por el oportunismo de unos o por la cobardía de otros. No podemos permitirnos dejar escapar esta oportunidad de resolver un problema que tanto nos afecta a todos.

Porque quizá ese es el único punto de partida común; que el contencioso vasco ha afectado la convivencia en el conjunto del Estado español desde los últimos años de la sangrienta dictadura del General Franco, a cuyo derrocamiento tanto contribuyó la lucha de la clase obrera y de todo un pueblo, que dejó muchos muertos y heridos en las calles de Euskadi y encarcelados en las prisiones de la dictadura, para alcanzar la libertad.

Lo primero que nos vemos obligados a recordar al Lehendakari es que, sabiendo bien que esta democracia es muy imperfecta, aunque la aspiración republicana sigue pendiente, y aunque muchos luchaban, no por el régimen que tenemos hoy, sino por una sociedad socialista, aunque la Constitución de 1978 no recogió un derecho fundamental como es el de los pueblos a la autodeterminación, la caída de la dictadura franquista fue una conquista decisiva. Por muchas limitaciones que podamos encontrar, disponemos de un marco legal de libertades formales, de democracia burguesa, que nos permiten, entre otras cosas, discutir hoy aquí el plan que nos trae para reformar el Estatuto Vasco, y ese margen de libertad, piénselo bien, jamás lo hubiese alcanzado el pueblo vasco por sí solo, sino que se conquistó por la lucha conjunta de la clase obrera y de los pueblos del Estado español.

Si insisto en esto es porque me parece lo esencial, el fondo del problema. La posibilidad de que el pueblo vasco pueda modificar su estatuto, que pueda incluso ejercer el derecho de autodeterminación, no depende (¡menos mal!) del Señor Rajoy y sus diputados, ni de los del PSOE. Depende, por supuesto, en primer lugar, de las vascas y vascos, pero de poco serviría esa voluntad sin la comprensión y el apoyo del resto del Estado español.

Estamos condenados a luchar juntos. Y lo primero que ofrecemos aquí al pueblo trabajador vasco, desde las modestas fuerzas de IU, es una lucha común por una República federal, basada en el reconocimiento del derecho de autodeterminación, y por lo tanto que parta del carácter plurinacional, y que en lo social lleve adelante una transformación de las relaciones de propiedad, poniendo los recursos esenciales de la economía en el sector público. Este proyecto sin la participación de Euskadi se vería muy debilitado, pero para Euskadi, en solitario, es una utopía. Izquierda Unida compromete todas sus fuerzas en este proyecto, y además, si en ese proceso el pueblo vasco ejerce su autodeterminación optando por la independencia, nos comprometemos no sólo a aceptarlo, sino a defender el ejercicio de su derecho.

Pero que quede claro: pensamos que la opción de la independencia es un gravísimo error, y trataremos de convencer al mayor número de vascas y vascos de que es un camino que conduce a peores condiciones de vida para las familias obreras, a gastos burocráticos inútiles, y cultiva la insolidaridad entre los pueblos, que levanta fronteras cuando la tarea es derribarlas.

Lo que defiende la personalidad de un pueblo no son sus fronteras, sino su régimen social, su cultura. Nuestra tarea es unir a los pueblos, no separarlos. Por eso el PP es el menos indicado para, desde su ultranacionalismo español, criticar el nacionalismo del PNV. Por eso IU se opone al Tratado por una Constitución Europea, que quiere fortificar las fronteras frente a la inmigración, y tratar como apestados a los trabajadores inmigrantes.

¡Qué desvergüenza la del PP! Nos hablan de que el proyecto vasco de estatuto distingue entre el concepto de nacionalidad y el de ciudadanía, algo que a nosotros nos preocupa, pero lo dicen quienes no dan a los inmigrantes ningún derecho, quienes están dispuestos a construir campos de reclusión de inmigrantes en los países del norte de África. ¡Qué repugnante nacionalismo que defiende los sagrados derechos de los españoles pero trata como escoria a los ciudadanos del mundo empobrecido!. Así vemos en la derecha un nacionalismo de la peor especie, con un profundo carácter de clase pues se fomenta la xenofobia centrada en los pobres. Es impresionante, pero la Europa que ustedes, PP y PSOE pretenden construir (y en este punto el PNV coincide con sus señorías), hará que un sector decisivo de la población, que vive en Europa, que trabaja en Europa, no tenga derecho ni a votar en las elecciones. No ya ciudadanos de segunda, ni siquiera ciudadanos: carne de cañón del capitalismo voraz que ustedes defienden. Mano de obra barata de usar y tirar.

Precisamente porque IU defiende los derechos democráticos de toda la población, y los derechos sociales son nuestra razón de ser, no podemos respaldar en una votación de totalidad el proyecto de reforma del Estatuto Vasco que ha defendido Ibarretxe, que no contempla los derechos sociales. Eso no quiere decir que lo rechacemos en su totalidad, ni que compartamos las patrañas aquí vertidas, ni los argumentos vacíos. Ya sabemos que nuestros compañeros de Ezker Batua han votado a favor en el Parlamento Vasco, pero tenemos que decir que en primer lugar lo hacían para no ser los responsables de frenar su discusión, y debido al peaje que están pagando por participar en un gobierno nacionalista en el que nunca debieran haber entrado. Por otro lado, añadiré que debían haber condicionado su voto favorable, al menos, a la inclusión de una carta social, los derechos laborales, en el proyecto de estatuto.

En cualquier caso, no es verdad que el llamado «Plan Ibarretxe» sea un plan independentista: es un proyecto estatutario que incrementa las atribuciones del régimen autonómico vasco. Y compartimos de él su reivindicación fundamental: el ámbito de decisión; es decir, la exigencia del reconocimiento del derecho de autodeterminación. Y aunque sólo fuese por eso no podemos votar en contra, pero hablaremos de más razones. Ese derecho, dificílmente cabe en la Constitución Española, pero eso no es un motivo para negar el derecho, sino para variar la Constitución.

Esgrimir la Constitución contra un derecho democrático fundamental, como es el de autodeterminación, es convertirla en un parapeto de la reacción. Con la misma rabia reacciona la derecha cuando traemos aquí nuestra propuesta de convertir el Estado español en una República, para que realmente todos seamos iguales ante la ley. También cuando se nos dice que quienes trabajan aquí, y a veces mueren aquí en accidente laboral debido a sus penosas condiciones de trabajo, no tienen derecho a participar en las elecciones, lo que se hace es darnos más razones para superar esta Constitución. No podemos aceptar que la misma derecha que frenó las libertades democráticas venga hoy a parapetarse tras la Constitución para impedir el avance de los derechos democráticos.

Respecto al Estatuto de Autonomía de Gernika, el vigente hoy en la Comunidad Autónoma Vasca, debemos decir que ya no sirve como marco político. Y es debido no sólo a que el nacionalismo vasco haya defendido superarlo, sino principalmente a que el nacionalismo español, especialmente el PP pero también una parte del PSOE, ha decidido usarlo como arma arrojadiza contra el derecho de autodeterminación. Al arrojarlo contra el PNV y EA, lo han roto. Aunque ya estaba deteriorado pues los distintos gobiernos del Estado español, incluido el del Señor Felipe González, han estado siempre más preocupados por frenar las transferencias previstas en él que por garantizar su cumplimiento.

Han pasado 25 años, dejemos que los vascos decidan qué camino seguir tras esta experiencia. Sí, Señor Zapatero, dejemos que ellos decidan. Usted ha utilizado un argumento bonito: «Si vivimos juntos, decidimos juntos». Es elegante, pero no deja de ser un sofisma, aunque se agradece que no tenga la zafiedad del Señor Rajoy. Nos dice el jefe de filas del PP que la CAV no tiene competencias para decidir, que es como si un municipio le declara la guerra a otra nación. Aparte de lo esencial, y es que precisamente estamos abordando la discusión de qué competencias se atribuyen a la CAV, ya verá Usted cómo, si el País Vasco decide celebrar un referéndum, o más aún, decide autodeterminarse, tendrá que tomárselo muy en serio, así que más le valdría, que ya que dice estulticias, al menos se las tome en serio. Aquí nos estamos jugando mucho.

Pero volviendo al Presidente del Gobierno. Claro que vivimos juntos, y mientras se mantenga el acuerdo de vivir juntos, las cosas que nos afectan a todos deben ser discutidas entre todos, pero su sofisma es cándido por infantil. Aunque los niños a veces no lo entiendan, lo que se discute en un matrimonio es la posibilidad de seguir unidos o no, libremente. Y la convivencia implica compartir responsabilidades y decisiones, pero también implica el reconocimiento del derecho de ambos cónyuges al divorcio, y sin ese derecho no es una relación de pareja libre, es una imposición, como la que vivimos aquí cuando señores como Fraga eran ministros de Franco aunque hoy sean demócratas de toda la vida. Y si el matrimonio decide separarse, todos pueden opinar y aconsejar, pero en la decisión final no intervienen los vecinos, ni siquiera la familia más próxima. Es más, ni siquiera interviene la pareja: es una decisión libre de una de las partes, incluso con la oposición de la otra.

Parece mentira tener que explicarle esto a un abogado. Pero claro, el Derecho, como toda ideología es una expresión de la defensa de determinados intereses, y el PSOE, que debiera ser, lo fue en otros tiempos, un defensor del derecho de autodeterminación, prefiere hoy profesar una suerte de españolismo monárquico que rompe con cualquier tradición socialista. Tenemos la esperanza de que se separen, ejerciendo su derecho de autodeterminación, o de divorcio, de esta alianza que tienen con el PP y prefieran forjar una con nosotros para defender los derechos democráticos en el conjunto del Estado español.

Se ha hablado aquí de la violencia. El Señor Rajoy se atreve a decir la tremenda estupidez de que este es el plan de ETA, y después se viste de los despojos de los cadáveres causados por esta sangría cruel y estéril, para decirnos que él defiende a los muertos. Seamos más exactos: Usted utiliza los muertos cuando le conviene. Por cierto que IU no puede aceptar que torturadores del franquismo como Melitón Manzanas sean víctimas inocentes: son producto de una dictadura atroz que ustedes no condenan. Contabilizan unos muertos pero se olvidan de otros: Montejurra, Vitoria, Pamplona…a los que ustedes les han negado la condición de víctimas del terrorismo. No hay más que ver el comportamiento indigno que han tenido con las víctimas del 11-M. Ustedes, señores de la derecha, sólo se sienten a gusto en un ambiente de camorristas como el que propició el PP en la manifestación convocada por la AVT en Madrid y que acabó a tortas con un ministro.

Es indigno hacer aquí de plañidera por las víctimas del terrorismo mientras apoyan la masacre de la población civil en Irak, y son amigos de los responsables de Guantánamo y Abu Grahib.Si queremos que no haya más víctimas inocentes, lo que necesitamos es dar cauces políticos, y eso no se resuelve prohibiendo partidos y cerrando periódicos, sino con más libertad. Es absurdo que quienes alaban las elecciones recién celebradas en Irak, nos digan que en Euskadi no hay condiciones para una consulta popular. ¿Proponen anular las elecciones celebradas y declarar el estado de sitio? Quizá se conforman con lo que ha propuesto el Señor Fraga: suspender la autonomía del País Vasco. A la menor les sale el pelo de la dehesa franquista.

Además, hay que recordar que el Estatuto de Gernika, que se sometió a referéndum en 1979, fue negociado en condiciones extremas, en medio de una fuerte campaña de atentados de ETA, y con la amenaza del Gobierno de que de no alcanzarse acuerdo se declararía el «estado de sitio» en Euskadi. Su respaldo masivo tuvo más de refrendo a la democracia y a la idea de autogobierno, que de apoyo a su contenido concreto.

Al rechazar que se tramite esta reforma del Estatuto de Autonomía de Euskadi, deben preguntarse qué van a provocar. Claro que el PNV ha sido un tanto irresponsable al jugar este órdago, pues al no ceder el PP y el PSOE, se puede ver obligado a seguir huyendo hacia adelante, llevando el enfrentamiento cada vez más lejos, corriendo el riesgo de perder el control. Esta situación combinada con el cerrilismo de los partidos mayoritarios de la Cámara, es una fórmula perfecta para volver a estimular el radicalismo abertzale.

Señores del PP y del PSOE: nunca van a resolver el problema vasco recortando libertades y con represión policial. Es un problema político y exige una solución política. ¿Qué harán mañana si el Lehendakari convoca un referéndum por la autodeterminación? ¿Lo meterán en la cárcel? ¿Suspenderán la autonomía vasca? ¿Llevarán los tanques en aplicación de los artículos 2 y 8 de la Constitución? Su irresponsabilidad, su incapacidad para dialogar y buscar una solución política nos está metiendo a todos en un avispero, y es difícil calcular las consecuencias negativas al desaprovechar esta oportunidad excepcional de haber alcanzado un acuerdo. El problema de esta mala situación no radica en Euskadi sino en la calle Génova. Parece que en lo que se refiere a este asunto, el Gobierno lo sigue presidiendo el Señor Aznar.

IU propuso que el debate se tramitase por la vía del artículo 151. 2. de la Constitución, lo que nos hubiese permitido negociar el contenido de la propuesta de modificación del Estatuto Vasco, en una Comisión de ambos parlamentos. Pero ustedes no quieren una solución, quieren «su solución». El PP lo ha dejado claro muchas veces, y así consta en el preámbulo del mal llamado «pacto antiterrorista», el objetivo es destruir el nacionalismo vasco, se considera como enemigo principal al PNV. Esto es un error mayúsculo.

Aunque sólo fuese por la forma antidemocrática y sumaria en que se ha dispuesto este debate, Izquierda Unida se abstendría, como expresión de protesta, pues difícilmente podemos votar sobre aquello que no se nos permite discutir en condiciones. Pero además hay una razón más poderosa para abstenernos: queremos expresar al pueblo vasco nuestro respeto por su ámbito de decisión, intentaremos defender nuestras alternativas, pero nunca recurriremos a imponer desde Madrid aquello que no hayamos sido capaces de conquistar democráticamente en la Comunidad Autónoma Vasca. Y decimos más: aunque no compartamos el contenido del conjunto del Proyecto, lo que hoy se dilucida aquí es fundamentalmente el derecho de autodeterminación del pueblo vasco, y este derecho tiene el apoyo firme de Izquierda Unida.

No vamos a mostrar nuestro desacuerdo con el Plan Ibarretxe votando NO, como el PP, que amenaza con suspender la autonomía vasca, o como determinados miembros del PSOE que han invocado el papel de ejército en la defensa de la unidad patria. Por último, podría parecer que un voto negativo, que no tiene más justificación que humillar al parlamento vasco y despreciar la solución política, podría deberse a pactos secretos de IU con el Gobierno del PSOE, o al miedo a quedarnos solos entre las formaciones políticas de ámbito estatal. Y ambas sospechas infundadas van a quedar despejadas con nuestra abstención.

Esta abstención no significa pasividad. Estamos dispuestos a seguir apoyando la búsqueda de un proyecto de Estatuto de Autonomía que tenga un mayor apoyo social. Y si el Gobierno vasco decide convocar un referéndum en la CAV, puede contar con que IU defenderá su derecho a hacerlo, aunque discrepemos del contenido del actual proyecto. Lo haremos desde la coherencia con nuestras posiciones políticas y desde nuestra identidad internacionalista, sabiendo que somos depositarios de una lucha que viene de muy lejos: del largo camino por la emancipación de la clase obrera. Y representamos, sin duda, una tradición de entrega generosa por la conquista de las libertades de todos. Este es el compromiso de IU, su vinculación a todos aquellos sectores que al rebelarse contra la limitación a sus derechos y contra toda opresión, encontrarán en nosotros un aliado firme en la lucha por la transformación de la sociedad.

Defenderemos el derecho de autodeterminación del pueblo vasco, y de los demás pueblos del Estado español como expresión de nuestra lucha por los derechos democráticos, que alcanzarían una realidad más plena con otro modelo de Estado, republicano, federal y socialista. Y defenderemos estas libertades hasta sus últimas consecuencias, sin atropellar ningún derecho por el camino. Porque no se asegura la pervivencia de una Constitución avasallando a un Parlamento autonómico, sino todo lo contrario. En lugar de emprender una vía política, tratando de negociar el contenido del nuevo Estatuto de Autonomía Vasco, sus señorías lanzan nuevas amenazas. Si de verdad quisieran la paz se prepararían para ella, abandonando su intransigencia.»

Alberto Arregui es miembro de la Presidencia Federal de IU