Guinea Ecuatorial vive desde hace tres décadas bajo el régimen de terror de Teodoro Obiang. La excolonia española descubrió hace 15 años unos yacimientos de petróleo que lo han convertido en el tercer exportador del África Subsahariana y garantizan la impunidad internacional de Obiang. Tal es esta que en 2008 la UNESCO dio el nombre […]
Guinea Ecuatorial vive desde hace tres décadas bajo el régimen de terror de Teodoro Obiang. La excolonia española descubrió hace 15 años unos yacimientos de petróleo que lo han convertido en el tercer exportador del África Subsahariana y garantizan la impunidad internacional de Obiang. Tal es esta que en 2008 la UNESCO dio el nombre del dictador a un Premio científico, que sólo se ha visto suspendido después de una fuerte campaña internacional. Marcial Abaga, de 35 años, lucha desde hace casi dos décadas para el cambio en su país como miembre de la ONG Sensación del Joven Futuro y del ejecutivo del principal partido de la oposición, Convergencia para la Democracia Social (CPDS).
P. ¿Cómo es trabajar de opositor en Guinea?
M. A. Trabajar de opositor es decidir vivir en la marginación, firmar la sentencia de no vivir dignamente y de estar constantemente amenazado. Yo digo que estoy en libertad provisional porque cualquier día puede pasar algo y que decidan encerrarme en prisión.
P. ¿Cuándo decidiste dar este paso?
M. A. Entré en el CPDS prematuramente por rabia y odio. En 1991 matan a mi padre, a pesar de que ni estaba metido en política ni era opositor. Simplemente, alguien del sistema próximo al poder le había dejado dinero y cuando vio que no se lo devolvia, ello fue motivo suficiente para que le torturaran y le mataran. A mi madre le metieron picante en los órganos genitales. A raíz de esta rabia, vi claramanete que la situación era insostenible y con 16 años me inicié como activista social y político, entrando en el CPDS. Tras estos años, actualmente pienso que si se entra en político por revancha y odio no se consigue nada. Ahora yo soy capaz de perdonar a mis adversarios. Se les debe castigar pero se tiene que hacer mediante un juicio, justificando el porque se hacen las cosas.
P. ¿Cuál era el contexto por aquel entonces?
M. A. Obiang toma el poder el 3 de agosto de 1979 y ya entonces empieza la represión. Pero el 1989 termina la Guerra Fría, la URSS desaparece y en África, las nuevas agendas de desarrollo pasan por el nuevo paradigma de gobernabilidad, la democracia. Estados Unidos y Europa dan dinero a los países africanos pero a cambio de que se democraticen. El 1991, Guinea hace una nueva constitución y se acepta el pluripartidismo. Empieza entonces un periodo breve de lo que se podría llamar la época dorada de la democracia guinena en el cual gente como yo llegamos a ser regidores. Pero en 1995 se descubre el petróleo, que se convierte en un elemento de empoderamiento brutal para el gobierno. Muchas empresas estadounidenses quieren acceder a él y eso acalla muchas voces.
P. A nivel social y de Derechos Humanos, ¿cuál es la situación actual?
M. A. El gobierno aparenta ser aperturista pero a la práctica no es una apertura real. Con el petróleo, ha crecido el pequeño círculo de ricos mientras que se ha multiplicado la pobreza entre la población. En lo que concierne a los Derechos Humanos, sucede lo mismo. Se aparenta que no se dan violaciones cuando realmente es patente que sí. Las exigencias por parte de la comunidad internacional de respeto a los Derechos Humanos hace que las violaciones no sean tan tangibles como lo eran en la década de los noventa pero se mantiene. Un ejemplo, se acaba de celebrar un juicio conta unos opositores acusados de intentar asaltar el palacio presidencia. El tribunal ha visto demostrado que los acusados eran inocentes y ha decretado su puesta en libertad pero no sólo no se los ha liberado sino que se les ha mandado a celdas en peores condiciones. Así, una seña de apertura es que los tribunales han reaccionado como debían pero en cambio los acusados siguen en prisión, lo que significa que la apertura no es tal. Otro ejemplo, antes las comisarías estaban en sitios céntricos y desde la calle se podían oír los gritos de los detenidos. Ahora están en las afueras de las ciudades, de manera que se sigue pegando a los detenidos pero ahora nadie los oye.
P. Se celebran elecciones, pero desde la oposición denunciais sistemáticamente el fraude. ¿Por qué seguís participando de lo que consideráis una farsa?
M. A. Reconocemos y siempre hemos denunciado el fraude, que es y ha sido sistemático A pesar de ello, respondo con otra pregunta: ¿qué sentido tendría haber un partido político en Guinea sin que participara del juego democrático? Es en el proceso electoral donde se presentan alternativas. Siempre las hemos ganado y Obiang las ha amañado. Pero debemos seguir participando porque somos fuerza política y en Guinea no hay otro medio para hacer llegar nuestro mensaje a la población.
P. ¿Aunque ello permita a Obiang mostrar una apariencia democrática, al menos de cara al exterior?
M. A. Actualmente, lo que silencia a la comunidad internacional no es más que el dinero que mueve Obiang. Su legitimidad no depende de que nuestro partido participe o no de las elecciones y al menos así el pueblo de Guinea recibe información sobre la realidad y las alternativas.
P. ¿Ves posible un cambio a medio plazo?
M. A. El cambio está en marcha y hay mucha gente convencida en Guinea. Lo que falta es que también la comunidad internacional, Francia, España, EEUU exiga cambios a Guinea. Mientras no se impliquen estos países, por mucho que haga el pueblo, estos cambios no se darán. Y resulta muy poco creible esta opción con la política de intereses petrolíferos de estos países. Aún así, los seres humanos deberían ser siempre lo principal y si estos países se rigen por sus intereses económicos y olvidan a su suerte al pueblo guineano, Occidente será cómplice de lo que le pueda suceder…
P. ¿Os habéis planteado una resolución por la vía armada?
M. A. La vía armada no es una solución porque te hace esclavo de los compromisos armados que generas, de las exigencias de aquellos gobiernos que apoyan el golpe de estado, y entonces nunca harás nada para beneficio del pueblo porque deberás responder siempre ante estos compromisos. Los únicos compromisos que se deben adquirir son con el pueblo y la ciudadania. Yo soy un demócrata y trabajo en el sector social, y creo que el pueblo es la única fuerza buena.
P. ¿Hay mobilización social o puede el miedo?
M. A. Hay silencio pero el silencio es imprevisible porque de golpe una persona se pone en pie porque no puede aguantar más y no se sabe qué es capaz de hacer. La revuelta es imprevisible pero se debe intentar no llegar a este punto.
P. ¿Qué opinión le merece el gobierno en el exilio de Severo Moto?
M. A. Como guinenano creo que es irrelevante. Para hacer cosas para Guinea hay que estar en Guinea. Cuando el gobierno en el exilio hace una declaración, no se va a buscar a los miembros de este ejecutivo, sino que son las personas que trabajan en los pequeños pueblos guineanos quiénes sufren las consecuencias. El gobierno en el exilio sólo hace ruido mientras otros mueren. Hace falta actuar desde dentro y que algún día te peguen, te torturen, te encierren, y si es preciso, que mueras reconociendo que trabajas para el pueblo.