Traducido para Rebelión por Silvia Arana
Martin Luther King y Malcolm X, dos líderes históricos del pueblo afroamericano, ambos fueron asesinados en la década del sesenta.
El Comité Negro del Congreso ni siquiera se pronunció contra el genocidio en el Congo o la guerra contra Siria. La burocracia política negra ha negado y ha mancillado el legado de W. E. B. Du Bois, Malcolm X y Martin Luther King.
Estados Unidos libra una guerra contra el imperio de la ley entre las naciones, y representa el peligro más inminente a la supervivencia de los seres humanos. La doctrina ilegal de Washington de intervenciones militares «humanitarias», promovidas por Bill Clinton y elevadas por Barack Obama a la categoría de principio nacional, marca el carácter de un Estado prepotente que está en contra de todas las normas internacionales», dice Ajamu Baraka de la Alianza Negra por la Paz. «No existe ningún principio legal que justifique la presencia de EE.UU. en Siria, pero las fuerzas militares estadounidenses están en Siria sin ningún tipo de oposición interna.»
En cambio, muchos de los que deberían estar conformando una oposición interna a los flagrantes crímenes contra la paz de Washington se hallan consumidos con la obsesión de castigar a Rusia por ofensas imaginarias contra una ficticia «democracia» estadounidense.
Ajamu Baraka hace un llamado a «la restauración del compromiso con las leyes de parte de las autoridades de EE.UU.», una demanda mínima que debería hallar eco en todas las personas civilizadas, especialmente los afroamericanos, para quienes las leyes de EE.UU. han estado siempre plagadas de «excepciones». Sin embargo, los falsos líderes negros de la partidocracia ahora reciben instrucciones de la CIA, la NSA, el FBI y otras agencias de espías actualmente aliadas al Partido Demócrata -la más abyecta de las capitulaciones que una mente maligna podría imaginar.
A nivel mundial, EE.UU. se ha declarado por encima de la ley, como si ya hubiera completado la conquista del mundo. Miles de tropas estadounidenses se hallan en suelo sirio, para armar, entrenar y proteger a los yihadistas musulmanes que actúan como soldados rasos del imperialismo estadounidense en la región. Washington no tiene planes de retirarse, incluso después de que Dáesh, la supuesta razón de la presencia de EE.UU. en la región, ha sido reducido a pequeñas bandas guerrilleras. El general Stephen Townsend, comandante de la «coalición» liderada por EE.UU. en Siria dijo: «Consideramos que Dáesh es una insurgencia rural, por lo tanto, pienso que estaremos aquí por un tiempo lidiando con este problema».
Los falsos líderes negros de la partidocracia ahora reciben instrucciones de la CIA, la NSA, el FBI y otras agencias de espías actualmente aliadas al Partido Demócrata
Las fuerzas de Townsend están desplegando los cables detonadores de una guerra nuclear con Rusia, cuya presencia es legal en Siria pues fue solicitada por el gobierno de dicho país. El hecho de que Estados Unidos haya invadido y ocupado una nación soberana sin oposición interna es un testamento del colapso de las políticas progresistas, en general, y de la degradación moral de la partidocracia negra, que va a contramarcha con la historia de su propio pueblo. Atados de pies y manos al ala Demócrata del duopolio de los ricos, la partidocracia negra ha deshonrado y ha mancillado el legado de W. E. B. Du Bois, Malcolm X y Martin Luther King. Han ensuciado la esencia sagrada del Movimiento de Liberación Negro: la solidaridad con los demás pueblos oprimidos por el capital supremacista blanco.
La solidaridad tiene un valor por sí misma, pero también aporta reciprocidad. Al abandonar la solidaridad con aquellos que sufren la opresión de EE.UU. -entre los que se incluyen una proporción cada vez mayor de la gente del mundo- el pueblo afroamericano está sacrificando la autoridad moral de esperar apoyo para sus propias luchas. Nos quedamos solos para defendernos de la bestia, aquí desde sus entrañas.
Es ampliamente conocido que los gobernantes de EE.UU. se sintieron obligados a aparentar que cedían ante las demandas del movimiento negro en las décadas del cincuenta y sesenta debido al problema de cómo eran percibidas las relaciones raciales en Estados Unidos por el mundo en acelerado proceso de descolonización. El Dr. Gerald Horne, historiador negro que ha estudiado las alianzas políticas del pueblo afroamericano desde antes de la Guerra de Independencia, sostiene que es favorable para los intereses del pueblo negro «aliarse -como lo hicieron nuestros antepasados- con los principales antagonistas del imperialismo estadounidense», incluyendo, en las distintas épocas, a los británicos, los franceses, los españoles, los soviéticos y los movimientos revolucionarios tercermundistas.
EE.UU. se ha declarado por encima de la ley
En Darkwater: Voices from Within the Veil (1920), la continuación de The Souls of Black Folk, el intelectual y activista socio-político W. E. B. Du Bois expuso las razones para la solidaridad entre los pueblos oprimidos del planeta:
«Creo que los ejércitos y las armadas son básicamente el oropel y la arrogancia de la opresión y el mal, y creo que la perversa conquista de naciones más débiles y de piel más oscura por naciones más blancas y fuertes presagia el fin de ese poder.»
Malcolm X instó al pueblo negro a pensar en términos de derechos «humanos», no «civiles», y a llevar el juicio contra EE.UU. a las Naciones Unidas -como lo había hecho Paul Robeson anteriormente. El credo de la Organización por la Unidad Afroamericana fundada por Malcolm, que fue hecho público el 21 de febrero de 1965, el día de su asesinato, subrayaba la necesidad de la solidaridad internacional:
«La Organización por la Unidad Afroamericana desarrollará en el pueblo afroamericano una profunda conciencia de nuestra relación con el mundo y clarificará nuestros roles, derechos y responsabilidades como seres humanos. Podemos alcanzar este objetivo si mejoramos nuestro nivel de información sobre temas internacionales y nuestro nivel de comprensión de que nuestra lucha es parte de la lucha mundial de los pueblos oprimidos contra todas las formas de opresión. Debemos cambiar el pensamiento de los afroamericanos liberando la mente mediante el estudio de filosofía y psicología, culturas y lenguajes que no provengan de los opresores racistas. Tenemos planes para estudiar idiomas como el swahili, hausa y árabe. Estos aprendizajes le darán a nuestro pueblo acceso a las ideas y a la historia de la humanidad a un nivel más global y, por ende, nos abrirá nuevos horizontes mentales.»
Nuestra lucha forma parte de la lucha mundial de los pueblos oprimidos contra todas las formas de opresión
Dos años después Martin Luther King explicó frente a una muchedumbre en la iglesia Riverside de Nueva York por qué iba a romper el silencio sobre la guerra que EE.UU. libraba contra Vietnam:
«No puedo olvidar que el Premio Nobel de la Paz conlleva también un mandato: el mandato de intensificar el esfuerzo que yo ya venía haciendo por la «solidaridad con el prójimo». Este es una misión que me conduce más allá de las lealtades nacionales, pero incluso si esto no existiera tendría que actuar movido por mi compromiso con el ministerio de Jesucristo… Para mí la relación entre el compromiso religioso y el trabajo por la paz es tan obvio que a veces me asombra que algunos me pregunten por qué hablo contra la guerra.»
Martin Luther King veía claramente que las guerras en el extranjero eran incompatibles con un progreso a nivel interno.
«Sé que Estados Unidos nunca invertirá ni los fondos ni los esfuerzos necesarios para rehabilitar a los pobres mientras duren aventuras como Vietnam, que continúan absorbiendo personas, habilidades y dinero como un tubo de succión demoníaco y destructivo. Por ello, estoy cada vez más convencido de que la guerra es un enemigo de los pobres, y que, por ende, debo oponerme a ella.»
Huey P. Newton, líder de las Panteras Negras, llevó la solidaridad a un «nivel más elevado», haciendo causa común con aquellos a los que EE.UU. les había declarado la guerra. Si el imperialismo estadounidense es el enemigo de la humanidad, entonces: «Nos unimos a la lucha de todos los oprimidos del mundo y de este país, sin importar el color de la piel de los que tratan de lograr los objetivos de libertad y dignidad».
Estas son las voces de la Tradición Negra Revolucionaria, acorde con la cual el pueblo afroamericano es el sector más opuesto a la guerra en Estados Unidos, pero este legado ha sido constantemente traicionado por la partidocracia afroamericana. Para esos individuos de la partidocracia, infinitamente egocéntricos, ni siquiera la Madre África es merecedora de empatía al nivel humano más básico, ni mucho de solidaridad. Nadie ha estado más involucrada que Susan Rice en el genocidio patrocinado por EE.UU. contra, al menos, seis millones de congoleños. Desde 1996, como funcionaria de seguridad nacional y subsecretaria de Estado para Asuntos Africanos del gobierno de Bill Clinton, y luego con el gobierno de Obama, Rice ha supervisado diligentemente el baño de sangre perpetrado por los aliados de EE.UU., Ruanda y Uganda, en la República Democrática del Congo. El rol de Rice en este genocidio y en otras matanzas, le dieron las credenciales para que Obama la considerara para el puesto de secretaria de Estado, cuando Hillary Clinton lo dejó vacante en 2012.
El Comité Negro del Congreso es solidario con el imperialismo estadounidense, y no con las víctimas de los delitos cometidos por Washington en el mundo
Los republicanos lanzaron una campaña contra Rice argumentando que era la culpable de los ataques yihadistas en Benghazi, donde murió el embajador de EE.UU. en Libia. (En realidad, los republicanos no lograron acertar con el verdadero crimen cometido por Rice: transferencia de armas desde Libia hacia los yihadistas sirios.) A pesar del reconocido papel que tuvo Rice en el peor genocidio desde la Segunda Guerra Mundial, la mayoría de los miembros del Comité Negro del Congreso apoyó la candidatura de Rice para el puesto más importante de la diplomacia estadounidense. Barbara Lee (Demócrata de California) figura entre los que apoyaron a Rice, y es supuestamente la más «opuesta a la guerra» de los miembros del Comité Negro del Congreso.
Seis millones de africanos muertos no significan nada si se trata de nombrar a una persona negra en un alto puesto del Departamento de Estado, según el punto de vista de la abominable partidocracia negra.
Un año antes, en 2011, más de la mitad del Comité Negro del Congreso votó para continuar el bombardeo de Libia, que había sido uno de los países más prósperos y generosos de África.
Solo tres miembros del Comité Negro (y solo cinco Demócratas en total) dieron su apoyo al proyecto de ley Stop Arming Terrorist de la congresista Tulsi Gabbard para tratar de parar las guerras en las que EE.UU. usa ejércitos yihadistas en el territorio sirio y en el mundo musulmán.
El Comité Negro del Congreso se sitúa en las antípodas de la Alianza Negra por la Paz. «Primero, Estados Unidos debe dejar de apoyar a los responsables del conflicto armado en Siria; debe dejar de financiar a esos elementos que mucha gente define como terroristas, y debe tener un compromiso serio con una solución diplomática del conflicto», dijo Ajamu Baraka. Pero el Comité Negro del Congreso es solidario con el imperialismo estadounidense, y no con las víctimas de los delitos cometidos por Washington en el mundo.
Sin embargo, la Tradición Negra Revolucionaria no ha muerto. La Coalición Black is Back (lo Negro ha vuelto), en el artículo 19 de la «Agenda Nacional Negra para la Autodeterminación» afirma: «Estados Unidos debe retirarse de África, Asia y América Latina… Las fuerzas militares estadounidenses deben replegarse dentro de sus propias fronteras; exigimos que se ponga fin a las guerras realizadas a través de ejércitos mercenarios, ataques con drones y actividades políticas subversivas contra gobiernos y movimientos populares alrededor del mundo. Dado que Estados Unidos ha sido la primera potencia nuclear, es el único país que ha usado armas nucleares y se atribuye el «derecho a atacar primero», exigimos el desarme nuclear de Estados Unidos, sin condiciones previas y unilateralmente si fuera necesario.»
La coalición también exige reparaciones y perdón inmediato de las deudas de las excolonias, el derecho a la independencia del pueblo palestino y el cese de la ayuda estadounidense a Israel.
Hasta el Movimiento por la Vida de los Negros es débil en sus reclamos por la paz
Hay organizaciones del pueblo negro que han sido coherentes con la tradición negra revolucionaria y su ética de solidaridad con los oprimidos. Pero estas organizaciones cuanto más se acercan al Partido Demócrata menos orientadas hacia la paz se vuelven. Entre las organizaciones cívicas negras que funcionan como anexos del Partido Demócrata la paz no figura entre sus prioridades. Sin embargo, hasta el Movimiento por la Vida de los Negros es débil en sus reclamos por la paz. Esto es lo más cercano a una declaración contra la guerra:
«Usar en el futuro las oportunidades internacionales y los mecanismos de derechos humanos para exponer las violaciones sistemáticas a los derechos humanos perpetrados en las comunidades negras, las conexiones entre los afroamericanos de EE.UU. con otra gente negra alrededor del mundo, hacer contacto con los oprimidos globalmente y corroer el excepcionalismo de EE.UU.»
Washington está amenazando con una guerra nuclear en Siria y en el resto del mundo y rechaza abiertamente la noción de que existan leyes internacionales. Mientras tanto, el Movimiento por la Vida de los Negros tímidamente propone «corroer».
Glen Ford, editor ejecutivo de Black Agenda Report.
Fuente: http://www.blackagendareport.com/blacks_pro-peace_misleaders_are_not?#