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Los combatientes thuwar de Misrata (II)

Fuentes: Periodsimo Humano

Khaled Abubaker tiene 28 años y comparte con Mohammed el frente que avanza a lo largo de la autopista del este, que sale de Misrata y avanza a través de Tamina, Kararim y Tavarga. Si ayer se encontraban en Tamina, hoy han decidido detenerse a la entrada de Kararim. Y allí charlamos. Es una de […]

Khaled Abubaker tiene 28 años y comparte con Mohammed el frente que avanza a lo largo de la autopista del este, que sale de Misrata y avanza a través de Tamina, Kararim y Tavarga. Si ayer se encontraban en Tamina, hoy han decidido detenerse a la entrada de Kararim. Y allí charlamos.

Es una de esas personas que nunca grita «Allah Akbar ni dispara gratuitamente al aire. Se mantiene siempre en un discreto segundo plano. Pero cuando llega el momento de avanzar por la autopista a lo largo de la que se despliega el frente, pisa el acelerador firmeza. A 180 km/h. Lleva cuarenta días seguidos en combate. «He ido a mi casa un par de veces, para saludar a mi familia, ducharme y ponerme ropa limpia, pero no puedo separarme de mis compañeros». Avanza tras una lanzadera de cohetes Grad. «Cuando el Ejército se retira, corremos a recuperar todo lo que dejan atrás. Los cohetes Grad son muy útiles. Ellos los lanzan desde camiones con capacidad para cuarenta tubos. Nosotros los desmontamos y los dividimos en diez pick-ups. Cada una lleva 4 cohetes».

Khaled estudió cuatro años de Ciencia Política en la Universidad de Ankara. «Mi padre era el Cónsul de Libia en Turquía hasta el año 2006. Antes he vivido en bastantes países». Pero hace cinco años decidió regresar a Misrata. No me convalidaron los estudios en el extranjero y tuve que empezar a estudiar de nuevo». Khaled cree que lo que está sucediendo en su país tiene una sola consecuencia positiva. «Tarde o temprano habrá que reconstruir el estado en su totalidad y espero que el criterio para seleccionar a los funcionarios públicos parta de su formación académica, sus estancias en el extranjero y que no hayamos tenido vínculos con el régimen de Gadafi». Khaled quiere ser diplomático. «Pero no por ser hijo de mi padre sino por méritos propios».

¿Cómo era el sistema educativo libio?. «Malo. Muy malo. Este año se ha perdido el curso académico. Pero no hemos dejado de aprender nada por eso». Y pone un ejemplo de lo más gráfico.» Traje todos los libros que pude de Turquía. Pero nunca me atreví a hablar de ellos en la Universidad de Misrata ni se los enseñé a nadie. Debatir sobre ideas básicas como la existencia de la separación de poderes, los partidos políticos o la independencia del poder judicial habrían servido para expulsarme de la universidad o incluso detenerme. En la universidad libia es mejor no demostrar que piensas o tienes ideas propias. Sobre todo si regresas del extranjero y has estudiado Ciencias Políticas». ¿Y el futuro del país?. ¿Qué planteas para el día después?. «Para mí el único día después que existe ahora es mañana. Hay que expulsar a el ejército de Tavarga y Karamina. Se han llevado a familias de Tamina con ellos. Eso es intolerable. No podemos aceptarlo. Si la población de Tavarga apoya a Gadafi, tendremos que luchar contra ellos. Porque le permiten lanzar cohetes contra Misrata desde allí». ¿No ves futuro más allá de la liberación de Tavarga? «Sí, en realidad me han admitido para estudiar un Máster en la Universidad de Seattle. Si todo va bien, en septiembre estaré allí».

Mohammad Abdelsalem

El tercero en discordia también se llama Mohammad, Mohammad Abdelsalem y tiene 31 años. «El verano pasado hicimos juntos un viaje por Europa. Comenzamos por el norte de Inglaterra y nos recorrimos la isla para pasar después a Francia, España e Italia. Recuerdo perfectamente la Puerta del Sol de Madrid. Y un Restaurante en el que comí paella».

 

Después de las vacaciones, cada uno regresó a su casa. La de Mohammad, en Qatar, donde trabajaba como bombero en un plataforma petrolífera. «El trabajo es duro, sobre todo por el clima. Unos 45 grados y 90% de humedad 24 horas al día. Pero ganamos 10 veces más que en Libia y estaba ahorrando para ir a estudiar a Inglaterra».

Cuando comenzó la revolución su tío estaba de visita en Qatar. Discutían mucho. «Nos parecía imposible que en Libia sucediera lo mismo que en Túnez o Egipto. Sabíamos que Gadafi nunca huiría. Que la revuelta pacífica era imposible en nuestro país. Que si Libia se levantaba, llegaría la guerra».

Mohammad trabajaba a turnos. Una semana en tierra y una semana en la plataforma. «Recibíamos noticias cada vez más preocupantes y me tocaba salir al mar. Me pasé los últimos dos días con una mano actualizando las páginas web, la otra sosteniendo el teléfono y cambiando el canal de la televisión. Empecé a no dormir. Mi familia estaba en Misrata. Mi jefe también era libio. Nos embarcamos juntos y ya no nos sentíamos cómodos. No podíamos centrarnos en el trabajo». La decisión era inevitable. «Nada más regresar a Doha, vendí el coche, la televisión, el ordenador e hice cheques repartiendo todos mis ahorros». ¿Para qué?. «Por si no volvía». Mohammed no albergaba dudas respecto a su destino: la primera línea de combate.

Se subió a un vuelo Doha- El Cairo y desde allí entró en Libia. «Luché una semana en Ras Lanuf y otra semana en Ajdabia. En cuando pude, me monté en un barco y vine a Misrata». A veces, para descansar del combate, utiliza un telescopio. «Tenemos que establecer posiciones de vigilancia para controlar sus posiciones y sus movimientos. Es duro. Es peligroso porque avanzamos a descubierto y solos, entre los árboles, acercándonos a ellos todo lo que podemos. Son varias horas fijándose en la nada y en el horizonte, si te descubren, estás muerto. Pero resulta tan necesario como combatir».

¿Y tú, te consideras Thuwar (revolucionario) o muyahiddin (el que hace la guerra santa)? «No hay ninguna diferencia entre ambos conceptos. Pero no me gusta la palabra rebelde. Tampoco me considero un insurgente». Se trata de una respuesta recurrente entre todos aquellos que hablan inglés y leen la prensa extranjera.

«La revolución supone cambio. Derrocar el régimen de Gadafi. La Yihad, guerra contra lo que consideramos contrario a nuestros principios. Lo haga un cristiano o un musulmán. Pero ¿nos haces esa pregunta para saber si estamos relacionados con los salafistas o Al Qaeda?. Que te quede claro que esta revolución no tiene nada que ver con la religión. Sólo con la libertad. Somos revolucionarios».

 

Fuente: http://periodismohumano.com/en-conflicto/los-combatientes-%E2%80%9Cthuwar%E2%80%9D-de-misrata-ii.html