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Los desvaríos del enviado personal del secretario general de Naciones Unidas

Fuentes: Colectivo de la Juventud Saharaui

En una reciente entrevista con el diario español El País (8 de agosto de 2008) el enviado personal del secretario general de Naciones Unidas, el diplomático holandés Peter Van Walsum, se entrega a una reflexión sobre los inconvenientes que supuestamente impidieron que su mediación en el conflicto del Sahara Occidental, logre sacar el conflicto del […]

En una reciente entrevista con el diario español El País (8 de agosto de 2008) el enviado personal del secretario general de Naciones Unidas, el diplomático holandés Peter Van Walsum, se entrega a una reflexión sobre los inconvenientes que supuestamente impidieron que su mediación en el conflicto del Sahara Occidental, logre sacar el conflicto del atolladero.

Como es sabido, se trata de un problema de descolonización cuyos enunciados están claramente especificados, y Naciones Unidas siguen hoy considerando el territorio saharaui como un Territorio No Autónomo pendiente de descolonización. Las dificultades que ofrece la solución de este conflicto no hay que buscarlas en la falta de definición del marco para su solución, sino en la labor de zapa que han estado haciendo muchos de los funcionarios, de baja estofa, subyugados por la ya conocida liberalidad señorial del Majzen, que hace que estos, en lugar de denunciar públicamente los trapicheos marroquíes, despliegan tesoros de imaginación para lograr ocultar a la opinión pública internacional el absoluto menosprecio que hace Marruecos de todas las decisiones de la ONU. Parece que, desafortunadamente, el señor Van Walsum no pudo sustraerse a esta regla.

La primera lectura de los contenidos de esa entrevista inducen al lector ordinario a pensar que el señor Enviado personal del Secretario General de Naciones Unidas, ha sido designado no para poner término a un conflicto de descolonización de corte clásico, cuando no paradigmático, y de acuerdo con la doctrina de la ONU en la materia, sino para buscar la forma de convencer a estos » nómadas renuentes» para que acepten resignarse al hecho consumado de la ocupación, y, en consecuencia, a asumir, volis nolis, el verse convertidos por la fuerza de las armas, y de una clara conspiración internacional, en súbditos, que no ciudadanos, de un reino despótico y medieval que mantiene su supervivencia gracias a dosis de petrodólares inyectadas por los monarcas afines del Medio Oriente.

Pero esta complicidad con el reino alaui no es exclusiva de las monarquías del mismo corte feudal y liberticida, sino también, y esto es mas escandaloso y se entiende menos, de países que se erigen en adalides de la modernidad y de la cultura de los derechos humanos y de las libertades fundamentales como Estados Unidos, Francia y España.

Es preciso acaso recordarle al Enviado Personal que los efectivos de la MINURSO, presentes en el territorio desde septiembre de 1991, están ahí cumpliendo con las resoluciones aprobadas por el Consejo de seguridad y que prevén la aplicación de las cláusulas de un plan de paz que debe culminar con la celebración de un referéndum de autodeterminación, como claramente lo señalas sus siglas (Misión de Naciones Unidas para un Referéndum de autodeterminación en el Sahara Occidental).

Si el realismo, del que se dice adepto, incita ,como pretende el veterano diplomático holandés, a resignarse a este orden de cosas, es decir, tirar por la borda todos los esfuerzos consentidos hasta el momento por la comunidad internacional, y los sacrificios del pueblo saharaui durante estas tres décadas, asistidos para ello del respaldo de la legalidad internacional , como paradójicamente el mismo señala cuando dice «el Polisario tiene la legalidad internacional a su lado…», y sugiere, sin rubor alguno, ni reticencias, que hay que gratificar al trasgresor de uno de los principios mas elementales del ordenamiento jurídico internacional, esto es , el derecho de los pueblos a la libre determinación e independencia (resolución 1514 de 1960), y avalar así el hecho consumado de la ocupación por la fuerza.

¿No es mas realista, y mas defendible moralmente, exigirle a Marruecos que respete las normas que rigen a toda la comunidad internacional; y pedirle que los astronómicos recursos económicos que desde hace mas de 33 años drena en las arenas del desierto en una guerra inútil, los consagre a la solución de los problemas económicos que vive la mayor parte del pueblo marroquí? ¿No sabe el señor Van Walsum que con el pretexto de la guerra y de la sacrosanta «integridad territorial» las autoridades del reino confiscan los derechos y las libertades fundamentales de todo su pueblo e hipotecan las necesarias transformaciones que necesita el país?

¿Es esta quizás la mejor pedagogía que puede enarbolar Naciones Unidas para dar solución a los conflictos que desgarran el planeta? ¿Es el vae victis el lema que sugiere para poner término a las empresas coloniales?

La circunspección, que debe conservar todo funcionario internacional a cargo de un conflicto delicado, hubiese disuadido a nuestro amigo de tener la osada pretensión de airear, mediando ¡precisamente un medio de prensa poco sospechoso de afinidades con la causa saharaui!, una reflexión que no hace mas que convencer a los saharauis de su pérdida de imparcialidad para el ejercicio de la función como Enviado Personal del Secretario General.

Y, para mayor inri del incauto lector, el veterano diplomático se entrega a un indescifrable galimatías en el que incurre en flagrantes e inexplicables contradicciones:

Primero, asevera sin asomos de la menor duda que «Marruecos debe asumir la culpa de que el referéndum sea irrealizable», y mas adelante señala: «El empeño del Polisario en la plena independencia ahonda el bloqueo y perpetua el statu quo». Y, como reza el dicho francés, «Chassez le naturel et il reviens au galop», mas tarde vuelve a su afirmación primera. «Marruecos debe asumir la total responsabilidad de que el referéndum sea irrealista e irrealizable».

Más adelante, en la misma entrevista nos sorprende cuando dice que su mandato «no consiste en establecer cual de las partes tiene mejores argumentos, sino en explorar con ellas cual es la mejor manera de superar el impasse». Aun admitiendo que su cometido fuera ese, que no lo es, ¿por qué considera que «la mejor manera de superar el impasse» consiste en convencer a los saharauis para que renuncien a sus legítimos derechos? Acaso Naciones Unidas, que el señor Van Walsum representa como Enviado Personal de su Secretario General, no se ha erigido desde su fundación en baluarte para la defensa y el respeto de la Legalidad Internacional y para velar por la paz la justicia en el mundo? ¿No ha pensado en la irresponsabilidad que se deriva de crear un precedente dándole razón a la empresa colonial marroquí? ¿ No le basta el descrédito que ya empañó la imagen de Naciones Unidas durante los mandatos de Pérez de Cuellar, Butros Gali, Kofi Anan que han optado todos, mediando generosas y palpables gratificaciones marroquíes y francesas, evitar a Marruecos la condena de la comunidad internacional por sus tropelías y menosprecio de las resoluciones de la ONU; y eximirlo de sus responsabilidades derivadas de la invasión con la fuerza de las armas a un territorio que nunca le perteneció; y protegerlo de la picota y de condena internacional por sus flagrantes fechorías en los territorios ocupados contra una población civil indefensa? ¿No se arredra ante el temor de que «sus recetas realistas» para solucionar el conflicto inciten a otros países a dar satisfacción a su bulimia territorial anexionándose por la fuerza de las armas los territorios de otros países? ¿No cree que su remedio sea peor que la enfermedad que se supone debe aliviar? Cuando sugiere que los saharauis acepten el hecho consumado, y que según usted, esta sería «la mejor manera de superar el impasse», ¿está pensando que sería la mejor forma de poner término a su drama? ¿Es realmente en un arrebato de moralidad de buen samaritano lo que le conmueve? ¿Cómo puede explicar que, usted que es un avezado diplomático, logra compaginar el pragmatismo, es decir la ausencia de todo atisbo de sensibilidad moral, con su insistencia en que el conflicto saharaui comporta una dimensión moral? ¿No cree que he ahí una contradicción insalvable? Lo que usted sugiere como práctico, pragmático, y considera realista, es decir, convertirnos en sujetos del rey de Marruecos, es sencilla y llanamente inmoral, señor Van Walsum.

¿No le remuerde la conciencia, no sólo pensar, sino también hacer público, que hay que darle a Marruecos la razón que ni la historia ni el derecho le han otorgado?

¿O es usted partidario de de la irónica tesis de que «cuando el pueblo rechaza a sus gobernantes, se debe cambiar al pueblo»?

Éstas, señor Walsum, no son las mejores credenciales para prodigar consejos a nadie y menos a nuestros amigos los españoles, que tan bien conocen los pormenores del conflicto, para que desistan de prestar ayuda y solidaridad a los saharauis diciendo «Es moralmente satisfactorio brindar un apoyo incondicional a los que están en su derecho, pero debe tenerse en cuenta el riesgo de crear falsas esperanzas y prolongar la agonía».

Lo que ha prolongado la agonía de los refugiados no es el movimiento solidario señor Walsum sino los comportamientos de personalidades como usted que se preocupan mas por procurarse un retiro dorado que por cumplir cabalmente sus responsabilidades internacionales.

¿Acaso es verdad que el mundo esta patas arriba como dice el escritor uruguayo Eduardo Galeano?

¿No es más honrado y moralmente más sostenible que el señor Van Walsum, ante la imposibilidad de hacer que Marruecos respete sus compromisos, y ante la connivencia del consejo de seguridad, diga claramente quien es realmente el responsable del impasse aun al precio de perder el cargo, como en su día lo hizo el señor de Soto cuando hacía la mediación en el conflicto entre palestinos e israelíes? Aforrándose a esta actitud Van Walsum obtendrá el mismo resultado que en su día dijo Winston Churchil a los aliados cuando éstos abdicaron de sus obligaciones morales ante la invasión de Munich: «Para evitar la guerra habéis aceptado el bochorno. Pues bien, ahora tendréis el bochorno y la guerra».

Debió recapacitar en la insinuación que en su día le hizo irónicamente el señor James Baker cuando Van Walsum iba a asumir su cargo como Enviado personal del secretario general de la ONU.

¿No cree que con propuestas de esta índole lo único que consigue es hacer alarde de una impresionante indigencia de imaginación para buscar solución a un conflicto que se ha convertido en la piedra Tarpeyana para muchos funcionarios internacionales?

Acaso no reparó el diplomático holandés en la desaprobación que le hizo el Secretario General de la ONU al no incluir su «imaginativa sugerencia» en su informe, como habitualmente suele hacer.

Aleccionados por las experiencias precedentes, no nos sorprende que otro alto funcionario de Naciones Unidas haya sucumbido a la fascinación que tan bien ejercen las autoridades de un reino que un visitante norteamericano no dudó en calificar como «una combinación de la Edad Media y de las ultimas técnicas de hollywood».

Lih Beiruk es Representante del Frente POLISARIO en Holanda y los países bajos.

Colectivo de la Juventud Saharaui
http://coljuvsa.blogspot.com/