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El Che Guevara negro

«Los europeos seguimos explotando a los africanos. Por eso se asesina a los líderes como Sankara, y por eso su historia nos es tan desconocida»

Fuentes: El Periódico

Antonio Lozano novela la muerte del presidente de Burkina Faso, Sankara, en 1987

En asuntos de inmigración, política y neocolonialismo, el escritor Antonio Lozano (Tánger, 1956) nunca se ha mordido la lengua.

No lo hizo al publicar sus dos primeras novelas, dos impactantes frescos sobre el éxodo africano titulados Harraga (Zoela, 2002) y Donde mueren los ríos (Zoela, 2003) y no lo hace desde el pasado jueves, cuando su obra El caso Sankara, publicada por la editorial Almuzara, se alzó con el Premio Internacional de Novela Negra Ciudad de Carmona.
Para Lozano, buen conocedor de la realidad africana, el género negro es un instrumento de denuncia e investigación, y figuras como la de Thomas Sankara, el revolucionario presidente de Burkina Faso asesinado en 1987, son «ejemplos reales con los que recrear y desnudar los oscuros intereses de Europa en África».

LÍDER ANTIIMPERIALISTA

Basado, por tanto, en hechos reales y planteado como una investigación del ficticio periodista Emmanuel Durant, el thriller de Lozano apunta a una doble autoría en la eliminación de Sankara, «un líder antiimperialista que hizo soñar a todo el mundo» con unos planteamientos que lo popularizaron como «el Che Guevara negro» (se cuenta que exhibía una efigie del Che en su sillón presidencial). El primero, que coincide con una reciente resolución de la ONU reclamando la reapertura del caso, apunta a los sicarios de su amigo y sucesor, el actual presidente Blaise Campoaré.
«Es algo sabido», dice Lozano, que empezó a indagar en la cara oculta de Burkina Faso tras una visita de vacaciones hace ocho años. «Todo el país conocía la amenaza, hasta Sankara estaba pendiente de ella». La clave de la novela, sin embargo, incide en una segunda autoría secreta, en un desenlace «imaginario, pero no improbable» del que la portada, con una fotografía real de François Mitterrand lanzando una mirada asesina a Sankara, ofrece pistas elocuentes.

«Las antiguas metrópolis aún ponen y quitan gobernantes en África según sus intereses –añade Lozano–, y los medios de comunicación europeos siguen disfrazando los efectos de ambiguos conflictos tribales». Preocupado por difundir las raíces del expolio africano, lo que le ha llevado a incluir en la novela a personajes reales como Jacques Chirac o como Mitterrand y su hijo —«un conocido traficante de armas»–, Lozano aclara premio en mano que escribe historias como la de Sankara para que emerja «la infame realidad africana oculta entre los tópicos».

Aun así, y tras declararse admirador de autores como Ryszard Kapuscinsky o Yasmina Khadra, este concienciado narrador no se llama a engaño: «Va a ser difícil liberar a África de su legado, y más ahora que toca apoderarse del petróleo de Camerún, Guinea, Angola o la República Centroafricana. Seguiremos masacrando a los africanos porque su desgracia, paradójicamente, es aún su enorme riqueza».