La relación de África con el resto del mundo continúa siendo concebida, en gran medida, a través del colonialismo. Sin embargo, antes de ello tuvieron lugar siglos de contacto e interacción con forasteros, no solamente con europeos.
ARTE MULTIMEDIA/COLECCIONISTA DE GRABADOS/ GETTY IMAGES El reino de Dahomey (en la actual República de Benín), 1893
El filósofo alemán Hegel afirmó que África «es una parte del mundo sin historia». Como consecuencia de esto, se asume que la historia de África no comenzó hasta que los europeos no empezaron a llegar. Esta idea (y otras derivadas) se convirtió en una de las falacias empleadas para justificar la trata de esclavos transatlántica, la colonización y el paternalismo arbitrario que caracterizó la norma europea hasta que tuvo lugar la descolonización, en la década de 1960. Incluso antes de que se hubieran arriado las banderas de los colonizadores europeos y de que surgieran los nuevos Estados independientes del África actual, se habían efectuado llamamientos urgentes para las nuevas historias del continente, que exploraban el largo e intenso pasado de las grandes civilizaciones de África.
Desafortunadamente, esas medidas correctivas siguen siendo necesarias, ya que, fuera del continente, el pasado de África sigue siendo conocido en gran medida por el periodo colonial de los siglos XIX y XX. Sin embargo, a veces los debates sobre el pasado de África pueden quedarse atrapados en una falsa dicotomía: una elección entre la familiar narrativa eurocéntrica (en la que predominaban los exploradores, los misioneros, los cañoneros y la ametralladora Maxim) o una versión más afrocéntrica, enfocada en el África precolonial. Esta división establecida entre dos versiones de la historia puede eclipsar un aspecto clave: antes de la colonización oficial del siglo XIX hubo varios siglos de contacto e interacción con forasteros, no solamente con europeos. Esos mismos siglos de interacción y sus repercusiones económicas a largo plazo se exploran con un detalle inusual en el extraordinario nuevo libro de Toby Green, A Fistful of Shells: West Africa From the Rise of the Slave Trade to the Age of Revolution .
No es una publicación fácil de categorizar. En esencia, es una historia económica en la que el autor plantea una cuestión profundamente desafiante: ¿por qué los intercambios económicos entre África y Europa se volvieron tan desiguales con el paso del tiempo? Y, ¿qué papel llegó a desempeñar la trata de esclavos transatlántica en este proceso? La ambición de la tesis central justifica la magnitud del libro de más de 600 páginas, pero esto casi parece moderado teniendo en cuenta lo lejos que Green llegó con su investigación.
A Fistful of Shells es el fruto de la investigación llevada a cabo en los archivos de nueve naciones, que obligó al autor a emprender un trabajo de investigación por ocho Estados de África Occidental. Y se nota. Los fragmentos basados en viajes del autor proporcionan observaciones y anécdotas que vinculan positivamente el pasado con el presente y dan voz a las vidas y experiencias de los propios africanos. Oscilando más allá de la economía, la tesis de Green se convierte, en definitiva, en una especie de reflexión filosófica sobre la naturaleza del valor en diferentes culturas y sociedades durante una era larga y bajo estudio en los inicios de la globalización.
Lo que distingue al libro como inusual no es el volumen de fuentes, sino su variedad. El uso de historias orales de un amplio abanico de sociedades africanas es particularmente gratificante. En la introducción, Green hace un uso excelente de las bellas artes: un conjunto de retratos de un artista holandés pintados a mediados del siglo XVII en Brasil, algunos de los cuales habían sido enviados desde Ámsterdam. Uno de los cuadros muestra la cara de Don Miguel de Castro, quien, a pesar de su nombre portugués y su extravagante vestimenta europea, fue embajador del reino del Congo, un reino africano posteriormente aliado del holandés. El mismo retrato asombró a los visitantes de la exhibición «Historias Afro-Atlánticas», que tuvo lugar el año pasado en São Paulo.
Esta amplia variedad de material hace que sea interesante que uno se pregunte si Green habría sido capaz de pintar un panorama aún más vívido de este periodo anterior si hubiera podido recurrir a los archivos de los siglos XV y XVI de Portugal, el país europeo con la historia más larga de comercio con África. Muchos de esos registros (relativos al comercio, pero también a la diplomacia, a la guerra y al trabajo misionero), junto con una inescrutable cantidad de cultura material, se perdieron en 1755 cuando un terremoto y un tsunami arrasaron Lisboa (tema central en la obra Cándido de Voltaire), destruyendo la ciudad y eliminando los libros de contabilidad en los que se habían registrado los tres siglos anteriores de comercio con África. La precariedad de fuentes documentales y cultura material aparece claramente resaltada de nuevo a través del uso que Green hace del patrón de la guerra remitido a Lisboa por el infame rey Adandozan de Dahomey (Estado situado en la actual República de Benín). A pesar de estar reproducido aquí, el patrón original se perdió en el incendio que destruyó el Museo Nacional de Brasil, en Río de Janeiro, en 2018.
Al reunir diversas fuentes, Green es capaz de refutar la afirmación hecha por Hegel de que África no tiene historia en dos niveles: África no solo tiene una larga y compleja historia, sino que además comparte parte de ese pasado con otros participantes en la economía comercial global que se remonta a hace más de mil años. El África que surge aquí es un continente dominado por numerosos reinos poderosos e imperios, a menudo gobernados por grandes dinastías y líderes, cada uno con sus propias obsesiones y ambiciones. Es un continente de creencias y prácticas culturales y religiosas intrincadamente complicadas, en el que las sociedades militarizas y a veces relativamente urbanizadas ascienden y descienden. Dicho de otra manera, las sociedades africanas no eran muy diferentes en términos estructurales de los reinos de Europa y el Norte de África con los que comerciaban. Donde las diferencias empezaron a acentuarse fue en los significados y valores asociados a diversos bienes y productos básicos, incluidas las conchas de cauri del título del libro. Enviadas a África desde Maldivas, en el océano Índico, en grandes cantidades y a lo largo de varios siglos, los cauris se utilizaban como una moneda de cambio en muchos pueblos de África.
El comercio de ideas, tecnología, arte y cultura entre África y sus socios era recíproco, una realidad acentuada por la esclavitud (algo que Green explora en gran profundidad). No solo se enviaron al otro lado del Atlántico bienes y productos básicos africanos, sino que el bagaje cultural y el capital intelectual se llevó al nuevo mundo a través de las mentes de millones de seres humanos que fueron intercambiados y tratados como mercancías. Los cimarrones, grupos de esclavos fugitivos que surgieron en Jamaica, Panamá y en otros lugares, lucharon sus guerras utilizando las teorías militares que habían aprendido en el continente en el que habían nacido. Asimismo, las plantaciones de arroz de Carolina del Sur fueron cultivadas utilizando no solo la mano de obra africana, sino también sus conocimientos. Esta sabiduría fue trasplantada intencionadamente para aplicarla en suelo americano por los traficantes de esclavos británicos, que habían esclavizado a miles de personas procedentes de las regiones de cultivo de arroz de Sierra Leona. Estos africanos fueron secuestrados para vender sus mentes como si de una mercancía tan valiosa como sus cuerpos se tratase.
Durante todo A Fistful of Shells , Green muestra la larga e histórica sombra que hay detrás del subdesarrollo del África actual. Alega que los monocultivos comerciales impuestos sobre las naciones de África por los poderes coloniales en el siglo XX tienen sus orígenes de forma parcial en las economías de plantaciones del siglo XIX, cuando poderosos líderes africanos, alentados por Gran Bretaña y otros países, utilizaban mano de obra forzosa y esclavizada para cultivar algodón, cacahuetes y aceite de palma para exportar. Asimismo, Green cree que la desconfianza general en los dirigentes nacionales en el África del siglo XXI está relacionada con las rupturas de las relaciones entre las élites y el pueblo de los siglos XVII y XVIII, causadas por la trata de esclavos y la propagación de las guerras y la inestabilidad.
A pesar de que no siempre es el texto más sencillo de seguir (el planteamiento temático a veces eclipsa la sensación de desarrollo de la narrativa), es un asombroso trabajo de investigación y argumentación. Tiene el potencial para convertirse en un referente en nuestro conocimiento de los continentes más incomprendidos.
Entre los libros de David Olusoga se incluye Black and British: A Forgotten History.
Texto original en inglés: https://www.newstatesman.com/culture/books/2019/01/west-africa-pre-colonial-fistful-shells-toby-green-review
Traducido por Iria López González.
Fuente: https://umoya.org/2019/03/01/los-imperios-olvidados-de-africa/