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La política imperialista de EE.UU. y el EI

Los kurdos de Kobane dejan al descubierto la hipocresía de la Coalición contra el EI

Fuentes: Payvand Iran News

La fuerza oscura del EI aparentemente es un gigante invencible que está asesinando sin piedad para establecer un Estado Islámico en Iraq y Siria. Pero la realidad es que, de hecho, está controlado y dirigido por sus creadores y partidarios, es decir, por EE.UU. y sus aliados en la región, esos que ahora pretenden haber formado una coalición para luchar contra él.

La pretendida lucha de la coalición contra el EI se parece mucho a un padre intentando disciplinar a un adolescente problemático y desobediente. No importa lo duro que sea el castigo para la conducta indisciplinada del joven, jamás contemplará asesinarlo. El EI es demasiado útil para los intereses nefarios de los miembros de la coalición -y de quienes se benefician de los dividendos de la guerra en general- como para ser eliminado.

La fuerza oscura del EI aparentemente es un gigante invencible e imparable que está asesinando y conquistando sin piedad para establecer un Estado Islámico en Iraq y Siria. Pero la realidad es que no está tan fuera de control como parece. Está, de hecho, cuidadosamente controlado y dirigido por sus creadores y partidarios, es decir, por EE.UU. y sus aliados en la región, esos que ahora pretenden haber formado una coalición para luchar contra él. EE.UU., Arabia Saudí y otros aliados en la zona no necesitan luchar contra el EI para (supuestamente) destruirlo; todo lo que tienen que hacer para apagar sus infernales llamas es dejar de echar más leña al fuego, es decir, dejar de suministrarle financiación, mercenarios, entrenamiento militar y armamento.

 

Existen muchas formas de demostrar que los benefactores del EI controlan de manera sutil sus operaciones y dirigen sus actividades de acuerdo a sus propios intereses geopolíticos. Una de ellas es prestar atención a su pretendida misión: desmantelar los regimenes corruptos e ilegítimos en Iraq y Siria, y reemplazarlos por un Estado Islámico «puro» bajo el mandato de un «califato devoto». Pese a manifestar que su misión es luchar contra los regimenes dictatoriales que han mancillado el Islam, el EI no cuestiona los regimenes más corruptos, dictatoriales e ilegítimos de la región, como son los de Arabia Saudí, Qatar, Kuwait y Jordania, que financian y arman sus operaciones.

 

Otra forma es comparar el ataque del EI (a principios de agosto) contra los kurdos iraquíes de Erbil con el que están sufriendo los kurdos sirios en Kobane. Cuando Erbil fue atacado, Estados Unidos desplegó su poderío aéreo de común acuerdo con los combatientes peshmerga kurdos para repeler el ataque.

 

Por el contrario, mientras la ciudad kurda de Kobane, al norte de Siria, está siendo atacada por las fuerzas desproporcionalmente mayores del EI, y miles de sus habitantes sitiados se enfrentan a un panorama de asesinatos masivos si cae, las fuerzas de la «coalición para luchar contra el EI» se han quedado mirando -o mejor dicho, jugando al escondite, o quizá al truco-o-trato con el EI- cómo las fuerzas kurdas, superadas en armamento y número, combaten valientemente contra sus atacantes. Solo de manera ocasional las fuerzas de la coalición realizan algún bombardeo que, básicamente, parece más teatral y de cara al escaparate que otra cosa.

 

Entonces, ¿por qué reciben un trato distinto los kurdos de Kobane y los de Erbil? La respuesta que ofrece Ajamu Baraka me resulta bastante reveladora:

 

«El motivo por el cual los kurdos de Kobane son sacrificados se debe a que son el tipo inapropiado de kurdos. Massud Barzani y los kurdos burgueses del Partido Democrático Kurdo (KDP) son los ‘kurdos buenos’ y la fuerza predominante entre los kurdos de Iraq. Su control de casi el 45% de las reservas iraquíes de petróleo y el negocio floreciente en el que han estado involucrados con compañías petroleras de EE.UU. e Israel desde su ‘liberación’ por la invasión estadounidense los convierte en un activo valioso para EE.UU. Lo mismo vale para Turquía, donde a pesar de la opresión histórica de los kurdos en Turquía, el Gobierno realiza un sólido negocio con los kurdos de Iraq»[1].

 

EE.UU., Turquía y sus aliados en la región no ven al KDP como una amenaza para sus planes geopolíticos (al menos de momento), en cambio sí consideran una amenaza a los kurdos «malos» de la zona autogobernada al norte de Siria, liderados por las Unidades Kurdas de Protección Popular (YPG). Al contrario del KDP, que tiende a distanciarse del Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK) en Turquía para no contrariar a los turcos ni a EE.UU. y sus aliados en la zona, el YPG acoge con satisfacción la ayuda del PKK para luchar contra el EI.

 

El interés fundamental de Turquía en Siria no tiene tanto que ver con la lucha contra el EI sino contra los kurdos sirios y el presidente sirio Bashar al-Assad; esto es así porque el fanático régimen anti-kurdo de Ankara teme que el debilitado régimen de Assad no sea capaz de acabar con los kurdos que se autogobiernan en Kobane y las áreas kurdas aledañas. Al régimen turco le preocupa que si los kurdos de Kobane logran repeler a las fuerzas del EI, su éxito y su experiencia de autogobierno en la región de Kobane resulten tentadores para los 15 millones de kurdos en Turquía. Los turcos también están preocupados porque el éxito de los sirios kurdos contra el EI frustraría sus viejas ambiciones de ocupar y/o anexionarse la región kurda rica en petróleo al norte de Siria, de ahí su insistencia en una zona neutral o de exclusión aérea en esa región.

 

Esto ayuda a explicar porqué el régimen turco insiste en que derrocar el régimen de Assad debe tener prioridad sobre la lucha contra el EI. También explica el intento febril del régimen turco de evitar que los voluntarios kurdos crucen su frontera con Siria para ayudar a quienes defienden la sitiada Kobane del brutal ataque del EI, lo que de hecho está ayudando al EI contra los kurdos. La inacción o acción vacilante de EE.UU. frente a la evitable matanza de kurdos sirios, que le hace cómplice de la carnicería, puede explicarse por el tira y afloja que mantiene con Turquía a cambio de la colaboración turca en pro de sus intereses imperialistas en la región.

 

La aproximación de EE.UU. al EI se entiende mejor si se la analiza en el contexto de sus objetivos generales en la región y más allá. El objetivo prioritario, compartido y reforzado por sus estados cliente, consiste en debilitar o eliminar «el eje de resistencia», conformado por Irán, Siria, Hizbolá, Hamas y, en menor medida, las fuerzas chiíes de Iraq, Yemen, Bahrein y Arabia Saudí. La consecución de este objetivo supondría alcanzar otro si cabe todavía más amplio: socavar la influencia y las alianzas de Rusia en la región y, por extensión, en otras partes del mundo; por ejemplo, su importantísimo papel dentro del Consejo de Cooperación de Shangai (China, Rusia, Kazajistán, Kirguistán, Tayikistán y Uzbekistán) y de los países del BRIC (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica).

 

Para intervenir con el fin de alcanzar estos objetivos, EE.UU. y sus aliados necesitan pretextos y/o enemigos, incluso si esto significa inventar o fabricar tales enemigos. Sin el EI habría sido muy difícil para EE.UU. justificar ante sus ciudadanos la reanudación de las operaciones militares en Iraq y su ampliación a Siria. Hace más o menos un año, el plan de la administración Obama para atacar Siria se vino abajo por la oposición de la opinión pública y, por lo tanto, del Congreso de EE.UU. La aparición del EI transformó rápidamente esa oposición en apoyo.

 

Teniendo esto en cuenta, el EI puede ser visto como otro instrumento (de reciente fabricación) de la caja de herramientas de la política exterior estadounidense, la cual incluye «terrorismo global», los ataques del 11 de septiembre de 2001, las armas de destrucción masiva, la tecnología nuclear iraní, Al-Qaeda y muchos otros grupos islamistas radicales, todos ellos subproductos o efectos de dicha política exterior imperialista de EE.UU.

 

[1] «Mientras el EI masacra kurdos en Kobane, EE.UU. bombardea silos de trigo sirios», por Ajamu Barka; traducido del inglés para Rebelión por Germán Leyens. [http://www.rebelion.org/noticia.php?id=190820]

 

Ismael Hossein-zadeh es Profesor Emérito de Economía (Drake University). Autor de  Beyond Mainstream Explanations of the Financial Crisis   (Routledge, 2014),  The Political Economy of U.S. Militarism   (Palgrave-Macmillan, 2007), y  Soviet Non-capitalist Development: The Case of Nasser’s Egypt   (Praeger Publishers, 1989). Ha colaborado además en Hopeless: Barack Obama and the Politics of Illusion   (AK Press, 2012) .

 

Traducción del texto en inglés: Sara Plaza

Artículo original en inglés publicado en Payvand Iran News: http://www.payvand.com/news/14/oct/1159.html