Recomiendo:
0

Los nuevos salvapantallas

Fuentes: La Estrella Digital

Aunque se trata de un vocablo no incluido en el Diccionario de la Real Academia, es seguro que el lector de estas líneas digitales sabe de sobra qué cosa es un salvapantallas: esa imagen que, cuando deja de trabajar en su ordenador, ocupa automáticamente la pantalla, a modo de telón de fondo, y constituye un […]

Aunque se trata de un vocablo no incluido en el Diccionario de la Real Academia, es seguro que el lector de estas líneas digitales sabe de sobra qué cosa es un salvapantallas: esa imagen que, cuando deja de trabajar en su ordenador, ocupa automáticamente la pantalla, a modo de telón de fondo, y constituye un descanso para la vista. En función de los gustos de cada uno, pueden aparecer en ella bellos paisajes, amables fotos familiares, pinturas famosas o cualquier otra imagen que no sea el aburrido logotipo de Microsoft o el de la empresa en que trabaja.

Pues bien, considere también el lector cuál puede ser la psicología personal de quien utiliza como salvapantallas alguna de las fotos de las torturas más aberrantes perpetradas contra los iraquíes, como las obtenidas por unos soldados británicos (publicadas en la prensa de la pasada semana), donde dos prisioneros desnudos aparecen practicando la sodomía y, alzando los pulgares, simulan expresar su satisfacción por ello. La cosa es que, según ciertas noticias, bastantes de las fotos que sobre las torturas en Iraq han dado la vuelta al mundo fueron hechas con sus cámaras digitales por soldados uniformados al servicio de sus respectivas patrias, para gozo y contento personal y, lo que choca más, para ser usadas como salvapantallas en sus ordenadores personales o profesionales. Abra el lector algún diario que las reprodujo e imagine qué se puede sentir al contemplar tal imagen en su monitor en los momentos de descanso.

Tras el amenazador y bélico discurso con el que Bush ha iniciado su segundo mandato en la Casa Blanca, en el que ni siquiera llegó a pronunciar una sola vez palabras tan críticas y hoy ineludibles en EEUU, como torturas, terrorismo, Iraq, Afganistán o el 11 de septiembre, y donde la habitual retórica mesiánica como vendedor de una indefinida libertad ocupó la mayor parte de su alocución, bueno es desde estos márgenes del imperio reflexionar sobre qué más podrá ocurrir en la peligrosa dirección que apuntan los hechos arriba comentados.

Recuérdese que fue un correo electrónico enviado por un estupefacto agente del FBI desde Guantánamo («Gitmo», como familiarmente se llama ahora en EEUU a este gulag del nuevo imperio de Occidente), el que desveló una Orden Ejecutiva firmada por Bush «que autorizaba abusivos métodos de interrogatorio… y permitía a los interrogadores militares en Iraq colocar a los prisioneros en posiciones dolorosas, imponerles la privación sensorial mediante capuchas [el capuz medieval], intimidarles con perros militares (sic) y usar otros métodos coercitivos». A pesar del infructuoso desmentido de la Casa Blanca, la opinión más extendida entre los implicados en esas sucias tareas era la de que la autorización provenía del vértice de la pirámide y que estaban actuando conforme a lo ordenado.

Usando datos de distintas fuentes informativas de EEUU, Tom Engelhardt (del Nation Institute) cita los siguientes métodos de extracción forzada de información: encadenamiento de manos y pies en posición fetal hasta 24 horas, sin comer ni beber y descansando sobre las propias heces; golpes y patadas a presos encapuchados; sesiones fotográficas mientras pasean desnudos; exposición a extremado calor o frío durante largo tiempo; cubiertos con una bandera israelí, ser sometidos a música «rap» intensa y luces deslumbrantes; cigarrillos encendidos introducidos en las orejas; privación del sueño; estrangulamiento parcial; amenazas de muerte; uso de perros hasta lograr la micción involuntaria por miedo; cables y aplicación de corriente eléctrica para simular que el prisionero baila; simulación de ahogamiento; simulación de ejecución a los más jóvenes; quemar las manos, rociarlas con alcohol y quemarlo; actos de sodomía reales o fingidos; golpear con la culata del fusil; corrientes eléctricas e inmersión en agua fría; golpear hasta matar. Hay informes que demuestran la aplicación de esas torturas en Guantánamo, Iraq, Afganistán y en prisiones secretas mantenidas por la CIA en diversas partes del mundo.

Hoy América habla de nuevo a todos los pueblos del mundo», dijo Bush el jueves pasado. No será a todos los pueblos, porque es difícil que el iraquí, que ha sufrido tales torturas, pueda creer en las buenas intenciones del presidente reelegido. Para muchos iraquíes, EEUU ha hablado ya con suficiente claridad mediante la invasión y posterior ocupación de su país. Dijo también Bush: «Todos los que viven en la tiranía y la desesperanza pueden saber que EEUU no ignorará su opresión ni excusará a sus opresores. Cuando se alcen por su libertad, estaremos con ellos». De nuevo la realidad le desmiente. Su amado padre no estuvo con los desventurados chiíes iraquíes que se alzaron contra Sadam en 1991, tras la primera invasión de su país por EEUU, y dejó que fueran brutalmente reprimidos por el dictador. Tampoco él ha estado al lado de los chechenos aplastados y torturados por Rusia. Ni parece nada decidido a apoyar a aquellos pueblos que, sometidos a feudales regímenes en Oriente Próximo, si llegaran a mostrar democráticamente su voluntad adoptarían un régimen político poco favorable a los actuales intereses de EEUU.

De tener que usar algún salvapantallas relacionado con EEUU, mejor podría utilizarse la ascética y barbada figura de Abraham Lincoln, a quien se atribuye esta frase: «Es posible engañar a todo el mundo durante algún tiempo, y a unos pocos todo el tiempo, pero no se puede engañar a todo el mundo todo el tiempo». Eso no ha acabado de entenderlo Bush, que sigue creyéndose sus propias mentiras. ¡Cuatro años más!


Alberto Piris es General de Artillería en la Reserva
Analista del Centro de Investigación para la Paz (FUHEM)