Estimado Michael: Acabo de leer tu artículo «El invierno de nuestra ocupación» y lo primero que me impresiona es tu alegría, que desde luego comparto, por el crecimiento exponencial de los movimientos de Ocupas en USA y recuerdo que esos movimientos tuvieron su primera expresión, así me parece, en Madison-Wisconsin. Acto al que te presentaste […]
Estimado Michael:
Acabo de leer tu artículo «El invierno de nuestra ocupación» y lo primero que me impresiona es tu alegría, que desde luego comparto, por el crecimiento exponencial de los movimientos de Ocupas en USA y recuerdo que esos movimientos tuvieron su primera expresión, así me parece, en Madison-Wisconsin.
Acto al que te presentaste espontáneamente, a hablarles a los muchachos allí reunidos. Actitud la tuya que me ganó y me empujo a escribirte, con comentarios francos sobre ese discurso.
Y si bien no contestaste mi primer Carta (1) reconozco que no tienes ninguna obligación de hacerlo y también que estás muy ocupado haciendo cosas positivas.
Mi insistencia en elegirte como interlocutor se basa como te dije en mi primera comunicación en que eres una «mosca blanca «en tu país, por tu alto grado de conciencia social y respeto por la justicia igualitaria.
Y además aprecio en este articulo lo positivo de tus proposiciones a los Ocupas, que me gustaría destacar.
No obstante, esta mi segunda carta tiene por objeto, espero que así lo entiendas, acercar un análisis crítico a algunos conceptos de tu nota, con la intención de aportar mi visión, que a todas luces va ser diferente de la que puedas hallar en otros comentarios en tu país.
Pues si bien, mi origen es familia proletaria, como el tuyo, mi educación en cambio, ocurrió en el Tercer Mundo y tú que ejerces ahora una función intelectual, apreciaras como tal, el valor de la amplitud en los criterios.
Amplitud, que no vas a encontrar en USA, adormecida todavía en la publicitada versión del «Sueño Americano», que aunque con justeza tú rechaces, sigue dominando a la mayoría de tus compatriotas, y a quienes por lo visto no preocupa, que ese «Sueño» sea realmente la «pesadilla del resto del mundo».
Desde el titulo, veo que tu preocupación se centra en que el invierno con su inclemencia acobarde a quienes acampan en plazas y parques, perdiéndose así la fuerza de sus demostraciones y sobre todo la continuidad.
Tu propuesta de que se hagan las acciones en otros lugares más protegidos, pero no por ello menos relevantes, la comparto plenamente.
Supongo que estarás de acuerdo conmigo en que estamos, los que pretendenmos una justicia social, envueltos en un combate, contra los que ejercen esa injusticia desde el poder del que disponen.
Y que si vamos a la batalla frontal contra el enemigo debemos partir de un concepto básico: saber cuántos somos nosotros y cuántos son ellos.
Y a partir de aquí es donde difiero contigo y con otros que se apoyan en el slogan «somos el 99% y ellos el 1%».
Reconozco sí, que para un país como el tuyo, que ha impuesto al resto del mundo la manipulación de la publicidad comercial, ese eslógan tienen una fuerza innegable.
En cuatro o cinco palabras, fáciles de recordar, describe una situación de enfrentamiento, ubica a los protagonistas principales y da la sensación de que el triunfo, o lo que en lo comercial seria el disfrute del producto, está a un paso, basta con aceptarlo (o comprarlo)
Pero para mí, que soy enemigo del consumismo, ese eslógan encierra, como muchos otros que venden, un engaño peligroso.
Ese engaño lo llamo «efecto Coca-Cola».
Porque es en tu país, ciudadela del capitalismo y patria de esa bebida, donde desde hace décadasdr vende, pese a que ésta se reserva públicamente el derecho a no informar a los usuarios de los componentes de su formula.
Este «absurdo», permíteme llamarlo así, no puedes aplicarlo en el estandarte de la batalla política más importante que ha comenzado la juventud estadounidense en los últimos tiempos.
Estas obligado a informar de qué se compone el 99% al que te refieres. Podría contener veneno… ¿sabes, Michael?
Puntualizo en determinar objetivamente el porcentaje, porque conocer quiénes son sus enemigos, fortalecerá a los Ocupas en su lucha
Supongo que tu no creerás que ese 99% está plenamente integrado y unido ideológicamente contra el 1% del otro lado.
Te pregunto, dónde ubicas, por ejemplo, a la famosa y misteriosa «clase media estadounidense» (2).
Y estoy seguro que la clase media, lo verás seguramente en las próximas «elecciones democráticas», integra objetivamente el lado del 1%. No sé con qué porcentaje, pero seguro que no es pequeño.
No por nada la propaganda del Sueño Americano, volcada intensivamente por décadas sobre la juventud, tiene una fuerte incidencia en el pensamiento social.
Mencionas luego tres ejemplos de resistencia de los estadounidenses en situaciones de fuerza con la llegada del invierno, permíteme que tome el de la gran sentada de Flint, las huelgas de 1936 y 1937 contra la GM y otras automotrices, como ejemplo central, por su importancia y heroicidad.
Era otra época en Estados Unidos, los sindicatos eran activos, jugaban un rol y algunos, no todos, defendían con uñas y dientes a los asalariados.
Era la época de la Depresión, y apenas hacia unos años que Ford había puesto en marcha, junto con la línea continua de producción que robotizaba al obrero, la ilusión individualista y estúpida del automóvil privado para una clase media en ascenso.
El automóvil, artefacto que empezaba a formar parte ese «Sueño Americano» en formación, y que al mismo tiempo que comenzaba a separar en la práctica a los seres humanos unos de otros, los invitaba a escalar el estatus de la ostentación infantil.
Mientras las calles de las ciudades, se llenaban de esas «latitas con ruedas», el aire se empezó a hacer irrespirable y los peatones empezaban a sobrar y a molestar a los automovilistas, nuevos dueños del espacio ciudadano.
Te cuento esto, que tú sabes mejor que yo, para hacerte notar un hecho fundamental, sumamente positivo, que debería alegrarnos a ambos.
Y es que los Ocupas de todo el mundo, pero en especial es más notable que esto suceda en Estados Unidos, han comenzado a romper con el individualismo, al que los somete desde hace décadas el capitalismo, han llegado a sus lugares de acampada caminando, dejando sus aislantes» latitas con ruedas», se han encontrado con los otros seres humanos, pensantes, con problemas parecidos, han intercambiado diálogos, canciones, ilusiones, objetivos y tareas.
Por eso vuelvo a tu ejemplo de la sentada de Flint, donde los sindicatos, nunca mejor que el nombre de uniones, que estaban dirigidos entonces, por socialistas, comunistas y anarquistas, cumplían en esos años la función de unir los intereses comunes de la clase trabajadora estadounidense, desunida permanentemente por la propaganda patronal.
Era otro Estados Unidos, aún existía con presencia nacional el pensamiento político que como el socialista y el comunista representaban a un sector de la clase obrera a la que todavía los ricos que estaban en el poder no habían bautizado todavía ingeniosamente como «clase media» y que representaban una cultura y una prensa de carácter democrático, pero anticapitalista.
Pero también lamentablemente, donde Roosevelt desde el Gobierno y los plutócratas, como los Bush, Rockefeller, Ford, etc. desde el poder económico, juntos todos ellos con el primito inglés, esperaban salir de la Depresión de la única forma que conoce el capitalismo… mediante la guerra.
Y para ese fin, aprovechando la ingenuidad política del pueblo estadounidense, y a sus espaldas, daban forma, fuerza y contenido a un títere furioso como Hitler y empezaban a ayudarlo a armar un ejército de alemanes todavía envenenados por la pobreza y la derrota de la Primera Guerra, para lanzarlos sobre la Unión Soviética, donde en 1917 se les había ocurrido, tempranamente, acabar con el capitalismo.
Y la sentada de Flint, a la que te refieres, fue una de esas acciones heroicas en plena Depresión en las que los Sindicatos defendieron a los obreros de las empresas automovilísticas, de la explotación descarada a la que eran sometidos por sus patrones. Mientras por ejemplo la Ford y otras armaban a toda velocidad, exportando técnica y autopartes a las fábricas de camiones y tanques de la Alemania Nazi, empujándola a la futura guerra.
Te recuerdo que en esos años emergió en tu país una mujer luchadora, de origen obrero, que de por sí fue la antítesis de la actual mujer-tipo estadounidense «la consumista compulsiva del capitalismo».
Se llamaba Genora Johnson Dollinger, y organizó a las mujeres para defender hasta con la vida y con sus propios hijos, los derechos de sus maridos trabajadores.
Por eso cuando aconsejas a los trabajadores que tomen contacto y busquen ayuda en los sindicatos honestos que no tienen acuerdos con las patronales en contra de los intereses de los obreros, y que tomen las fábricas abandonadas por las corporaciones, estás dando un paso correcto que aplaudo.
Te apoyo cuando invitas a los estudiantes a luchar contra la guerra, pero NO estoy de acuerdo en cambio cuando aconsejas lograr la reducción del presupuesto del Pentágono a la mitad, pues te aseguro que esa mitad es todavía hoy más que la del gasto militar de 150 países juntos.
Te refieres más adelante a las varias situaciones conflictivas que acosan a tus compatriotas y que son motivo de su salida a las calles y de sus protestas. Y les aconsejas que ocupen pacíficamente los lugares donde se producen esos conflicos, bancos, casas hipotecadas, colegios, etc.
No cabe duda, y en eso estoy de acuerdo contigo, de que es una forma de presión sin duda más eficaz que esperar resoluciones de algún Gobierno elegido «democráticamente», bajo la Constitución capitalista de tu país.
Solo quiero recordarte que esa Constitución, que aun está en vigor, venera la propiedad privada.
Y que los funcionarios del Estado, que son los representantes de las corporaciones, principales beneficiarias de esa propiedad privada, seguramente van a emplear la violencia fascista (así se llama) para desalojar a los Ocupas.
Claro que eso no debe detener la lucha, porque los conflictos y las injusticias que los producen no se van a detener mientras exista el capitalismo.
Y los Ocupas lo intuyen y se expresan en multitud de pancartas y slogans que vemos en las acampadas contra el capitalismo, pero que en realidad no significa que los que las escriben y portan tengan la clara conciencia de cómo funciona el maldito sistema capitalista que juega y maltrata sus vidas y destinos.
Cuando los Ocupas descubran, entiendan y tomen conciencia de que lo que se esconde tras la palabra capitalismo es un monstruo que se llama «propiedad privada irrestricta» y que la sujeción a esa propiedad privada es la culpable de su alienación, cuando lo ha´gan, será un paso de gigante en la conciencia de esa generación.
Y aquí está el «quid «de la Cuestión, en todos los conflictos, lugares y corporaciones a los que te refieres.
Al ocupar esos lugares, desde donde se ejecutan las acciones que ayudan a destruir las vidas actuales y las expectativas futuras del pueblo estadounidense, deben saber los Ocupas que tendrán que hacer frente a esa hidra de mil cabezas que es la propiedad privada irrestricta del capitalismo. El más peligroso y criminal de los desafíos que enfrentarán.
Es un animal sin cerebro, destructivo y solo actúa instintivamente, por pasiones irrazonables. Siempre capaz de matar para defender sus privilegios.
Enfrentaran por ejemplo a la hidra en los bancos, que son sus hipotecas fraudulentas y especulativas lanzan a la calle a millones de víctimas, con sus préstamos a los estudiantes que los esclavizan por años, y con sus seguros que comercian cínicamente con la salud del pueblo.
Por eso es fundamental que entiendan que la única propiedad privada que los seres humanos en la sociedad actual merecen el derecho a poseer es el techo de la vivienda personal y familiar, los enseres y bienes muebles que acompañan nuestra vida y nos pertenecen.
Todo lo demás que la naturaleza pone a nuestra disposición, las tierras y sus riquezas, las aguas, el aire del planeta, los animales, los medios de producción creados por el trabajo del hombre, la energía que extraemos de donde sea, todo sin excepción, nos pertenece a todos los seres humanos vivos por igual, sin privilegios para nadie.
Y entre todos debemos organizar su apropiación, uso y aplicación, considerando el respeto a la naturaleza como primordial para nuestra subsistencia.
Y justamente lo que hace el capitalismo es organizar y apoderar a un grupo de ladrones, llamados «los ricos» o si te gusta más «el 1%» , insignificante en número que se han incautado «privadamente» de nuestros bienes, los de los Ocupas y los demás seres humanos, tierras, fabricas, petróleo, agua, aire, desde hace muchos años.
Cuando la mayoría de los jóvenes, y los Ocupas en primer lugar, comprendan que la palabra «autosuficiencia» por ejemplo, es una imposible y estúpida proposición a un ser humano dependiente de la naturaleza.
Que solo la solidaridad y la convivencia con los otros seres humanos puede permitirnos sobrevivir.
Que la «competencia y la concurrencia capitalista» solo producen crecimiento irracional inhumano y anti-naturaleza y con ello injusticias, conflictos, guerras y finalmente dolor y deben ser reemplazadas por «compartir, participar y crecer lo imprescindible e inteligentemente».
Solo cuando comprendan esto y decidan luchar por este concepto, podré aceptar lo que dices de que «en 12 semanas hemos matado su palabra más sagrada, capitalismo».
Mientras tanto coincidiré en que el capitalismo está muriendo, pero en primer lugar por sus propias contradicciones insolubles y luego porque el crecimiento de la comunicación está empezando a iluminar la conciencia del ser humano. La presencia de los Ocupas en las plazas es el mejor ejemplo.
Por eso el hecho que como bien aclaras, de que los republicanos han decidió cambiar el nombre de capitalismo, por «Libertad Económica», en estos tiempos no es solo risible, mejor aún, es inútil.
Querido Michael: Quiero terminar mi nota felicitándote por la pregunta final que haces: «cómo es posible que el 1% de la población tenga dos partidos y el resto ninguno?» Eso se llama «poder de síntesis».
Pero tú sabes bien que en la podrida y falsa democracia representativa estadounidense eso es normal.
Dos partidos con la misma ideología y que representan «casi» los mismos intereses, se reparten el poder y los pocos votos de tus ingenuos compatriotas.
Espero con ansiedad tu carta sobre el proceso electoral y pienso que los Ocupas de tu país esperan lo mismo.
Te abrazo fraternalmente
Hersh Zakheim
(1) http://www.rebelion.org/
(2) Aprovecho esta carta para pedirte que si puedes me aclares qué es eso de la «clase media» en tu país. Porque vuelve locos s los sociólogos y po,itólogos del mundo entero.
Te doy mi opinión. Lo que para nosotros es la clase trabajadora, para ustedes es la clase media. Ahora bien, si consideras la supresestructura ideológica de la clase trabajadora estadounidense, es probable que tengas razón, piensan, como decían los primeros marxistas, con la conciencia falsa. Piensan como sus patronos.
Pero si tomas los ingresos, que esa clase trabajadora estadounidense tuvo por décadas, basados en la explotación de los países del Tercer Mundo y que vuestros capitalistas transfirieron parcialmente para mantenerla callada y dócil a sus designios, creo que te equivocas. Pues debes tomar esos ingresos y ocupaciones, en relación al país donde se producen y no compararla, con países pobres oprimidos y explotados.
Si lo haces así, veras que lo que ustedes llaman clase media se simplemente la clase trabajadora.
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.
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