Las crisis funcionan para hacer evaluaciones y la pandemia del coronavirus nos ha reafirmado lo muy occidentalizado que está nuestro mundo. Es evidente: el cine que vemos, las marcas que consumimos, el tipo de comida con la que nos alimentamos, los lenguajes que usamos para comunicarnos, la filosofía que estudiamos; pero hoy, ante la emergencia, resaltan los que olvidamos, los que «importan menos».
Al inicio de la propagación del virus, uno de los países más afectados y que tuvo un crecimiento exponencial en el número de contagios fue Irán, país que hoy se encuentra en la sexta posición mundial con más de 38.000 contagios, pero que no ha estado en los reflectores ni en la prensa internacional de forma alarmante como sí lo han estado Italia, España, o claro, Estados Unidos. Las culturas diferentes, como la persa, nos importan menos, hasta para hacer el ranking de una pandemia.
A inicios de marzo, Irán se ubicaba a la par de Italia, y sólo por detrás de China, como uno de los países con mayores tendencias al contagio del Covid-19, pero poco se dijo de medidas extremas como la liberación temporal de más de 54.000 presos, en un intento de combatir el avance del virus en las cárceles del país, que sufren de sobre población.
Lo mismo sucede con África, que según datos recabados por la Universidad Johns Hopkins, obtenidos de gobiernos locales, se acerca hoy a los 4.500 contagiados en 47 países y suma 137 muertos registrados por coronavirus; en contraste, la Organización Mundial de la Salud, reporta sólo 2.650 casos y 49 defunciones, lo que demuestra incluso la dificultad de realizar una estadística clara en dicho continente.
La fundación internacional «Manos Unidas» presentó una entrevista a Cristina Antolín, doctora española que ha trabajado 15 años en la República Democrática del Congo y 17 en Camerún, apoyando misiones de salud, y quien precisa que cada año los africanos, entre ellos muchos niños, mueren por enfermedades como el paludismo, el SIDA, la tuberculosis, la hepatitis o el sarampión, entre otras, por no mencionar el ébola.
Estas enfermedades alcanzan en África cifras muy superiores a la media mundial porque, en éste continente, según Antolín, se dispone de pocos hospitales y centros sanitarios. “En la mayoría de países africanos tienen menos de 2 médicos y menos de 10 enfermeras por cada 10.000 habitantes, mientras que, por ejemplo en España, a pesar de haber habido una disminución los últimos años, tenemos una media de unos 40 médicos y 50 enfermeras por cada 10.000 habitantes”.
«Si el coronavirus entrara en el continente con toda su fuerza, sería, sin duda, catastrófico”, asegura la misionera española. «Los índices de enfermedad y de mortalidad serían altísimos porque, dadas las condiciones del continente africano, todas las personas serían de riesgo», señaló Antolín con referencia a la difícil situación en materia de sanidad.
En tanto, la Comisión Económica de las Naciones Unidas para África (CEPA) informó que dentro de las consecuencias financieras del coronavirus, pudiera preverse la pérdida de la mitad del Producto Interno Bruto (PIB), algo que afectaría aún más al estancado crecimiento económico de la región, al perder ingresos hasta por 65.000 millones de dólares para los países exportadores de petróleo del continente sumado a la reciente caída en los precios del crudo.
Según la secretaria ejecutiva de la CEPA, Vera Songwe, el coronavirus afectará irremediablemente el comercio de África. “Después de haber golpeado con fuerza al principal socio comercial de África, que es China, el Covid-19 tendrá inevitablemente un impacto en la actividad comercial africana”, declaró la economista camerunesa a medidos de marzo, en una conferencia de prensa en la sede de la CEPA en Addis Abeba, Etiopía.
En adhesión, la Comisión advierte que los productos farmacéuticos importados a África, en su mayor parte de Europa, podrían encarecerse y reducir su disponibilidad para los africanos.
“Puesto que dos terceras partes de los países africanos son importadores de alimentos básicos, tememos que la escasez tenga repercusiones graves en la disponibilidad de comida y en la seguridad alimentaria”, apunta la CEPA, por lo que África requeriría, una cifra nunca prevista de 10.600 millones de dólares para salir adelante ante la pandemia, los cuáles no tiene e implicaría adquirir una deuda insostenible.
Pero al parecer, a los grandes medios de información, e incluso a nosotros como individuos, poco importan los problemas de lo que no sea Europa, no sea Norteamérica, como si el hambre, el sufrimiento o una emergencia sanitaria determinara quién debe ser el protagonista de este mundo en decadencia. Nos sorprende que en Italia, España, Estados Unidos u otras poderosas naciones, mueran miles a causa de un virus, pero olvidamos que para el África Subsahariana, toda la vida ha sido de emergencia, muertes y pandemia.