Han tenido que pasar 23 años, para que los tunecinos despertaran de ese miedo que les frenaba a manifestar el malestar y denunciar el régimen corrupto de Ben Ali, hasta llegar a la fase en la cual la gente se concienciara de la situación y tuviera la suficiente valentía para salir a las calles y […]
Han tenido que pasar 23 años, para que los tunecinos despertaran de ese miedo que les frenaba a manifestar el malestar y denunciar el régimen corrupto de Ben Ali, hasta llegar a la fase en la cual la gente se concienciara de la situación y tuviera la suficiente valentía para salir a las calles y reivindicar sus derechos. Todo comenzó meses atrás, incluso podemos hablar de años atrás, cuando en varias regiones del país salieron varios grupos de personas protestando sin éxito porque fueron reprimidas por la policía política. Estos casos se centraron esencialmente en las zonas interiores del país debido a la escasez de trabajo, lo que hizo que el nivel del paro se disparara alcanzando un 30%.
Pero, como todo el mundo sabe, la gota que colmó el vaso fue la quema a lo bonzo del jóven Mohamed Bouazizi, que tras ser humillado por la policía y verse sometido a un sentimiento de impotencia y desesperación, se vio obligado a actuar de este modo. Fue un hecho que no sólo conmocionó a los tunecinos, sino a todo el mundo árabe. A partir de ese momento, podemos hablar de un antes y un después. Vimos un cambio de actitud radical en los jóvenes tunecinos, quienes salieron e inundaron las calles de las principales ciudades del país, llegando el día 8 de enero a la capital tunecina e irrumpiendo con fuerza mientras jadeaban el lema «ashaab yurid isqat a nidam«, es decir, «el pueblo quiere derrocar el régimen«. De ese modo los jóvenes revolucionarios pedían la dimisión inmediata de la cúpula de Ben Ali y exigían cambios urgentes en el marco socio-político, dando paso a una transición democrática.
Tras tantos años aguantando la represión, la pobreza, la corrupción, la falta de libertad de expresión y el enriquecimiento abusivo de un sólo clan junto con algunas multicionales, han sido decisivos a la hora de impulsar a la juventud tunecina a organizarse y unirse para salir en grandes manifestaciones. Aunque por desgracia la lucha se haya cobrado la vida de varias personas, al final consiguieron derrocar al presidente Zine Abidine Ben Ali, hasta el punto de verse obligado a huir a Arabia Saudí junto con su familia, el pasado 14 de enero 2011, casi un mes después de la muerte del joven Mohamed Bouazizi. Esto supuso un gran logro para los tunecinos y para el mundo árabe en general, y sin duda alguna fue el comienzo de un largo sendero para llegar implantar una verdadera democracia.
Tras la caída del régimen, la euforia y la alegría inundaron las calles del país. Niños, jóvenes, hombres y mujeres, celebraban un momento que quedará marcado en la historia reciente de Túnez. Paralelamente, podemos hablar de una situación de inestabilidad y de caos, ya que áun seguían presentes en el panorama político resíduos del antiguo régimen como el primer ministro provisional Mohamed Ganouchi, que tras la insistencia de los manifestantes no tuvo otra que dimitir. Y así se mantuvo la situación una y otra vez hasta la formación de un tercer gobierno provisional liderado por Beyi Caid Essebsi, que se vio obligado a doblegarse ante la principal exigencia de los manifestantes, es decir, convocar elecciones nacionales para una asamblea constituyente que se celebraría el 24 de julio. La asamblea constutuyente se encargará de redactar una nueva constitución y convocar elecciones parlamentarias y presidenciales. Por tanto, estaríamos ante un nuevo sistema totalmente renovado que lucharía por alcanzar los ideales de una democracia constitucional, que defendiera los derechos y los intereses de los ciudadanos tunecinos.
Sin embargo, concebimos las luchas internas entre las fuerzas políticas y el inminente desacuerdo sobre como llevar a cabo la transición democrática, así como una ley electoral definida para las elecciones del 24 de julio como algo evidente. Teniendo en cuenta que el actual panorama político cuenta con 50 partidos, nos damos cuenta de que hace que sea complicado llegar a un consenso. Esto lleva a los tunecinos a tener sus dudas acerca de si la fecha establecida para las elecciones está bastante lejos o demasiado cerca, es decir, el 24 de julio. Realmente se trata de un temor compartido por todos los actores políticos del país, sobre toda a las partes que salieron victorosas de esta revolución.
E n los años 90, el movimiento político Ennahda fue uno de los movimientos con más influencia en el país y fueron duramente reprimidos por el régimen de Ben Ali, por lo que su líder y figura carismática Rachid Ghannouchi se vió obligado a exiliarse a Inglaterra, donde estuvo viviendo largos años hasta el pasado 30 de enero, cuando retornó al país con el objetivo de contribuir al proceso de transición a la democracia. El partido político Ennahda, es un partido islamista que años atrás tenía un carácter más extremista que fue perdiendo gradualmente. Hoy por hoy tratan de que la transición sea un verdadero éxito. Los analistas afirman que el movimiento de Ennahda podría ser un candidato con muchos apoyos en los próximas elecciones. Según el señor Ghannouchi, su partido se daría por»contento si consiguieran contar entre un 30 % y un 35 % de los votos para la asamble constituyente». Pero se trata de una cifra díficil de conseguir, aunque no imposible. Los analistas argumentan que el movimiento Ennahda ha estado prohibido entre 1991 y 2011. Estamos hablando de 20 años y el 54% de la población tunecina son jóvenes que no alcanzan los 30 años, lo que significa que desconocen los fundamentos de este movimiento y que podrían tener dudas acerca del Islam político, lo que supondría una gran pérdida de votos para el movimiento de la Nahda. Por ello, las elecciones en Túnez van estar muy reñidas y hasta el momento no podemos hablar de un claro candidato para gobernar el país.
De esta manera, apreciamos que los pasos hacia la democracia en Túnez va de forma más lenta, pero con pasos firmes y seguros, contribuyendo para un futuro mejor para el pueblo tunecino.
Safia Abahaj, estudiante marroquí de la Universidad de Granada y directora de la revista bilingüe online Al-Qáfila