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Los refugiados somalíes van de un desierto a otro

Fuentes: Guinguibali

De un desierto a otro. Los refugiados somalies, según denuncia Médicos Sin Fronteras, están siendo trasladados a un nuevo campo que no reúne las condiciones mínimas, mientras que sigue cerrado el que debía abrir el pasado mes de noviembre y ya dispone de letrinas, duchas, pozos, suministro eléctrico, cobijo y escuelas. Las ONG han manifestado […]

De un desierto a otro. Los refugiados somalies, según denuncia Médicos Sin Fronteras, están siendo trasladados a un nuevo campo que no reúne las condiciones mínimas, mientras que sigue cerrado el que debía abrir el pasado mes de noviembre y ya dispone de letrinas, duchas, pozos, suministro eléctrico, cobijo y escuelas. Las ONG han manifestado además su preocupación porque después de la reunión de la FAO del pasado lunes, que supuso una sucesión de promesas, el anuncio oficial de los donantes se esté haciendo esperar.

El traslado de refugiados somalíes en Dadaab a la extensión del campo conocida como Ifo 3 empezó hace dos días bajo los auspicios del Alto Comisionado para los Refugiados de Naciones Unidas (ACNUR). El proceso se ha llevado a cabo «de forma poco transparente y sin apenas consultar a otras agencias sobre el terreno ni a la comunidad de
refugiados», según afirma la organización médico humanitaria Médicos Sin Fronteras (MSF).

Miles de personas que malviven en las afueras de los campos están siendo conducidas a Ifo 3, un campo que según la ONG dispone de escasos servicios básicos, como agua y saneamiento. Se espera además que Ifo 3 acoja a un total de 60.000 refugiados, lo que supera en 20.000 personas la capacidad para la que fue proyectado. Las ONG presentes en la zona fueron informadas de la operación de traslado el pasado viernes y, aunque ya se están llevando cisternas de agua y se están cavando letrinas, el nuevo campo no cumple los mínimos estándares humanitarios.

Ifo 3 tampoco cuenta con estructura hospitalaria alguna, con lo que los pacientes que deban ser ingresados o necesiten nutrición terapéutica en régimen hospitalario tendrán que ser referidos a los hospitales de MSF en los campos de Dagahaley o Ifo 1, que ya están operando por encima de su máxima capacidad.

Mientras tanto, a sólo a unos pocos kilómetros, el campo de Ifo 2, que debía abrir el pasado noviembre y ya dispone de letrinas, duchas, pozos, suministro eléctrico, cobijo y escuelas, sigue cerrado. MSF insta al Gobierno de Kenia y al ACNUR a que procedan al traslado inmediato de refugiados a Ifo 2, tal como anunció el Ejecutivo keniano hace 12 días.

Un gran número de personas que huyen del conflicto y la sequía en Somalia siguen llegando a Dadaab. Sólo la semana pasada se reportaron 5.117 nuevos refugiados, elevando la cifra total de llegadas a 81.463 desde enero y el total de refugiados en Dadaab a 387.893. Gran parte de ellos permanecen en las afueras de los campos y siguen sin recibir la asistencia adecuada. Los retrasos en el proceso de registro y en el acceso a comida, agua y cobijo están llevando a estas personas al límite de sus fuerzas.

Entre tanto, la reunión de la FAO del pasado lunes supuso solo una sucesión de promesas, pero el anuncio oficial de los donantes se hace esperar, según denuncia Acción contra el Hambre, que ha manifestado «su preocupación por la ausencia de compromisos firmes por parte de la comunidad internacional». Tres testigos, Joice, Ibrahim y Jacintha, originarios de la región de Garbatulla, en el centro de Kenia, una de las regiones más afectadas por la sequía y donde Acción contra el Hambre implementa sus proyectos, nos cuentan sus historias.

Joice Karambu, madre de Elisabeth

«En nuestro pueblo ya no hay nada de qué comer. Nada de lluvia, nada de cosechas: ya no tenemos suficiente comida. Intento vender un poco de leña que recojo pero no es suficiente. Hace algunas semanas, Elisabeth empezó a perder mucho peso. Mírela: tiene dos años y pesa seis kilos: ¡es el peso de un niño de seis meses!
Tuve que dejar a mis otros hijos para llevarla al hospital. Le dan de comer por medio de una sonda en pequeñas cantidades. Me han dicho que, en su estado, el simple hecho de ingerir demasiada comida a la vez podría provocarle un paro cardíaco… Está tan delgada que se le ve el latido del corazón por debajo de la piel. Es tan frágil…»

Ibrahim Borou Roba, pastor

«Tengo 64 años y nunca había visto una sequía así. La sequía está por todas partes, ¡no sabemos a dónde ir! Muchos de nosotros han perdido su ganado. En el pueblo teníamos 100 cabras, perdimos 90. Las que sobreviven están en tal mal estado que casi no dan leche. Nadie quiere comprarlas. Así la gente no tiene dinero para comprar alimentos ni tiene leche. Lo único que comemos es maíz. La desnutrición aumenta. Hace algunas semanas, Acción contra el Hambre hizo una encuesta nutricional aquí. ¡Había muchísimos niños desnutridos! Les dimos sobres que contienen alimentos nutritivos y ya están mucho mejor. Pero, ¿qué va a pasar después? La lluvia no llega, los animales siguen muriendo… Cuando pienso en lo que era esta región en los tiempos de mi niñez… había pastos por todas partes, animales en buen estado de salud, frutas salvajes. No conocíamos el hambre. Las cosas son muy diferentes ahora. Las lluvias son más escasas desde hace años, pero no había visto nunca una situación así. No sé cómo podremos salir adelante.»

Jacintha, nutricionista de Acción contra el Hambre en Kenia

«Mi trabajo en la región de Garbatulla, en el centro de Kenia, consiste en detectar la desnutrición infantil. Tenemos equipos móviles que van de pueblo a pueblo para identificar los casos de desnutrición. Durante estos últimos meses han aumentado mucho. Antes, a los niños se les daba leche, pero ahora la situación es distinta. Los animales mueren o se les lleva a otras regiones porque aquí está todo seco y no hay pastos, pero es dramático para la salud de los niños. Acabo de visitar a una niña que estamos tratando. ¡Pesa sólo 6 kilos y tiene 11 meses! Su abuela me contó que no tenía leche para dar a su nieta: ya no hay ganado y la leche comprada en los mercados tiene precios exorbitantes. Cuando la madre de la niña se va para buscar agua, le dan té por falta de leche. No es increíble, ¿un bebé alimentado con té? Todo en ella está afectado. En primer lugar, a nivel físico: está muy delgada, con la piel estirada, el pelo disperso… Por otra parte, ¡es tan frágil y apagada! No sonríe, no se despierta como los otros niños… Saben, a parte de la amenaza de muerte, la desnutrición afecta también al desarrollo general de un niño. Es una verdadera plaga.»

Fuente original: http://www.guinguinbali.com/index.php?lang=es&mod=news&task=view_news&cat=2&id=2153