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Marruecos

Los regímenes y la opción de la reconciliación y la confianza en los pueblos

Fuentes: Al Tachdid

Ya es hora de ser honesto con uno mismo una vez que la revolución egipcia haya logrado concretar el primero de sus objetivos. La responsabilidad requiere romper con los discursos de la tranquilidad, la calma y la simplificación a la hora de hacer frente a un hecho democrático sin precedentes. El ignorarlo y sus repercusiones […]

Ya es hora de ser honesto con uno mismo una vez que la revolución egipcia haya logrado concretar el primero de sus objetivos. La responsabilidad requiere romper con los discursos de la tranquilidad, la calma y la simplificación a la hora de hacer frente a un hecho democrático sin precedentes. El ignorarlo y sus repercusiones costarán un alto precio, como el de perder la capacidad de la iniciativa para llevar a cabo la transición democrática, el nacimiento de un estado de desconfianza entre las elites y el colapso de la credibilidad de las instituciones y los intermediarios políticos, los partidos políticos y las instituciones existentes. Entonces, la transición democrática vendrá impuesta y será costosa.

Sí, el caso egipcio nos concierne en Marruecos y mucho. El impulso de la ola de la democracia se ha convertido en una fuente de inspiración para los pueblos del mundo árabe. La diferencia entre los pueblos solo está en el tiempo. El caso marroquí se ha caracterizado por la capacidad de anticipar los efectos derivados del caso egipcio y de emprender las iniciativas por voluntad propia para fomentar lo positivo o contener los riesgos de lo negativo. Los efectos profundos de lo que sucede allí sobre aquí y viceversa se pueden ver observando la trayectoria del desarrollo político de los dos países desde el comienzo de los años setenta.

La evolución anteriormente mencionada en la historia comparada entre los dos países ha hecho que cada país esté pendiente de lo que está pasando en el otro para sacar una lección y anticipar los peligros. Por lo tanto, el discurso de la excepción marroquí es en realidad un peligro que amenaza con paralizar la capacidad de emprender las reformas necesarias antes de que sea demasiado tarde.

Es verdad que hay algunas diferencias en la situación política de las instituciones militares de cada país o en los regimenes políticos: monárquico aquí y republicano allí, pero el hecho de que ambos países optaran por el sistema occidental en detrimento del sistema socialista desde la era de Sadat y la sensible posición estratégica que ocupan ambos países en la ecuación internacional haciendo frente a retos similares a nivel demográfico, económico, social, cultural, estratégico, de desarrollo y de seguridad ha obligado a Marruecos a interactuar constantemente con las novedades de lo que sucedía en Egipto, utilizando un método preventivo para evitar caer en los mismos errores y, al mismo tiempo, aprender de los cambios y las posturas tomadas.

Hoy en día, estamos ante un acontecimiento histórico que requiere una respuesta histórica por parte de Marruecos. Se debe poner en marcha una nueva iniciativa democrática nacional que ponga a Marruecos entre los países que tratan de lograr una transición democrática efectiva. De no ser así, se perderá en el camino la particularidad marroquí. Tal vez hay que aprender que la reconciliación con los pueblos es la válvula de la seguridad y la puerta de la estabilidad, y que la cuerda del apoyo externo es muy corta y vulnerable.

La opción de la reconciliación y la confianza en lugar del control y la exclusión pasa necesariamente por romper con el partido autoritario como herramienta de control y exclusión. También pasa necesariamente por proteger el pluralismo, fomentar la política de apertura política, retomar la trayectoria democrática paralizada desde las elecciones de 2007 y llevar a cabo un diálogo nacional honesto para adoptar un programa de reformas políticas y constitucionales urgentes para este año que nos separa de las elecciones de 2012.

La situación actual es el camino que queremos para nuestro país o tendremos el valor de seguir un camino diferente, partiendo de los puntos fuertes disponibles: la institución monárquica, cuya referencia es incuestionable, y el pluralismo político arraigado.

Traducido por Alfanar Traductores http://www.boletin.org/control/product/~category_id=ESP_ROOT/~product_id=AT-0114-02-11