Los seguidores del presidente argelino, Abdelaziz Bouteflika, celebraban ayer la victoria en las elecciones presidenciales antes de que se conociera resultado alguno. Los medios de comunicación veían también inevitable la reelección para un cuarto mandato pese a su delicado estado de salud. Se acentuaba así la sospecha del fraude. Con varios partidos pidiendo el boicot, […]
Los seguidores del presidente argelino, Abdelaziz Bouteflika, celebraban ayer la victoria en las elecciones presidenciales antes de que se conociera resultado alguno. Los medios de comunicación veían también inevitable la reelección para un cuarto mandato pese a su delicado estado de salud. Se acentuaba así la sospecha del fraude. Con varios partidos pidiendo el boicot, la participación será un dato relevante.
Bajo un gran despliegue policial y de vigilancia, los argelinos votaron ayer para elegir al jefe de Estado en unos comicios en el que el actual presidente, Abdelaziz Bouteflika, parte como favorito frente a su rival Ali Benflis, que insiste en advertir del riesgo de fraude.
Los partidarios de Bouteflika no esperaron a ningún resultado ni avance -los primeros oficiales no estaban previstos hasta hoy- y se lanzaron a las calles de Argel a celebrar la victoria de la que estaban seguros. Caravanas de coches con la bandera nacional y el retrato de Bouteflika atravesaban las principales arterias de la capital, mientras se lanzaban fuegos artificiales en la plaza de la Grande Poste.
Por la mañana, Bouteflika, en rueda de prensa y sonriente, llegó al colegio electoral de Baxhir El Ibrahimi en El Biar, acompañado de dos de sus hermanos, entre ellos Saïd, consejero especial con grandes poderes. Saludó a los periodistas, se dejó fotografiar y se marchó sin hacer declaraciones.
La reelección de Bouteflika para un cuarto mandato de cinco años parecía inevitable. «Es justo el telón que caerá esta noche en una actuación política de mal gusto», señalaba el diario «El Watan», que definía unas elecciones «carentes de credibilidad y cobertura». Para el diario «Libertad», «las verdaderas maniobras comenzarán al día siguiente del 17 de abril» porque «las mismas elecciones carecen de cuestiones reales».
Con 77 años, Bouteflika sufre las secuelas de un súbito ataque cerebral que redujo sus capacidades de expresión y movilidad. Por ello, no ha sido el mismo el que ha dirigido su campaña.
Su paso por el colegio electoral constituía su primera aparición pública desde el 8 de mayo de 2012. Ese día dejó entrever el inicio de una sucesión declarando que su generación «había cumplido con su tiempo». Pero el 22 de febrero finalmente anunció su decisión de acceder a un cuarto mandato, a pesar de las dudas sobre su capacidad para dirigir el país.
Participación
A las 17.00, la tasa de participacíon era del 37,06% y el voto se prolongó una hora más del horario previsto en más de un tercio de los 1.541 ayuntamientos del país.
El martes pasado Bouteflika exhortó a los argelinos a acudir a las urnas. La participación será una de las claves de la consulta. En las presidenciales de 2009 oficialmente fue del 74,11%. Pero un cable de la embajada estadounidense en Argel desvelado por Wikileaks la estimó entre un 25% y un 30%.
Una coalición de cinco partidos de oposición llamaba al boicot reclamando una transición democrática. A su vez, el movimiento Barakat (Ya basta), hostil a un cuarto mandato de Bouteflika, consideró que estas elecciones son un «no-evento». Además de la participación, otra de las sombras que planea sobre las elecciones es el fraude «que siempre ha reinado en las elecciones argelinas», como insistía «El Watan». Benflis, ha hecho de esta denuncia una de las bases de su campaña, que incluso hizo salir a Bouteflika de su silencio para acusar, sin nombrarlo, a su rival de «terrorismo» y de sembrar la división. Un argumento contundente en un país que aún padece las consecuencias de la guerra civil desencadenada por las frustradas elecciones de 1992.
Al menos 70 personas heridas en choques en la Cabilia
Al menos 70 personas resultaron heridas en la Cabilia, al este de Argel, en enfrentamientos entre jóvenes y gendarmes. Decenas de personas que denunciaban el voto de militares en las elecciones presidenciales y algunos manifestantes irrumpieron en un colegio electoral de Rafur, 147 kilómetros al sureste de la capital argelina, y quemaron las urnas. Un testigo local confirmó a Efe por teléfono que los disturbios comenzaron de madrugada y que continuaban ayer por la tarde. Según el diario «Al Watan», cuatro manifestantes fueron detenidos en esta localidad y otros tres en Haizer.
El mismo periódico aseguró que las fuerzas de seguridad lanzaron gases lacrimógenos desde un helicóptero para dispersar la protesta.
La seguridad ha sido una de los principales argumentos de Bouteflika. En Rais, una ciudad víctima de una de las peores masacres de la década de los 90, algunos electores explicaban que elegían la estabilidad y la paz. Redouane, de 44 años, votaba, aunque sin gran convicción, «Es solo una forma de conjurar la mala suerte» porque «tengo miedo a la inestabilidad, a revivir el horror.
El cuarto mandato de Bouteflika puede debilitar su régimen y precipitar todo el sistema (Editorial)
Los argelinos han votado en las elecciones presidenciales que, según indican las encuestas y los analistas, ganará Abdelaziz Bouteflika. Será el cuarto mandato para el presidente de Argelia, de 77 años y postrado en silla de ruedas debido a problemas de salud crónicos derivados de una embolia que han puesto en duda su capacidad para aguantar en el puesto. La guerra dialéctica, con acusaciones de fraude y de compra de votos, no se ha hecho esperar. Tampoco los llamamientos al boicot. Y es difícil asegurar que, por primera vez, Argelia ha tenido una elecciones libres y honestas. Con los antecedentes electorales de Egipto, Costa de Marfil o República centroafricana presentes, que llevaron la guerra de la dialéctica a la realidad, el ambiente está tenso y enrarecido. A falta de formalizar los resultados, la pregunta es obligada. ¿Qué puede ofrecer Bouteflika en su cuarto mandato? En el mejor de los casos, poca cosa. El debilitamiento de su régimen parece un hecho y que ello precipite todo el sistema no es descartable.
La clave de estas elecciones será su ciclo poselectoral. Se entra de lleno en una nueva etapa política, propicia para materializar la gran aspiración de los argelinos; conseguir un cambio real.