Bajo la dirección de Francia, 3.700 soldados de la EUFOR de la UE, planean ir a Chad lo antes posible. El objetivo oficial de la misión es proteger los campos de refugiados en el este del país. En realidad lo que está ocurriendo es una guerra sangrienta en todo el país entre las fuerzas rebeldes apoyadas por el gobierno sudanés y China por un lado, y el gobierno de Chad y el ejército francés por el otro. La semana pasada la guerra llegó a la capital de Chad donde tuvo lugar una batalla feroz.
No puede haber ninguna duda de que Francia tiene relación con el gobierno de su ex – colonia. La misión de la UEFOR pretende jugar un papel neutral en Chad pero el ejército francés está directamente implicado en la lucha transportando fuerzas gubernamentales y ayuda con reconocimiento aéreo. En 2006, el gobierno de Chad consiguió sobrevivir gracias a que la Legión Extranjera francesa ayudó activamente a aplastar el asalto rebelde a la capital. El presidente de Chad, Idriss Déby, llegó al poder en 1990 con un golpe de estado ayudado por el ejército francés. Francia tiene 2.000 soldados en el país y utiliza su territorio como la mayor base de la fuerza aérea en el Sáhara. Oficialmente Chad es una «democracia burguesa», pero según el índice de percepción de la corrupción de Transparecency International, en 2005 era el país más corrupto del mundo.
Hay que dejar claro que los países que apoyan la misión de EUFOR, como son Irlanda, Bélgica, Suecia, Austria, Rumania y Polonia, no están haciendo trabajo humanitario, sino que participan en la guerra sucia imperialista. También hay que subrayar que tres de los países que participan en la misión: Irlanda, Austria y Suecia, se suponen que son «neutrales» porque sus constituciones les prohíben participar en las guerras.
Es verdad que hay 250.000 refugiados en Chad que huyeron de Darfur, la provincia occidental de Sudán y otros 170.000 refugiados que huyeron de distintas partes de Chad. Las noticias de los medios de comunicación occidentales dan la impresión de que los refugiados de Darfur son personas que están desplegadas allí por las milicias Janjaweed, apoyadas por el gobierno sudanés y China. En realidad, la catástrofe de los refugiados es la consecuencia de la guerra civil en Darfur, por un lado entre las milicias Janjaweed, y por el otro, el Ejército de Liberación Sudanés (SLA) y el Movimiento Igualdad y Justicia (JEM) apoyado por EEUU. Tanto el coordinador de la ONU para la ayuda de emergencia en las regiones en crisis, Jan England, como Amnistía Internacional, piensan que el JEM y el SLA están expulsando a la población de sus casas.
La verdadera razón de la «catástrofe de los refugiados» es una guerra de rapiña entre el imperialismo francés y norteamericano, con China. Es el colmo del cinismo utiliza a los refugiados que son el producto de la intervención extranjera como una excusa para una nueva intervención extranjera del imperialismo francés, apoyado por los socialdemócratas, comunistas y sindicalistas de todos los países de la UE, hay que decir que no hay un solo refugiado en África que no sea consecuencia de la interferencia o intervención extranjera.
La verdadera razón del conflicto: ¿Una lucha por petróleo e influencia?
Al antecedente de este empeoramiento del conflicto en Sudán y Chad es la carrera de las potencias imperialistas por el control de los recursos locales y las importantes materias primas. Debido al aumento del precio del petróleo, los depósitos petroleros del Sáhara, que están muy profundos, han adquirido un gran interés. El 10 por ciento de los recursos petroleros mundiales se calcula que están en África. Chad comenzó en 2003 a producir petróleo y está actuando como un imán para la codicia de las distintas potencias imperialistas. En 2002, EEUU declaró que debido a la creciente inestabilidad en Oriente Medio debía garantizar el control de las reservas petroleras de África, se convirtió en un objetivo estratégico central de su política exterior. En 2015 los objetivos de EEUU son conseguir de África el 25 por ciento de sus importaciones de petróleo. El problema es que Francia y China también demuestran interés en la futura riqueza petrolera de esta región.
El conflicto en Chad y Darfur es sólo una pequeña muestra de una gigantesca lucha de poder que se está produciendo en toda África entre las potencias imperialistas europeas, EEUU y China. Desde la caída del Muro de Berlín y hasta hace poco, los conflictos en África estuvieron dominados por las guerras de rapiña entre Francia y EEUU. El conflicto más brutal fue la guerra civil en Ruanda en 1994 y la del Congo, a la que se conoce como la «guerra mundial africana» y que comenzó en 1996. Según el International Rescue Committee, 5,4 millones de personas murieron en esta guerra, más que en cualquier otro conflicto desde la Segunda Guerra Mundial.
Ahora el escenario ha cambiado por dos razones. Por un lado, el imperialismo francés ha perdido casi todas sus batallas contra EEUU y se ha visto obligado a capitular ante el imperialismo norteamericano. Por otro lado, otro nuevo jugador fuerte está consiguiendo cada vez más influencia en África: China. Este país importa ya el 30 por ciento de su petróleo de África, principalmente de Somalia, Níger, Nigeria y Sudán. Pero sólo es el principio. Hu Jintau, el presidente de China, ha visitado 17 países africanos para reforzar las relaciones económicas, políticas y militares. En África están funcionando 800 empresas chinas y más de 100.000 chinos se han trasladado a África durante estos últimos años, muchos se han convertido en granjeros. También está claro que China proporciona ayuda militar a países africanos y que participa directamente con algunas de sus tropas. Por ejemplo, se calcula que hay 10.000 soldados chinos en Sudán, oficialmente son «trabajadores para la construcción del ferrocarril». La creciente influencia de China es la razón principal para que la UE y EEUU trabajen juntos en África contra el nuevo «enemigo».
La lucha de poder que hoy se produce en África es similar a la que se desarrolló a finales del siglo XIX, cuando las grandes potencias se dividieron África y comenzaron a surgir conflictos entre ellas. Es interesante observar que cuando el imperialismo francés y británico casi llegan a la guerra en África fue en Sudán, en 1899, durante la llamada «Crisis Faschoda». Como en el silo XIX, de nuevo es en Sudán donde los chinos, el imperialismo francés y estadounidense tienen su mayor enfrentamiento. Ahora EEUU intenta desmembrar Sudán. No sólo quiere separar Darfur sino también el sur cristiano, donde EEUU apoya al Ejército de Liberación Popular del Sur (SPLA) que lleva años luchando por la independencia. Darfur y el sur cristiano son las regiones de Sudán donde se encuentran los pozos de petróleo.
La situación que ha creado la intervención imperialista en África desde la caída de la Unión Soviética sólo se puede describir como barbarie. El nivel actual de conflictos violentos no se ha visto desde la Segunda Guerra Mundial. Quizá la situación más similar que podríamos encontrar en la historia sea la Guerra de los Treinta Años (1618-1648) en Europa. No sólo es una guerra que atraviese todo el continente sino que también destroza la economía, la sociedad y donde estados enteros, descritos como «estados fracasados», se están despoblando. Es una economía belicista de capitalistas y señores de la guerra, más allá del control de cualquier estado, como aparece en la pintura famosa de Wallenstein sobre la Guerra de los Treinta Años, participan milicias, mercenarios y el mercado mundial domina el continente entero. El saqueo, la violación, el despliegue de tropas y la guerra son la raíz de un sistema económico especial vinculado al mercado mundial y al imperialismo: la economía de la barbarie.
La única fuerza que puede acabar con este baño de sangre y miseria es la clase obrera. Los trabajadores de los países imperialistas, de la UE, de EEUU y de China deben luchar contra la intervención militar de sus países en África. La clase obrera de África, que ha demostrado en grandes huelgas en Sudáfrica, Nigeria y Egipto su potencial de lucha, no tiene otra elección excepto luchar contra el imperialismo, contra las corrupta elites africanas y los títeres locales del imperialismo para nacionalizar los recursos naturales, la infraestructura y la industria bajo su propio control democrático.
Sólo el derrocamiento del capitalismo puede impedir que África se hunda cada vez más en la barbarie. Deberíamos plantear la consigna: «Ni un soldado, ni un solo céntimo para la misión de la EUFOR». Debemos exigir el fin inmediato de esta misión militar y el final de cualquier ayuda a los partidos que la apoyan.
Deberíamos plantear este tema dentro de los sindicatos, de los partidos obreros para que hagan una campaña para impedir el envío de tropas o cualquier otro tipo de suministro a las tropas de la EUFOR. Garantizar la paz, la estabilidad y la prosperidad no es posible bajo el dominio imperialista y la explotación capitalista. La naturaleza de las elites gobernantes de los países ex – coloniales como Chad demuestran que la genuina independencia no es posible a menos que los trabajadores y las masas explotadas tomen el destino en sus manos. La genuina independencia sólo se pude conseguir destruyendo las bases de la dependencia económica de las potencias imperialistas. Esto sólo es posible mediante la nacionalización de los recursos naturales, el comercio y la industria bajo el control democrático de la clase obrera africana.