Desde ayer, y en realidad desde antes, activistas de clase media han estado pidiendo a los egipcios y egipcias que suspendan las protestas y vuelvan al trabajo, en nombre del patriotismo, entonando cantinelas ridículas del tipo «construyamos un nuevo Egipto», «trabajemos más duro que nunca», etc. Por si no lo sabes, en realidad el pueblo […]
Desde ayer, y en realidad desde antes, activistas de clase media han estado pidiendo a los egipcios y egipcias que suspendan las protestas y vuelvan al trabajo, en nombre del patriotismo, entonando cantinelas ridículas del tipo «construyamos un nuevo Egipto», «trabajemos más duro que nunca», etc. Por si no lo sabes, en realidad el pueblo egipcio ya se encuentra entre los pueblos que más duro trabajan de todo el mundo.
Esos activistas quieren que confiemos en los generales de Mubarak y en su transición hacia la democracia -la misma junta que ha constituido la columna vertebral de su dictadura durante los últimos 30 años. Y mientras yo confío en el Consejo Supremo de las Fuerzas Armadas, que recibe 1,3 billones de dólares anuales de EEUU, éste trazará finalmente la transición hacia un gobierno «civil». No tengo duda de que será un gobierno que garantizará la continuidad de un sistema que nunca tocará los privilegios del ejército, que mantendrá a las fuerzas armadas como la institución con la última palabra en los asuntos políticos (como por ejemplo en Turquía), que garantizará que Egipto siga la política exterior de EEUU, consistente en la paz no deseada con el estado apartheid de Israel, en el paso seguro para la marina estadounidense por el Canal de Suez, la continuación del bloqueo de Gaza y la exportación de gas natural a Israel a precios subvencionados. El gobierno «civil» no significa un gabinete con miembros no uniformados. Un gobierno civil significa un gobierno que representa plenamente las demandas y aspiraciones del pueblo Egipcio sin ninguna intervención de mandos militares. Y creo que esto será difícilmente promovido o permitido por la junta.
Los militares han sido la institución dominante en este país desde 1952. Sus líderes son parte de la clase dirigente. Y mientras que los oficiales y soldados jóvenes son nuestros aliados, no podemos ni por un segundo dar nuestra confianza a los generales. Es más, necesitamos que esos jefes militares sean investigados. Quiero saber más sobre su implicación en el ámbito de los negocios.
Todas las clases de Egipto tomaron parte en el levantamiento. En la plaza Tahrir podían encontrarse hijos e hijas de la élite egipcia, junto a trabajadores, ciudadanos de clase media y pobres urbanos. Mubarak ha conseguido ganarse la antipatía de todas las clases sociales, incluida una vasta sección de la burguesía. Pero hay que recordar que sólo cuando las huelgas de masas estallaron hace tres días, el régimen comenzó a desmembrarse y el ejército tuvo que forzar la renuncia de Mubarak, estando el sistema a punto de colapsar.
Algunos se han sorprendido de que los trabajadores y trabajadoras comenzaran a hacer huelga. Realmente no sé qué decir. Es algo completamente idiota. Los trabajadores han intervenido de forma duradera y sostenida con la mayor oleada de huelgas en la historia de Egipto desde 1946, desencadenada por la huelga de Mahalla en diciembre de 2006. No es culpa de los trabajadores que no le hayas prestado atención a las noticias que hablaban de ellos. Durante todos y cada uno de los días de los últimos tres años ha habido huelga en alguna fábrica del Cairo o de las provincias. Estas huelgas no eran sólo económicas, eran también de naturaleza política.
Desde el día 1 de nuestro levantamiento, la clase trabajadora ha tomado parte en las protestas. ¿Quiénes crees que eran los manifestantes de Mahalla, Suez y Kafr el-Dawar por ejemplo? Sin embargo, los trabajadores estaban interviniendo como «manifestantes» y no necesariamente como «trabajadores» -lo que quiere decir que no estaban moviéndose de forma independiente. El gobierno ha traído la paralización de la economía con su toque de queda y el cierre de bancos y empresas, no los manifestantes. Era una huelga capitalista destinada a aterrorizar al pueblo egipcio. Sólo cuando el gobierno intentó llevar de vuelta el país a la «normalidad» el domingo, los trabajadores volvieron a sus fábricas, discutieron sobre la situación y comenzaron a organizarse en masa, moviéndose como un bloque.
Las huelgas que los trabajadores han hecho esta semana fusionaban lo económico y lo político. En algunos lugares los trabajadores no pusieron la caída del régimen entre sus demandas, pero usaron las mismas consignas que la gente que protestaba en la plaza Tahrir y en muchos casos – al menos los que he conocido directamente y estoy seguro de que hay muchos más – los trabajadores hicieron una lista de demandas políticas en solidaridad con la revolución.
Esos trabajadores no volverán pronto a casa. Comenzaron las huelgas porque no podían alimentar ya a sus familias. Se han crecido con el derrocamiento de Mubarak, y no pueden volver a sus casas y decirle a sus hijos que el ejército ha prometido traerles comida y devolverles sus derechos en no se sabe cuántos meses. Muchos de los huelguistas han comenzado ya a elevar demandas adicionales sobre el establecimiento de sindicatos independientes de la corrupta y estatal Federación Egipcia de Sindicatos.
Hoy he comenzado a recibir noticias de que miles de trabajadores del transporte público están protestando en el-Gabal el-Ahmar. Los trabajadores temporales de las plantas de laminación de acero de Helwan también están protestando. Los técnicos del ferrocarril continúan parando trenes. Miles están protestando en la azucarera de el-Hawamdiya y los trabajadores de las refinerías de petróleo comenzarán una huelga mañana por demandas económicas y también por la destitución del ministro Sameh Fahmy y la paralización de la exportación de gas a Israel. Y más noticias están llegando de otros centros industriales.
En este punto, la ocupación de la plaza Tahrir probablemente será suspendida. Pero tenemos que llevar Tahrir ahora a las fábricas. A medida que la revolución avance se dará una inevitable polarización de clase. Debemos estar vigilantes. No deberíamos parar aquí… Tenemos la llave para la liberación de toda la región, no sólo de Egipto… A partir de ahora una revolución permanente que empoderará a la gente de este país con democracia directa desde abajo…
Hossam el-Hamalawy es miembro de la organización hermana de En lucha en Egipto (www.e-socialists.net), periodista y bloguero de 3arabawy.