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Luchas por una ciudad habitable

Los vecinos se rebelan ante la especulación

Fuentes: Diagonal

Los mismos fenómenos se repiten en ciudades diferentes. En apenas unos años, capitales como Madrid, Barcelona, Valencia o Sevilla han puesto en marcha un frenético lavado de cara de sus zonas históricas. Las obras de remodelación se han multiplicado. Los edificios de diseño y el urbanismo de vanguardia se han convertido en elementos cotidianos del […]

Los mismos fenómenos se repiten en ciudades diferentes. En apenas unos años, capitales como Madrid, Barcelona, Valencia o Sevilla han puesto en marcha un frenético lavado de cara de sus zonas históricas. Las obras de remodelación se han multiplicado. Los edificios de diseño y el urbanismo de vanguardia se han convertido en elementos cotidianos del paisaje. Pero más allá de las revistas de arquitectura y las guías de viajes, son cada vez más las voces de urbanistas que alertan contra un modelo de ciudad basado en el espectáculo y difícilmente sostenible.

«Los políticos, de la mano de los constructores, se han lanzado a la caza del edificio representativo. En todos partes intentan tener su pequeño Guggenheim. Como dijo un arquitecto: se trata de poner la ciudad en el mapa. Da lo mismo que el edificio haga o no falta. En el fondo, lo que le preocupa al político es tener la foto y aparecer en ella». Quien así habla es David Gómez, experto en urbanismo y miembro de la Plataforma por la Casa del Pumarejo de Sevilla. Según critica, se trata de un modelo más pendiente de realizar inaguraciones y de ganar votos, pero que desatiende las necesidades reales de los ciudadanos.

«Ese dinero luego no se gasta en otro tipo de cosas: habitabilidad, sostenibilidad, gastos sociales, edificios públicos. Eso queda apartado.», protesta. «Y no es una crítica que hagamos sólo los movimientos vecinales, son informes técnicos de urbanistas los que señalan que no se puede seguir adelante con una política de corto plazo, que piensa solo en la foto».

Los cambios urbanos, en todo caso, no afectan sólo a la imagen de la ciudad. Como se denuncia desde las asociaciones de vecinos, el mayor problema reside en los cambios que viven los propios habitantes. Más de una vez, la revalorización del suelo no repercute en una mejora de la calidad de vida de los ciudadanos.

En esa línea, la reforma de los cascos viejos se ve acompañada con frecuencia por la progresiva expulsión de vecinos con bajo nivel económico, que pasan a ser sustituidos por grupos sociales con mayores niveles de renta. En Europa, el fenómeno se ha repetido en tantas ocasiones que ya cuenta con un término para definirlo: gentrificación, un tecnicismo procedente de la voz inglesa gentry (aburguesamiento).

Las asociaciones vecinales más críticas advierten, además, del papel protagonista de la especulación inmobiliaria en todo este proceso. De hecho, al tiempo que se producían muchas de estas remodelaciones el precio medio de la vivienda subía un 150% desde 1997, según datos del Instituto Nacional de Estadística. Estas circunstancias, unidas a la privatización de los espacios públicos, han provocado el levantamiento de grupos de resistencia contra la violencia urbanística. Todos comparten una misma exigencia: que se atienda a los problemas de los ciudadanos antes que al precio del ladrillo.

SEVILLA: EL GRAN POLLO DE LA ALAMEDA

En Sevilla la agitación vecinal pasa por el barrio de San Luis-La Alameda. Situado en el centro urbano, allí se celebra desde el 30 de marzo al 18 de junio una exposición donde se muestran las luchas por la defensa del barrio. Bajo el nombre de El Gran Pollo de La Alameda, sus organizadores han querido reflejar «los trabajos de resistencia que activistas, artistas y movimientos sociales estaban llevando a cabo contra las lógicas de especulación y expropiación».

En la capital andaluza, las resistencias cobraron fuerza a principios de 1998. A partir de esa fecha, el proyecto municipal de instalar un parking en la Alameda fue contestado por los vecinos. Como forma de protesta se emplearon medidas innovadoras. «Para evitar la tala de árboles se levantó Villa Ardilla», recuerda Gómez, «se hicieron casas en los árboles y hubo gente durmiendo en ellas. Al final se paró el plan y ganamos la batalla».

Años más tarde, la batalla se desplazaba al barrio del Pumarejo. La lucha por La Alameda había servido para unir a diferentes colectivos hispalenses. En el año 2000 se intentó declarar en ruinas la histórica casa del Pumarejo y construir un hotel de lujo en su lugar. La resistencia vecinal volvió a oponerse. Los intereses especulativos volvieron a frenarse.

El objetivo de los vecinos no era otro que conservar las relaciones sociales alrededor de la casa. Según indica David Gómez, «queríamos que el sitio pudiera seguir siendo lo que fue históricamente: una casa de vecinos, que se conservara la mezcla de viviendas con comercios y establecimientos de la zona». Hoy, después de seis años, el futuro de la casa aún no se ha decidido. De momento en 2003 se declaró el interés histórico del edificio, lo que dificulta los intentos de especulación.

A pesar de los éxitos, los movimientos vecinales reconocen que no pueden bajar la guardia. Algunas luchas se han perdido. Otras empiezan ahora. En este momento, uno de los proyectos que más debate genera es la construcción del edificio vanguardista Metropol Parasol en la plaza de la Encarnación. «Se trata de una serie de zetas de madera puestas en línea. Hace poco aparecía en una exposición del MOMA como ejemplo de nueva arquitectura española. Esa es la obsesión», concluye, «que se les vea en Nueva York aunque haya que gastarse 50 millones de euros».

BARCELONA: CRECER A RITMO DE EVENTOS

En Barcelona, la imagen ha llegado a convertirse en la base de su crecimiento. Así se ve desde la Asamblea contra el Fórum de las Culturas. Según explica uno de sus miembros, la ciudad se sostiene sobre la construcción de un imaginario colectivo. Se trata de lo que se conoce como la marca Barcelona, una estrategia que en la capital catalana arranca de lejos. A su juicio, «desde la exposición universal de 1928 esta ciudad ha crecido a golpe de eventos». Para los más críticos, esto ha supuesto que las operaciones más especulativas han aparecido históricamente bajo el caballo de troya del interés cultural.

En el nombre de la cultura

«Todo se hace en nombre de la cultura», denuncian. El Fórum de las Culturas, un proyecto urbano de 2.500 millones de euros, basado en valores de paz y solidaridad y al mismo tiempo patrocinado por multinacionales y empresas de armamento, quizás haya sido el mayor ejemplo de este fenómeno. Sin embargo está lejos de ser el único. El plan 22@, con el que el Ayuntamiento pretende transformar tres millones de metros cuadrados de la zona del Poblenou, constituye hoy el último macroproyecto municipal. La Torre Agbar del arquitecto Jean Nouvel, rebautizada con decenas de apodos que hacen referencia a su forma fálica, cumple en este caso la función de imprimir un aire vanguardista a la remodelación del barrio.

En oposición a estas actuaciones, se han activado un gran número de colectivos críticos. Algunas de las iniciativas más innovadoras tienen su epicentro en la zona del Raval. El «plan contra la violencia urbanística» en Barcelona puesto en marcha por la coordinadora del barrio es un ejemplo de ellas. Su objetivo: hacer visible la insostenibilidad del actual modelo y proponer soluciones.

Otro modelo de cultura

A su vez, el 8 de abril 200 personas ocupaban el histórico teatro Arnau de Barcelona para reclamar la reapertura de un espacio escénico donde desarrollar propuestas culturales gratuitas. Un modelo de entender la ciudad que, en opinión del colectivo Espai alliberat per la Cultura, rompería el modelo de gestión cultural que «de la mano de la especulación urbanística» sirve para revalorizar barrios «a partir de la instalación de faraónicos museos y centros de cultura institucional».

El intento no duró mucho. Esa misma noche el centro era desalojado por la Guardia Urbana, lo que desde el colectivo ha sido interpretado como una prueba más de que «en nombre de esta cultura de marca se quiere acabar con los espacios culturales críticos, autónomos, experimentales o disidentes».

CIUDADES DISTINTAS, UN MISMO PROBLEMA

Zaragoza: una expo de la especulación
Zaragoza fue elegida para albergar en 2008 la sede de la Exposición Internacional. A pesar del eje central del evento, que gira alrededor del agua y los recursos naturales, varios colectivos ciudadanos denuncian que la transformación urbana con motivo de la Expo enriquece a constructoras con escaso interés por el desarrollo sostenible. Los barrios cercanos a la zona, como el de las Delicias, han comenzado ya a revalorizarse.

Los frentes abiertos de Valencia
En Valencia la resistencia ciudadana tiene varios focos abiertos. Los planes para el crecimiento de la ciudad han llevado a amenazar zonas hasta hace poco protegidas. La pedanía agrícola de la Punta y el barrio del Cabanyal son dos de las zonas más dañadas por estos procesos. Al mismo tiempo, el Museo de las Artes y las Ciencias y las instalaciones de la Copa América de vela han servido de palancas para introducir intereses especulativos.

Pamplona: el espíritu del Euskal Jai
En Navarra, el frontón de pelota vasca Euskal Jai se ha convertido en un icono de la lucha por la identidad de las ciudades frente a los intereses del poder. Durante años, este edifico modernista quedó abandonado por sus dueños en pleno Centro Histórico para que se revalorizase el terreno. Se produjeron protestas por este uso especulativo y el edificio llegó a ser okupado. Finalmente, en el año 2004 la policía desalojaba el Euskal Jai.

Vecinos de Burgos echan atrás el parking
Los vecinos del barrio de Gamonal tumbaron el proyecto de un parking subterránea en la avenida Eladio Perlado. El 18 de abril de agosto 2005 contestaron al plan del Ayuntamiento con una noche de disturbios en la que algunos vecinos fueron detenidos. Aún no se han decidido las sanciones legales, por lo que el pasado 21 de abril otros vecinos irrumpían en el pleno municipal con pancartas de apoyo a los procesados. Todavía hoy, el barrio sigue alerta ante próximas actuaciones.

LA LUCHA SIGUE EN INTERNET

La preocupación ante los abusos inmobiliarios se refleja en Internet. El pasado 19 de marzo se presentaba la web del colectivo areaciega, un proyecto digital desde la arquitectura y la militancia para dar cita a investigaciones sobre las transformaciones y los diferentes procesos de resistencia en Madrid. Las luchas de Barcelona, como las de la coordinadora del Raval, tienen un amplio espacio su página. Y en Andalucía, sitios como rizoma.org alertan contra la especulación urbanística. No faltan, además, blogs y redes de noticias opuestas a la especulación: areaciega.net, coordinadoraraval. org, contraespeculacion. org, o abusos-no.org, entre otras.

LA CARRERA HACIA LA CIUDAD MARCA

¿Por qué ahora? En opinión de Eduardo Gutiérrez, la multiplicación de las obras en los centros urbanos se relaciona con la tendencia del urbanismo moderno por la competencia entre ciudades. «La ciudad se entiende ahora como un fenómeno más de mercado, y en ese mercado tienen que competir.» explica. «Por eso mismo todas se lanzan a hacer grandes proyectos. Es como si cada ciudad pusiera su propio anuncio para destacar». Se trata, además, de un fenómeno que se repite en todo el mundo. Como señala Eduardo, «las obras se realizan pensando en el marketing urbano. La ciudad se entiende como un espectáculo. Es lo que se conoce como la ciudad Marca.» En la práctica, esta idea se traduce en que las ciudades comienzan a aplicar las estrategias publicitarias de las marcas. La imagen que se proyecta importa así más que las condiciones reales. «La ciudad ya no se desarrolla de cara a los ciudadanos. Es más», considera, «éstos dejan de ser ciudadanos y pasan a ser clientes, tienen que ser ganados como causa para que la marca funcione».