Para conocer la inmensidad de la figura de Mandela es imprescindible conocer la tragedia humana que significó para la Republica de Sudáfrica, el régimen del Apartheid. Apartheid, es un término africaan y neerlandés que significa algo como vida separadas. En el caso de Sudáfrica, consistió en apartar en todos los ordenes, comenzando por el jurídico, […]
Para conocer la inmensidad de la figura de Mandela es imprescindible conocer la tragedia humana que significó para la Republica de Sudáfrica, el régimen del Apartheid.
Apartheid, es un término africaan y neerlandés que significa algo como vida separadas. En el caso de Sudáfrica, consistió en apartar en todos los ordenes, comenzando por el jurídico, a las etnias del país, separándolas en europeos y no europeos, o más sencillo, en blancos y negros. Pero fue una división abiertamente desigual. Si bien los negros y negras eran una abierta mayoría de más de 90 %, los blanco, ejercían el control absoluto del aparato del estado. Se quedaron con la casi totalidad de las tierras, desplazaron a la gran parte de la población a lugares similares a campos de concentración. Se quedaron con todos los privilegios, sumiendo a la población negra en las penurias de la pobreza y la humillación.
Así para circular en cualquier lugar, la población negra, la mayoritaria, la originaria, tenía que tener un grueso cuaderno, tipo pasaporte donde se registraba cada uno se sus pasos. Las zonas prohibidas abundaban. Los blancos tenían zonas exclusivas, las entradas a servicios públicos estaban divididas, si una persona originaria trabajaba para un blanco, este debía solicitar permiso y pagar un impuesto. Ni siquiera se podían bañar en la misma playa. Los peores trabajos, eran para la gente negra, a la que también se le sometía a exámenes médicos denigrantes para poder acceder a esos empleos. El apartheid se implementó oficialmente desde 1948, con un marco jurídico impresionante de más de 100 leyes, que prohibían desde los matrimonios mixtos hasta la coexistencia en las mismas urbanizaciones. Por supuesto, los derechos políticos se reservaron estrictamente a los blancos. En cuanto a la escuela, ninguna persona negra tenía derecho a cursar estudios universitarios. Los blancos, que hablaban el africaan (una lengua que simplifica el holandés), pretendieron que la mayoría sudafricana, aprendiera por la fuerza este idioma, para que abandonara su cultura, su unidad como nación. Para consolidar el apartheid, sus instauradores mataron a miles de personas negras y afrodecendientes, incluyendo niñas y niños.
Contra todo este estado de injusticia, se erigió Nelson Mándela. Su actividad política le dio cohesión al partido Congreso Nacional Africano. Su modus operandi era la desobediencia civil que implementa desde 1952, de donde se inspirarían para en el Congreso del Pueblo de 1955, en adoptar la «Carta de la Libertad» provee el programa principal en la causa contra el apartheid.
Mándela fue catalogado junto a los suyos de terrorista, a pesar de seguir las enseñanzas de Ghandi. Después de varios arrestos es condenado a prisión perpetua en 1963. No obstante, desde allí, hará conocer internacionalmente los crímenes del régimen segregacionista de Sudáfrica, y mantendrá cohesionado al Partido Congreso Nacional Africano, que por mementos se había dividido.
La actividad de Mándela desde la cárcel, sin precedentes en la historia política mundial (estuvo 27 años en prisión), lo llevan a conquistar la abolición del apartheid. En 1990, sale de la cárcel, por presión nacional e internacional. Gana las elecciones y se convierten en un adalid de la paz africana.
La vida heroica del revolucionario africano Nelson Mándela, se resume, en las palabras que pronunció en 1964, luego de ser condenado a cadena perpetua:
«He luchado contra la dominación de los blancos y contra la dominación de los negros. He deseado una democracia ideal y una sociedad libre en que todas las personas vivan en armonía y con iguales oportunidades. Es un ideal con el cual quiero vivir y lograr. Pero si fuese necesario, también sería un ideal por el cual estoy dispuesto a morir».
Ahora Sudáfrica, sin la segregación étnica, crece para todos, y es uno de los países más próspero del mundo. Hoy en día, Nelson Mándela, cuenta con 88 años (18 de julio de 1918) y continua al servicio de la humanidad, en campaña contra el SIDA y por la infancia abandonada.