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Manifiesto de los intelectuales y profesionales guineoecuatorianos a la Comunidad Internacional

Fuentes: Rebelión

Desde que Guinea Ecuatorial, nuestro país, obtuvo la independencia el 12 de octubre de 1968, los guineoecuatorianos no hemos disfrutado ni de un día de libertad. El primer presidente, Francisco Macías Nguema, instauró un régimen sanguinario y despótico durante once años, cuyas consecuencias fueron el asesinato de miles de compatriotas, el exilio de más de […]

Desde que Guinea Ecuatorial, nuestro país, obtuvo la independencia el 12 de octubre de 1968, los guineoecuatorianos no hemos disfrutado ni de un día de libertad. El primer presidente, Francisco Macías Nguema, instauró un régimen sanguinario y despótico durante once años, cuyas consecuencias fueron el asesinato de miles de compatriotas, el exilio de más de un tercio de la población, la devastación de los recursos económicos, la aniquilación del Estado, la imposición del tribalismo como doctrina política y social, y la sañuda persecución de cuanto significara cultura y progreso.

El 3 de agosto de 1979, el entonces viceministro de Defensa, el teniente coronel Teodoro Obiang Nguema, sobrino del presidente, derrocó a su tío mediante un golpe de Estado; dicha acción fue acogida con alivio y esperanza, al prometer restaurar las libertades, construir un Estado de derecho, lograr la reconciliación nacional y promover el desarrollo económico y social. Casi 32 años después, es manifiestamente notorio que el país no se ha desarrollado, a pesar de sus ingentes recursos naturales (hidrocarburos, minerales, pesca, madera…), que son acaparados únicamente por el presidente y su entorno, por lo cual Guinea Ecuatorial es considerado uno de los países más corruptos del mundo. En este largo período, el mandato del general Teodoro Obiang Nguema se caracteriza por su violencia institucional, que ha llevado a la muerte a centenares de personas; el último episodio se produjo el pasado 21 de agosto, cuando ordenó fusilar a cuatro opositores secuestrados meses antes de su refugio en un país vecino; el secuestro y asesinato sistemático de refugiados ecuatoguineanos en el exterior; la tortura como uso «habitual» en el país, según recoge un informe reciente del Relator de Naciones Unidas sobre la Tortura; la ausencia de las más elementales libertades de expresión, manifestación, reunión y asociación; no hay seguridad jurídica para los ciudadanos, nacionales o extranjeros, y todo el sistema judicial -designado por el presidente- participa de la corrupción estructural instalada en el país; en definitiva, Guinea Ecuatorial se ha convertido en un «reino» donde la arbitrariedad y la conculcación sistemática de los Derechos Humanos son moneda corriente.

En sus casi 32 años de gobierno, no se ha instaurado un verdadero régimen democrático, pues el gobernante Partido Democrático de Guinea Ecuatorial (PDGE), fundado por el presidente, actúa en la práctica como partido único; no hay desarrollo social, pues el país carece de hospitales dignos y suficientes, escuelas y maestros, viviendas y transportes, e incluso de servicios elementales como luz eléctrica, agua corriente y saneamiento ambiental. Pese a ser el tercer productor de petróleo y gas natural del África Subsahariana, Guinea Ecuatorial sigue figurando entre los países más pobres del mundo. Según diversas ONGs y organismos internacionales, el 10 % de la población acapara el 85 % de la riqueza nacional.

No sólo no se fomentan el saber y la cultura, sino que desde el poder se priman la ignorancia y la brutalidad. De este modo, podemos asegurar que la mayoría de los cuadros profesionales -profesores universitarios, ingenieros, arquitectos, médicos, periodistas, etc.- se encuentran en el exilio, imposibilitados de poner sus conocimientos y experiencia al servicio del desarrollo de su país.

En sus 32 años de gobierno, el presidente Teodoro Obiang no sólo no ha acometido la necesaria reconciliación nacional, sino que sus acciones tienden a fomentar las rivalidades étnicas.

En estos 32 años de mandato, el presidente Teodoro Obiang se beneficia de la pasividad de la Comunidad Internacional, que sólo ansía explotar los recursos naturales del país; del miedo una población indefensa que aguanta en silencio todos los atropellos, y de la corrupción extendida a otros ámbitos internacionales.

En este contexto se produce la acción desesperada de nuestro compatriota y compañero JUAN TOMÁS ÁVILA LAUREL, quien se ha declarado en huelga de hambre como única forma de protesta contra la tiranía silenciada en Guinea Ecuatorial. El gesto ejemplar de JUAN TOMÁS anima nuestra solidaridad con él y con todo nuestro sufrido pueblo, con la esperanza de que, en un mundo y en un continente cambiantes, Guinea Ecuatorial pueda alcanzar las metas de libertad y dignidad que merecemos.

Por todo ello, al difundir este manifiesto, esperamos que la solidaridad de todas las mujeres y de todos los hombres de buena voluntad actúe como un aldabonazo en las adormiladas conciencias de los dirigentes del mundo entero -sobre todo de los responsables de los Organismos Internacionales y países que colaboran con el régimen del general Teodoro Obiang Nguema-, contribuyendo, así, a mostrar la realidad que padecemos en Guinea Ecuatorial desde hace casi 42 años, muy alejada de la propaganda interesada difundida por los «lobbys» que mantienen en el poder a un régimen sanguinario y corrupto.

Aspiramos asimismo a que este Manifiesto de solidaridad con nuestro compatriota JUAN TOMÁS ÁVILA LAUREL contribuya a reflexionar sobre la idea básica que lleva a este compatriota nuestro a emprender su acción, es decir, sentar las bases para que Guinea Ecuatorial supere la larga opresión dictatorial y alcance la libertad, base de la estabilidad, de la prosperidad y del desarrollo.

Por último, confiamos en que todas las firmas que podamos recoger impidan que nuestro amigo y compatriota JUAN TOMÁS ÁVILA LAUREL sea víctima de las crueles represalias a las que nos tiene acostumbrado el poder instalado en Malabo.

Donato Ndongo-Bidyogo, escritor y periodista, en el exilio, España

Francisco Zamora Loboch, escritor y periodista, en el exilio, España

Justo Bolekia Boleká, prof. Universidad de Salamanca, en el exilio, España

José Luis Nvumba Mañana, abogado, en el exilio, España

Juan Ramón Aranzadi, profesor de Antropología, UNED, Madrid