Recomiendo:
0

María Bútina, víctima de la rusofobia

Fuentes: Rebelión

Luego de pasar 18 meses en una prisión solitaria de Estados Unidos, María Bútina aterrizó en el aeropuerto de Sheremétevo de Moscú. Fue condenada el 26 de abril del 2019. Como en la sentencia se cuenta el período que ya estuvo entre rejas, debió pasar en la cárcel nueve meses más. «Uno de los proyectos […]

Luego de pasar 18 meses en una prisión solitaria de Estados Unidos, María Bútina aterrizó en el aeropuerto de Sheremétevo de Moscú. Fue condenada el 26 de abril del 2019. Como en la sentencia se cuenta el período que ya estuvo entre rejas, debió pasar en la cárcel nueve meses más. «Uno de los proyectos que me gustaría dirigir a toda la comunidad internacional es instar a que EEUU adopte la convención de la ONU contra el confinamiento solitario. Rusia ha firmado esta convención, pero Estados Unidos no. Es una burla. Es una tortura. No la desearía a nadie porque he vivido esta experiencia», declaró a su arribo.

El Departamento de Justicia de EEUU la acusó de actuar como un agente externo sin haberlo notificado previamente a la Fiscalía General. Agente externo es el término jurídico que define a las personas o grupos de interés extranjeros que pueden operar legalmente en ese país. Esta Fiscalía ordenó su detención por considerar que actuaba como agente rusa en territorio norteamericano, «mediante relaciones con personas y la infiltración en organizaciones influyentes en la política local con el propósito de promover los intereses de la Federación de Rusia en EEUU, sin haber obtenido el permiso, como exige la ley». Antes de ser condenada, María Bútina pidió perdón al tribunal y señaló que nunca tuvo la intención de violar ninguna ley estadounidense, que nunca mintió, ni guardó secretos, ni hirió a nadie, ni cometió crimen alguno, porque no estaba consciente de que violaba las leyes de Estados Unidos sobre el registro de agentes extranjeros, si lo hubiera estado, se hubiera registrado. Pidió que le dieran la oportunidad de volver a Rusia para reanudar su vida, pues vino a EEUU «con esperanzas y ahora no queda más que penitencia».

El 2016, María Bútina viajó a EEUU para estudiar Relaciones Internacionales en la Universidad Americana de Washington. El 15 de julio del 2018 fue detenida. En un inicio rechazó los cargos, pero el 10 de diciembre de ese año se declaró culpable de conspiración, caso contrario se enfrentaba a una pena de hasta 15 años de cárcel. Su padre, Valeri Butin, denunció que su hija fue encerrada en una celda solitaria durante 22 horas al día bajo un régimen de aislamiento, algo que «no puede sino tener un impacto negativo en su condición física y mental, pues es difícil decir cuánto tiempo una persona común puede soportar ese tipo de tortura».

Según el Ministerio de Relaciones Exteriores de Rusia, «nuestra compatriota ha sido condenada solamente por ser ciudadana de Rusia. Su sentencia representa una mancha vergonzosa en el sistema judicial estadounidense». Las acusaciones son inventadas y tenían como objetivo «ejercer influencia en los procesos internos políticos d e EEUU». Precisó que las condiciones penitenciarias estrictas y las amenazas de una larga pena obligaron a la activista a autoincriminarse. La portavoz de la Cancillería rusa, María Zajárova, declaró: «Nuestra compatriota es víctima de la rusofobia que ahora alcanza, lamentablemente, dimensiones nunca antes vistas en Washington, el cariz de las acusaciones presentadas contra ella da fe de que se trata de una presa política».

La Embajada de Rusia en EEUU rechazó dicha sentencia. «Es indignante la flagrante arbitrariedad de la Themis estadounidense, lamentamos que el sentido común no hubiera triunfado en el ambiente de la rusofobia paranoide en EEUU». Insistió en la inocencia de Bútina y afirmó que es «víctima de una provocación de los servicios secretos de EEUU y de la aplicación arbitraria de sus leyes… Con acusaciones falsas de ‘conspirar con el objetivo de actuar como una agente de Rusia’, que no tienen fundamento real alguno, la Justicia estadounidense la obligó a que se declare culpable». Denunció que la «amenazaron con plazos largos de prisión y la mantuvieron en custodia en unas condiciones extremadamente duras, no le permitían tener asistencia consular ni jurídica y, por tratarse de una presa política, solicitarán su liberación inmediata».

Según Serguéi Lavrov, Ministro de Exteriores de Rusia, María Bútina aceptó un acuerdo con la Fiscalía a cambio de obtener su pronta liberación. «Entiendo que el sentido de este arreglo con la Justicia es una práctica habitual en EEUU. Se encontraba en condiciones durísimas, y desde hace meses le aplicaban algo parecido a torturas: a veces la dejaban pasear en medio de la noche, forzándola a interrumpir su sueño, a veces la metían en una celda de aislamiento, y cosas semejantes. El objetivo de estas condiciones era doblegar su voluntad y que se declare culpable de algo que no hizo». Estas torturas la indujeron a aceptar su culpabilidad porque, de lo contrario, «hubiera recibido todos los 15 años (de pena)», declaró María Bútina.

Dmitri Peskov, portavoz del Presidente Putin, comentó: «Consideramos todas las acusaciones en su contra como injustificadas y poco convincentes. El mismo hecho de su detención y custodia durante un plazo tan largo es, para nosotros, inadmisible. María Bútina no fue y no pudo estar implicada en lo que le incriminan».

El Presidente Putin aseguró que la captura y sentencia de María Bútina es un enredo: «La pusieron en la cárcel, pero no tienen nada de qué acusarla. Sin embargo, para que esto no parezca muy ridículo, la condenaron a 18 meses de prisión para demostrar que es culpable de algo. No está claro por qué fue condenada y qué crimen cometió». Había consultado «quién es a todos los jefes de los servicios secretos y ninguno de ellos sabe nada sobre esta supuesta agente».

María Bútina se graduó en el 2010 en Ciencias Políticas en la Universidad Pública de la provincia de Altái. Una vez terminados los estudios universitarios, pidió un crédito bancario y abrió una red de tiendas de muebles. Después de vender el negocio se trasladó a Moscú, donde fue nombrada presidente del Derecho al Arma, una ONG que aboga porque los rusos tengan la libertad de adquirir y portar armas de fuego, lo que en Rusia no está permitido. Su labor como activista la llevó a conocer a Alexandr Torshin, senador ruso que también es partidario de la libre portación de armas y que la puso en contacto con varios miembros de la Asociación Nacional del Rifle de EEUU. Según Torshin, María Bútina y él son los únicos rusos aceptados como miembros de por vida de este organismo.

Vendió todos sus negocios y viajó a EEUU para estudiar y traer a Rusia todo lo bueno que encontrara en ese país. Intentó relacionarse con personas influyentes, que la orientaran en los recovecos de la libertad y la democracia. Posiblemente, alguno de ellos le dijo de Rusia algo que no era cierto y ella, como buena rusa, le llevó la contraria. Debido al desastroso estado de las relaciones con Rusia, eso sirvió de base para que la acusaran de intentar promover los intereses de la Federación de Rusia en EEUU, no hay otra explicación. Sus ingenuos sueños juveniles se transformaron en dura pesadilla, y lo cierto es que a la hora de la verdad solamente sus compatriotas la apoyaron sin condiciones.

El Presidente Donald Trump atribuyó el desastroso estado de las relaciones con Rusia a «muchos años de estupidez por parte de EEUU. Nuestra relación con Rusia nunca ha sido peor debido a muchos años de tontería y estupidez de EEUU. ¡Y ahora debido a la caza de brujas que se ha armado!» Aunque no se condolió ni la indultó.

» Todo país puede ser juzgado por la forma en que trata a sus prisioneros. Estados Unidos los trata muy mal, y ni hablar de los prisioneros extranjeros… Yo no me di por vencida únicamente porque sabía que simplemente no tengo el derecho de hacerlo, los rusos no se dan por vencidos», dijo María Bútina. Posiblemente en la prisión leyó el poema de Almafuerte.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.