Los temibles Grupos Urbanos de Seguridad, de las fuerzas policiales marroquíes, pusieron en marcha esta semana una táctica disciplinaria sin precedentes: abandonar a los jóvenes contestatarios a 40 kilómetros de sus casas en el desierto. El Polisario sigue sin denunciar esta nueva medida. El Aaiun amaneció el martes con una fina lluvia incesante. Ni los […]
El Aaiun amaneció el martes con una fina lluvia incesante. Ni los más viejos del lugar recuerdan que lloviera tanto sobre este trozo del desierto del Sahara que desemboca en el Atlántico.
Los saharauis, acostumbrados a reinterpretar con sumo misticismo los símbolos, creen que la lluvia es el llanto por la tierra amada y por las decenas de heridos registrados tras las cargas policiales del pasado fin de semana. Dos de ellos permanecen en estado muy grave y al menos dos siguen en paradero desconocido.
Los GUS, más conocidos como los croatas, muy militarizados, han puesto en marcha una táctica inédita hasta ahora: trasladar hasta lo más hondo del desierto a jóvenes (algunos menores de edad) sospechosos de participara en revueltas sociales que cuestionan la soberanía marroquí en los territorios.
Los jóvenes fueron dejados incluso a 40 kilómetros de sus casas. La mayoría ha vuelto a pie, pero se han encontrado con un panorama igual de desolador: sus casas han sido pasto de los destrozos de los GUS.
Según testigos oculares,es la primera vez en la historia del Sahara que mujeres ancianas son duramente apaleadas en sus propias casas. Un joven de nombre Mustafá L.J., al ver los destrozos de su hogar, se apresuró a decir: «Ahora es cuando comprendo por qué algunos humanos que deben amar su vida se entregan al suicidio». Lavadoras, frigoríficos, televisores y hasta las cajas de electricidad tiradas por el suelo. Nadie da crédito a lo ocurrido.
COMIENZAN LOS PRIMEROS INTERROGATORIOS
PRIMERA DISENSIÓN MILITAR
Los padres, obligados a controlar a sus hijos
La muerte del saharaui Hamdi Lembarki el pasado 29 de octubre en El Aaiun, como consecuencia de un traumatismo craneal tras haber sido golpeado brutalmente por agentes de las fuerzas de seguridad marroquíes, ha multiplicado las tensiones en la colonia.
Para calmar la situación, las autoridades marroquíes abrieron una investigación sobre la actuación de dos policías que supuestamente habrían sido los autores de las lesiones que ocasionaron la muerte al joven saharaui, quienes fueron inculpados y detenidos en la cárcel.
Estas medidas, junto con las sentencias falladas esta semana, menos duras que las pronunciadas en casos similares contra jóvenes saharauis, fueron interpretadas por observadores en el Sahara como una orientación oficial marroquí para calmar la situación, cada vez más tensa en ese territorio y sobre todo en El Aaiun.
Los alumnos de las escuelas han intensificado las manifestaciones independentistas a la salida de las clases, y, para evitar las detenciones, las autoridades marroquíes obligan a los padres a firmar actos de compromiso a fin de «controlar a sus hijos».
Esta tensión en el Sahara Occidental ha suscitado reacciones, por parte de partidos políticos marroquíes, que expresaron sus críticas ante los que calificaron de «comportamiento represivo» de las autoridades de seguridad en ese territorio.
El contencioso sobre el Sahara Occidental entre Marruecos y el Frente Polisario comenzó en 1975, cuando Rabat se anexionó este territorio, después de un marcha pacífica en la que participaron unos 350.000 marroquíes. La ONU ha presentado un plan para la organización de un referéndum de autodeterminación, que no fue aplicado debido a la intransifgencia marroquí y a su política de hechos consumados.
Decenas de domicilios sin luz para atemorizar
La tensión es permanente desde hace cinco días. Los cuerpos de seguridad vinculados a los GUS ampliaron su estrategia de confusión entre la población civil, entrando en las casas y rompiendo los enseres privados y, también, provocando la rotura de los equipos de electricidad, de forma que decenas de docimilios permanecían hasta anoche sin luz.
Los residentes saharauis de El Aaiun criticaban ayer el «ensañamiento» que no tiene otro objetivo que «desmoralizar y atemorizar» a la población civil indefensa. «La pelea ya no es sólo en los colegios o en la calle. La han trasladado a las casas para generar pánico y lo están consiguiendo. Los derechos están socavados y vamos a tardar tiempo en reponernos de este gran susto», comentaba ayer angustiada por teléfono una de las afectadas que rogó mantener el anonimato para evitar las represalias.
Para los familiares ha resultado muy doloroso recuperar a los jóvenes abandonados en el desierto, a distancias que oscilan entre 20 y 40 kilómetros.Los jóvenes, algunos menores, recorrieron a pie todo el tramo hasta volver agotados a sus casas.