Traducción del francés para Rebelión de Carlos Riba García
En el torbellino de acontecimientos políticos que sacuden Sudán, un misterioso incidente ha puesto a la monarquía marroquí en el centro de la actualidad, con un helicóptero detenido en Jartum. La aeronave transportaba un importante cargamento de oro de lingotes de Menagem, que es propiedad de Mohammed VI.
El 9 de mayo de 2019, un helicóptero que transportaba un cargamento de oro puro por cuenta del grupo minero marroquí Managem controlado por la familia real fue impedido de continuar su viaje por las autoridades sudanesas mientras se dirigía a la capital, Jartum. Un primer comunicado oficial de Sudán señaló que se trataba de una «aeronave privada perteneciente a una sociedad extranjera» y que se le impidió continuar viaje mientras transportaba ilegalmente una gran cantidad de oro». Al día siguiente, otra fuente oficial sudanesa matizó un poco: «El helicóptero ha sido mantenido en tierra porque no disponía de la autorización necesaria para el despegue». El oro confiscado fue inmediatamente depositado en el Banco Central de Sudán.
Este incidente, que empaña un poco más la imagen de la monarquía marroquí en África, se ha difundido ampliamente en los medios informativos y las redes sociales, y ha puesto sobre la mesa la muy problemática cuestión de los vínculos -a menudo citados como «incestuosos»- que el rey de Marruecos tiene con el dinero y los negocios.
Con una fortuna personal valuada en más de 5.000 millones de dólares por la revista Forbes en 2015, Mohammed VI es un próspero hombre de negocios que controla el mayor grupo financiero del país (Al-Mada, presente en los sectores más estratégicos de la economía marroquí: la banca, las empresas inmobiliarias, las telecomunicaciones, la energía, los seguros, etc.). Al mismo tiempo, es «comendador de los creyentes» (un estatus que lo hace intocable) y un jefe de Estado que dispone unos poderes políticos y administrativos prácticamente absolutos en materia de nombramientos: según la Constitución, los directores de los «organismos públicos más importantes» son designados por él.
La mayor parte de esos altos funcionarios -que han sido puestos en su cargo por el monarca- son a menudo quienes deben decidir en las licitaciones para la concesión de mercados públicos en los que las empresas del rey tienen el mismo tratamiento que el resto. Esto plantea un problema de compatibilidad con las reglas del mercado y de la competencia leal e incrementa el riesgo de conflicto de intereses tal como se los define normalmente: un conflicto entre el deber de un funcionario y su interés personal, que puede influir en la forma en que ejerce su función.
El grupo Menagem es emblemático en estas situaciones, en las que el rey no es un monarca a la escandinava -es decir, neutro- o un árbitro que está por encima de las diferencias políticas o administrativas. Es un actor que, por su estatus y sus prerrogativas en materia de nombramientos, puede pesar en los procesos de otorgamiento de permisos de extracción y explotación de metales preciosos en Marruecos. La consecuencia de esto es que desde hace varios decenios Menagem goza de una situación de aplastante monopolio en el sector y, al igual que el rey, se ha convertido en algo intocable.
Un ‘bazar franco-marroquí’
La empresa minera Tifnout Tighanimine, la primera firma del grupo, fue fundado en 1930 por las autoridades coloniales para «la extracción, la valorización y la comercialización de metales básicos, metales preciosos, cobalto y otros minerales». Pero a partir de los noventa del pasado siglo bajo la dirección del rey Hassan II (1929-1999) y André Azulay -consejero económico vitalicio de la monarquía- se realizó una operación de gran envergadura destinada a la privatización de las empresas públicas. Gracias a Azulay, por ejemplo, el grupo francés Accor pudo adquirir seis hoteles de la cadena franco-marroquí Moussafir y la gestión del palacio Jamai, en Fez. Esta privatización, que se convirtió en una enorme complicación franco-marroquí permitió por un lado que los marroquíes notables cercanos a Palacio controlaran las empresas públicas más conocidas y, por el otro, que las empresas francesas que habían sido apartadas de la economía de Marruecos después de la «marroquinización» de 1973, regresaran con fuerza.
Fue durante ese reparto del pastel cuando la monarquía pudo hacerse con lo que acabaría convirtiéndose en Menagem, rápidamente incorporado a la corporación real Omnium Norafricana y más tarde a la Sociedad Nacional de Inversión, que con el tiempo acabaría siendo Al-Mada. En algunos años, Managem se metamorfoseó en un mastodonte cuya sede internacional está en Zug, Suiza, la capital mundial del corretaje de las materias primas y la ciudad de la Confederación Helvética en la que la política fiscal es la más generosa.
Según las cifras publicadas por el grupo en 2018, los negocios de Managem alcanzan los 500 millones de euros. En esta cifra se incluye sobre todo la explotación de una decena de complejos mineros ricos en oro y plata.
Fuera de Marruecos, Managem está presente en varios países de África subsahariana y de África negra, principalmente en la explotación de minas de oro. De los seis complejos mineros que funcionan en cuatro países del continente negro, solo el situado en la república democrática de Congo no extrae oro sino cobre y cobalto.
Una gallina de los huevos de plata
En el interior de Marruecos, la mayor parte de los complejos mineros explotados por Managem están en las regiones berberiscas, las más pobres del país. Imiter, en el sudeste del país, a 137 km de Ouarzazate, es sin duda uno de los más importantes lugares de extracción de plata. La mina de Niche, al pie del Atlas marroquí produce más de 240 toneladas de plata por año, que se destinan casi totalmente al mercado europeo y los países del golfo Pérsico. Sin embargo, a dos km del complejo minero, en la ciudad de Imiter y sus alrededores, los habitantes -los bereberes de ese Marruecos «inútil», según Hubert Lyautey, viven todavía en la Edad de la Piedra: sin que las autoridades hayan previsto infraestructura alguna -ni hospitales, ni escuelas, y las carreteras son de los tiempos de la colonia, etc.- desde que en 1969 se inició la explotación minera.
En agosto de 2011, en la estela de la Primavera Árabe, la población de Imiter organizó una prolongada sentada para denunciar la contaminación del agua provocada por la mina de plata explotada por una filial de Managem, la Sociedad Metalúrgica de Imiter, y protestar contra la marginación que venía padeciendo desde hacía décadas, cuando la mina situada en su ciudad y explotada por el grupo real -«una gallina de los huevos plata», según los vecinos- es la más importante de África. Cerca de ocho años después y a pesar de la represión sufrida por quienes reclamaban, algunos de los cuales fueron encarcelados, la movilización no ha perdido fuerza, se considera que esta sentada es la más larga en la historia de Marruecos.
Omar Brousky es periodista y profesor de ciencias políticas marroquí. Ha sido el jefe de redacción de Journal hebdobadaire hasta su clausura.
Esta traducción puede reproducirse libremente a condición de respetar su integridad y mencionar al autor, al traductor y Rebelión como fuente de la misma.
Fuente: https://orientxxi.info/magazine/maroc-le-roi-son-or-et-le-groupe-managem,3106