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Marruecos. Expatriados sin derecho a voto

Fuentes: IPS

La participación en los comicios de 2007 de millones de marroquíes residentes en el exterior parece cada vez más lejana. Algunos analistas creen que el gobierno teme que los emigrados ayuden al triunfo del fundamentalismo islámico, mientras otros alegan que sólo se trata de incapacidad administrativa. Aunque el año pasado el rey Mohammed VI expresó […]

La participación en los comicios de 2007 de millones de marroquíes residentes en el exterior parece cada vez más lejana. Algunos analistas creen que el gobierno teme que los emigrados ayuden al triunfo del fundamentalismo islámico, mientras otros alegan que sólo se trata de incapacidad administrativa.

Aunque el año pasado el rey Mohammed VI expresó el deseo de que los marroquíes que residen en el exterior sufraguen y presenten candidatos para las elecciones de 2007, tres meses atrás el Ministerio del Interior emitió un comunicado con el fin contrario. Esta medida desató un arduo debate.

Algunos señalan que el retroceso se debe a un informe francés sobre actividades islámicas en el que se aconseja al gobierno de Marruecos revisar su intención de crear circunscripciones electorales en Europa para permitir votar a los expatriados, dado que ello podría beneficiar a los fundamentalistas.

No obstante, nadie quiere confirmar ni negar la información contenida en este presunto reporte.

Durante una transmisión televisiva en agosto, la ministra delegada de la cartera de Relaciones Exteriores y Cooperación encargada de los Marroquíes Residentes en el Extranjero, Nouzha Chekrouni, negó que el gobierno estuviera marginando a los ciudadanos emigrados.

En lugar de ello, se está «trabajando para garantizar una participación transparente y democrática» en los próximos comicios, añadió.

Analistas señalan que la ministra todavía está luchando para que se concreten los esfuerzos de permitir que expatriados marroquíes se postulen como candidatos en los comicios de 2007, aunque en esta materia está sola en el gobierno.

Tales sentimientos han hecho poco por aliviar las preocupaciones de organizaciones que trabajan por los marroquíes en el extranjero, como la Asociación Al Wasl («Vínculo», en árabe).

Activa en Europa, particularmente en Francia, donde tiene su sede, esta organización denunció medidas para excluir a los expatriados de las próximas elecciones, y llamó a los marroquíes que residen fuera de fronteras a unirse para insistir en participar.

Durante las elecciones de 2002 en Argelia, ocho diputados que representaban a los argelinos en el exterior fueron elegidos para ocupar escaños en el parlamento de ese país, lo que coloca bajo una luz poco favorecedora a las últimas declaraciones del resto del gobierno marroquí sobre la participación electoral de expatriados, dijo Abdelkerim Belguendouz, un académico local.

Los observadores también destacan que no permitir votar a los expatriados privaría a 10 por ciento de la ciudadanía de este país del norte de África de su derecho a elegir representantes. Marruecos tiene unos 30 millones de ciudadanos, alrededor de tres millones de los cuales residen en el exterior, según un censo de 2004.

La gran presencia de Marruecos en Europa está vinculada a la inmigración alentada desde esa región por la necesidad de trabajadores extranjeros para su expansión económica entre el fin de la Segunda Guerra Mundial (1939-1945), y los años 60 y 70.

Por el momento, el Partido de Justicia y Desarrollo es la única agrupación islámica que participa en la política marroquí. Cuenta con 42 diputados y es calificada por los analistas de moderada.

Una fuente oficial, que pidió mantenerse en el anonimato, sostuvo que no hay base para suponer que el gobierno rechaza el voto de los emigrados por temor al fundamentalismo.

Lo que ocurre, agregó, es que, en parte, no hay tiempo suficiente para permitir la creación de distritos electorales en los lugares de residencia de expatriados marroquíes, «sin olvidar que ciertos países europeos no quieren que esta operación tenga lugar en su suelo».

Pero Hamid Lechhab, un académico universitario que vive en Austria, rechaza este argumento, así como la noción de que la comunidad de expatriados abrace el fundamentalismo.

Lechhab comentó a IPS que quienes conocen marroquíes que viven en el exterior saben de «su desprecio por los partidos políticos de su país», pero que ello no significa que apoyen al fundamentalismo islámico.

Los marroquíes que residen en el extranjero «no confían en los partidos nacionales y, en particular, en los que están actualmente en el poder», opinó. «Es que esos políticos jamás mostraron preocupación por su destino o influencia, pero esto no significa que ellos (los expatriados) simpaticen con los islamistas», explicó.

Por su parte, Ahmed Ghayet, ex consejero francés de Asuntos de Inmigración encargado de empleo y solidaridad, dijo estar «totalmente en contra de la tesis de que los islámicos arrasen» en las elecciones, agregando que el único obstáculo para permitir votar a un expatriado es el tiempo.

«Yo, que he vivido en Francia y conozco bien a la comunidad marroquí en el exterior, especialmente en ese país, rechazo que esa sea la razón por la cual el gobierno está postergando la creación de distritos electorales en Europa», declaró a IPS. Añadió que, «por lo menos por un año, realmente no estaremos prontos para esta operación a gran escala».

Estos debates alentaron que algunos miembros de la comunidad de expatriados marroquíes desarrollaran un interés mayor en la vida política de sus estados de residencia, apartándose de su país de origen.

«¿Por qué no darles nuestras espaldas a quienes nos las dieron en Marruecos?», preguntó Lechhab. «Esta propuesta de ningún modo es una negación del patriotismo hacia nuestro país de origen». (FIN/2006)