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Martín Villa, la sombra del franquismo es alargada

Fuentes: Rebelión

¿Cuánto de franquismo hay aún hoy en las instituciones, la Monarquía, el Ejército, el IBEX 35, la Conferencia episcopal, la Policía, la derech o na? ¿Un 20%, un 40%, un 60%? Bonito tema para una tesis doctoral. No estaría nada mál que algún cátedro se animara a impulsar este tipo de investigación en su feudo, […]

¿Cuánto de franquismo hay aún hoy en las instituciones, la Monarquía, el Ejército, el IBEX 35, la Conferencia episcopal, la Policía, la derech o na? ¿Un 20%, un 40%, un 60%? Bonito tema para una tesis doctoral. No estaría nada mál que algún cátedro se animara a impulsar este tipo de investigación en su feudo, pero, claro, ¿cuánto de franquismo hay también en el propio àmbito universitario? Se trataría, en definitiva, de seguir el rastro genético, político y financiero de todas aquellas personas, milicos, bancos, empresas y mitrados que tomaron parte, apoyaron o bendijeron el golpe fascista del 1 8 de julio de 1936 y medraron después al amparo de un régimen dictatorial que les permitió rebañar hasta el último resto del botín logrado en aquella criminal y santa cruzada.

Est os últimos meses he leído con gusto un par de libros relacionados con lo anterior. El primero de ellos es «Iglesia S.A. Dinero y poder de la multinacional vaticana en España», de Ángel Munarriz. En él se da un buen repaso al reaccionario pasado-presente de esta institución y sus espacios de poder y privilegios espirituales, políticos, educativos, mediáticos, económicos o fiscales, que de todo hay en la viña del Señor. En el segundo, «Franquismo S.A.», de Antonio Maestre, primo hermano del anterior, se repasa la historia de las grandes sagas familiares que abrevaron en el franquismo y hoy campean por los consejos de administración de las más importantes empresas y bancos españoles. No son los únicos libros escritos sobre el tema, pero, aún con todo, sigue existiendo al respecto, no solo una asignatura pendiente, sino toda una carrera, postgraduado incluido.

Y hablando del rey de Roma, por ahí asoma. Rodolfo Martín Villa es uno de los más claros exponentes vivos de lo que ha supuesto el trasiego de lo más señero del franquismo a la hoy denominada democracia constitucionalista española. Fascista desde su más tierna infancia, estuvo ligado desde joven al núcleo duro de aquel régimen. Fue así Jefe Nacional del Sindicato Español Universitario (1962-1964), Secretario General de la Organización Sindical (1969-1973), procurador en las Cortes franquistas (1964-1977); senador por designación real (1977-1979), Gobernador Civil de Barcelona (1974-1975) y, finalmente, en la Transición, ministro de Relaciones Sindicales con Arias Navarro (1975-1976) y del Interior con Adolfo Suárez. Siempre, por cierto, nombrado a dedo, nunca electo. Camaleón político además, y de la más fina especie. Tras disolverse el Movimiento Nacional, del cual fue importante primer espada, pasó a la cúpula de la UCD y, luego, tras abandonar este partido, se integró en el PP, donde ostentó de nuevo altos puestos.

Martín Villa ha sido, además, uno de los mejores ejemplos de la política de puertas giratorias gracias a la cual altos cargos franquistas, en pago a sus servicios, pasaron a sentar acolchadas posaderas en distintas empresas del IBEX 35. Presidente de ENDESA, donde fue impulsor de su privatización (1997-2002), presidente también de SOGECABLE (2004-2019), consejero de SAREB, el «banco malo» creado por Mariano Rajoy (2012) para sanear los estropicios y chanchullos de la Banca, comisionado por el gobierno de Aznar (2003) para investigar la catástrofe del Prestige, consejero de Técnicas Reunidas (2019), otra que tal del IBEX 35 y, finalmente, para mayor escarnio, en 2013, fue nombrado miembro de la Real Academia de Ciencias Morales y Políticas. ¿Hay quien dé mas?

En reconocimiento a sus grandes y polifacéticos servicios a la patria, ha logrado también l o s más alt o s honores y medallas. A mencionar la Gran Cruz de la Orden de Cisneros, la Orden Civil de Alfonso X el Sabio, la Gran Cruz de la Orden del Mérito Civil, la Gran Cruz de la Orden de Isabel la Católica, la Gran Cruz de la Real y muy Distinguida Orden de Carlos II, la Gran Cruz de la Orden de San Raimundo de Peñafort y, coronando todas ellas, la Gran Cruz de la Orden Imperial del Yugo y las Flechas . En esta última comparte ranking con una larga lista de nazis, fascistas y sátrapas de todo pelaje: Adolf Hitler, Benito Musolini, Heinrich Himmler, Joachim von Ribbentrop, Ibn Saúd (rey saudí), Faysal II (monarca iraquí), Mohamed V (rey de Marruecos)…. ¡Dios los cría…!

Pero bueno, a lo que vamos. El próximo 20 de marzo Martín Villa va a comparecer ante la jueza argentina Servini de Cubria, quien se desplazará a Madrid para tomarle declaración como imputado en la querella que tramita su Juzgado por los crímenes de lesa humanidad cometidos por el franquismo. El listado de los cometidos durante su mandato como ministro es amplio y variado: masacre del 3 de marzo, en Gasteiz; sucesos de Montejurra -Nafarroa-; asesinatos en la II Semana pro-Amnistía en Euskal Herria; barbarie policial en los Sanfermines de 1978; «semana negra» madrileña; caso Scala -Barcelona-; crímenes dispersos por toda la geografía estatal: Málaga, Tenerife, Alacant,..

La Audiencia Nacional, el Tribunal Supremo y los gobiernos de Mariano Rajoy y Pedro Sánchez, han hecho lo indecible hasta ahora para evitar que los crímenes del franquismo pudieran ser juzgados en el Estado español. El tema es tabú, porque juzgar aquella dictadura supone también, en buena medida, juzgar importantes pilares institucionales sobre los cuales se asienta el actual régimen. Que se lo pregunten si no a Baltasar Garzón, quien por el mero hecho de querer adentrarse en ese tema, pasó de ser considerado como paladín de la democracia y los derechos humanos (doctrina «todo es ETA»; ilegalizaciones, detenciones, condenas, cierres de periódicos y radios,…), a ser condenado por prevaricador. ¡Con el franquismo no se juega, Baltasar!

Tener que atravesar el océano y superar los más de diez mil kilómetros que separan Madrid de Buenos Aires para encontrar abiertas las puertas de un juzgado argentino a las exigencias de justicia para con las más de cien mil personas fusiladas y desaparecidas tras el golpe del 18 de julio de 1936, de los cientos de miles de esclavos del franquismo, de las decenas de miles de personas encarceladas, torturadas y condenadas por éste, del robo y libre mercadeo de bebés.., es la muestra más clara de que el actual andamiaje institucional (monarquía, ejército, judicatura, IBEX 35…) tiene vicios estructurales que invalidan sus autocacareadas virtudes democráticas. El estado de derecho español es así, en gran medida, un auténtico estado de deshecho.

La comparecencia de Martín Villa ante la jueza Servini trasciende con mucho el marco de lo anecdótico. No sabemos si de ahí saldrá procesado o no el ex-jerarca franquista y se abrirán finalmente las puertas al juicio al franquismo por él representado, pero trabajaremos firme porque así sea. Porque más allá de las posibles condenas que pudieran darse, lo realmente importante es que ese fascista tenga que bajar del cómodo trono de sus consejos de administración y sentarse en el banquillo de los acusados. Que tenga que afrontar cara a cara los testimonios y miradas acusadoras de sus víctimas señalándole como responsable político de todos sus dolores, llantos y pesadillas. Que tenga que tragarse sus medallas y saber que va a pasar a la historia, no como un grande de nada, sino como el colega de los genocidas con los que comparte la Gran Cruz de la Orden Imperial del Yugo y las flechas, Adolf Hitler, Benito Musolini, Himmler…, y aquellos otros más cercanos a los que tanto admiró: Pinochet, Somoza, Vilela, Stroessner,…

El 20 de marzo el movimiento memorialista y las conciencias democráticas de todo el Estado tenemos una cita en Madrid. No faltaremos.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.