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El candidato republicano ha 'falsificado' su heroica biografía

McCain despreció en numerosas ocasiones al vietnamita que le salvó dos veces la vida

Fuentes: El Mundo

 El aspirante republicano a la Casa Blanca ha basado sus 35 años de carrera política en los cinco de prisionero en Vietnam. El corresponsal de EL MUNDO en Asia, David Jiménez, ha visitado en Hanoi a la familia del vietnamita que lo salvó, a la enfermera que lo curó de las heridas, al director de […]

 El aspirante republicano a la Casa Blanca ha basado sus 35 años de carrera política en los cinco de prisionero en Vietnam. El corresponsal de EL MUNDO en Asia, David Jiménez, ha visitado en Hanoi a la familia del vietnamita que lo salvó, a la enfermera que lo curó de las heridas, al director de la prisión en la que estuvo… Tras recoger sus testimonios, ha llegado a una conclusión: McCain ha «falsificado» su heroica biografía

El joven piloto estadounidense despegó el 26 de octubre de 1967 desde un portaaviones atracado en el Golfo de Tonkin y se dispuso a bombardear objetivos enemigos en su misión número 23 sobre Vietnam. Acababa de entrar en el espacio aéreo de Hanoi cuando un misil alcanzó la cola de su ‘Skyhawk’, forzándole a accionar el sistema de eyección del avión. Mientras descendía aferrado a su paracaídas, cruzando a la deriva los cielos de Hanoi, una muchedumbre abandonó sus refugios para ver quién era el soldado enemigo que caía en aguas del lago Truc Bach. Era John McCain: hijo y nieto de almirantes de la Armada, futuro senador republicano y, cuatro décadas después de su captura en Vietnam, candidato a la presidencia de Estados Unidos.

La cárcel donde McCain pasó los siguientes cinco años como prisionero de guerra sigue en pie a duras penas, arrinconada entre nuevos edificios de apartamentos y el caótico tráfico de Hanoi. Este periodista observa cómo Tai, guía local, anima a entrar a los extranjeros que merodean la zona al grito de «¡entren y vean los recuerdos del próximo presidente americano!». Una vez en el interior, tras los muros y alambradas de espino, un museo expone las viejas fotografías de McCain siendo tratado por médicos vietnamitas, su casco de piloto, su uniforme de presidiario

Captores y capturado han hecho todo lo posible por mantener vivo el recuerdo de lo que los veteranos de guerra americanos bautizaron como el Hanoi Hilton, un lugar donde el servicio dejaba mucho que desear y no había garantías de salir con vida. El Gobierno de Vietnam considera la prisión de Hoa Lo un símbolo de la resistencia del país a las invasiones extranjeras. Para McCain, es el capítulo de su biografía en el que ha basado una carrera política forjada en leyendas de heroicidad y honor.

Pero el Hanoi Hilton, y Vietnam, representan mucho más en la vida del candidato a la presidencia estadounidense: un baúl cerrado durante décadas con los secretos inconfesables y las traiciones que ponen en duda cuál es el verdadero McCain. ¿El héroe que América necesita y sus anuncios de campaña destacan a la menor oportunidad? ¿O es un político interesado y calculador que ha creado un personaje de ficción de sí mismo para dejar atrás una vida que hasta su paso por la guerra estaba sumida en la mediocridad?

John McCain, 72 años, debe la oportunidad de alcanzar la presidencia de su país el 4 de noviembre a un pobre y enclenque ex soldado vietnamita. Aquel 26 de octubre de 1967, Mai Van On se encontraba junto al lago Truc Bach cuando vio al piloto estadounidense caer al agua. Se tiró al lago y junto a un amigo rescató al piloto antes de que se ahogara. Cuando la muchedumbre se disponía a linchar a McCain, encolerizada tras meses de constantes bombardeos, On se enfrentó a sus compatriotas con una caña de bambú, salvando la vida del americano una segunda vez.

«Ocurrió allí mismo», nos dice Bui Thi Lien, la viuda de On, señalando el lugar donde McCain yacía tras el accidente, con los dos brazos y una pierna rotos. El senador republicano no conoció al hombre que le rescató hasta tres décadas después, en 1996, durante un viaje a Vietnam con una delegación de políticos estadounidenses. Durante años se había negado a celebrar esa reunión, pero la intermediación de otro veterano de la guerra le hizo aceptar a regañadientes un breve encuentro. «¡McCain, McCain!», gritó On mientras se arrojaba a los brazos del político, en una reunión en la que el candidato se mostró frío e incómodo.

McCain jamás volvió a interesarse por su salvador a pesar de visitar el país otras nueve veces, nunca trató de ayudarle a pesar de que vivía en la pobreza e ignoró la carta que le hicieron llegar hace dos años anunciando su fallecimiento. «Una vez esperamos en nuestra casa y vimos acercarse su comitiva. Estábamos seguros de que se pararía a saludarnos, pero pasó de largo. Aquello entristeció mucho a mi marido. Jamás habría aceptado dinero, pero apreciaba a McCain y se preguntaba qué había hecho para que no quisiera saber nada de él«, recuerda su mujer con los ojos entreabiertos, que guarda entre los recuerdos de On la única fotografía en la que aparece con el senador.

Gran desprecio

John McCain había borrado para entonces las partes de su vida en las que su imagen no se correspondía con la del héroe insobornable. On ni siquiera es mencionado en ‘La Fe de mis Padre’, la autobiografía del candidato en la que en cambio sí detalla su lucha titánica contra todas las adversidades en el Hanoi Hilton o las supuestas torturas que le infligieron sus carceleros.

Tran Trong Duyet era el jefe de seguridad de la prisión durante el cautiverio de McCain. Hoy jubilado a sus 75 años, el ex funcionario asegura que el preso americano y él se hicieron amigos, que discutían a menudo de política y que incluso se intercambiaban lecciones en sus respectivas lenguas.

El Gobierno vietnamita sostiene que los prisioneros enemigos fueron tratados estupendamente durante la guerra, una versión que trata de corroborar con la exhibición de fotografías en las que se puede ver a los internos estadounidenses jugando al baloncesto, adornando un árbol de navidad o cocinando un pavo. «Doctores militares tratando las heridas del piloto americano John McCain», puede leerse junto a una de las imágenes del museo de la prisión.

La credibilidad de esas imágenes es dudosa por haber sido tomadas y utilizadas por la propaganda del Partido Comunista vietnamita. El propio Duyet admite que la vida en la prisión era lo dura que cabe esperar en tiempos de guerra, pero niega que nadie pusiera la mano encima al ‘Príncipe’, como los guardias rebautizaron a su más ilustre inquilino. «Sabíamos que era el hijo de un almirante y las autoridades dieron orden de que se le tratara con especial cuidado», dice Duyet. «Entiendo que para que le voten en América tiene que decir que lo torturamos y no le guardo rencor por ello. Yo también quiero que gane las elecciones».

Nadie duda que McCain pasó cinco largos y duros años en el Hanoi Hilton, pero también lo hicieron otros 300 estadounidenses que nunca han tratado de sacar provecho a lo que consideran gajes de la guerra. Algunos han comenzado a airear su resentimiento ante la constante explotación de esa parte de la vida de McCain, recordando que él fue uno de los pocos que rompió el código militar y cedió a la presión de los agentes vietnamitas durante los interrogatorios.

John McCain ha admitido en el pasado que dio información a sus captores y que firmó una confesión para salvar la vida y recibir tratamiento médico. «Me sentí horrible», dijo años más tarde al referirse al momento en que los agentes lograron romper su voluntad. «Había decepcionado a mis compañeros, a mi país y a mí mismo». El hecho de que McCain haya construido un aura de héroe alrededor de sus años de prisión hace más difícil para algunos de sus ex compañeros perdonar que no se comportara como tal. «Conozco a otros que estuvieron dentro y no cedieron a los interrogatorios. Algunos pagaron con su vida. Para mí, McCain no es ningún héroe«, asegura Check Searcy, un veterano de la guerra de Vietnam que sirvió en los servicios de inteligencia del Ejército americano y que ha regresado a Hanoi para ayudar en la retirada de minas del país.

Borrachín y ligón

El ‘Hanoi Hilton’ fue, en todo caso, una experiencia vital que cambió para siempre a McCain. La biografía oficial de su campaña electoral asegura que el piloto salió de la cárcel convencido de que en adelante debía servir a un bien común más grande que él mismo. Atrás quedaba el cadete mediocre, borrachín y mujeriego que se graduó en la academia naval en el puesto 894 de 899 posibles, estrelló dos cazas en sendas maniobras en Texas y Virginia en sus primeras prácticas de vuelo y evitó la expulsión en varias ocasiones gracias a las conexiones militares de su familia. «Disfrutaba más de la vida fuera de servicio que volando», escribe el propio McCain en su autobiografía. «Conducía un Corvette, ligaba mucho y pasaba todo el tiempo en bares y fiestas de playa».

Tras ser liberado, en 1973, el nuevo McCain trabajó brevemente en la empresa privada, se separó de su primera mujer para casarse con su actual esposa, la rica heredera Cindy Lou Hensley, y emprendió el camino de la política. Vietnam iba a ser, desde el principio, la plataforma de una carrera en la que uno de sus objetivos sería escapar de la sombra de un padre distante y exigente, veterano de la II Guerra Mundial y el conflicto de Corea, al que se propuso superar en méritos.

El ‘show’ de la guerra

La primera incursión política del veterano de guerra fue a nivel local en el primer distrito de Arizona, donde comprobó enseguida la aplastante atracción política que los héroes militares provocan en el electorado americano. Su oponente trató de deslegitimar su candidatura asegurando que McCain no era originario de Arizona, dando pie a una respuesta que desde entonces se ha repetido una y otra vez en boca del senador: «Me habría gustado tener el lujo, como usted, de crecer y vivir toda mi vida en un lugar tan bonito como el primer distrito de Arizona. Pero estaba haciendo otras cosas. En realidad, ahora que lo pienso, el lugar donde más tiempo he pasado es Hanoi«. Un Hanoi que, como comprobamos, hoy no se parece en nada al que McCain conoció a duras penas desde su celda.

La guerra se ha convertido con el tiempo en un reclamo turístico más, con los puestos callejeros vendiendo recuerdos de los combates, el museo del ‘Hanoi Hilton’ organizando ‘tours’ y los extranjeros comprando camisetas con el lema ‘Good Morning Vietnam’. Más de la mitad de la población vietnamita actual no había nacido cuando se firmaron los acuerdos de París que en 1973 supusieron fin a la guerra y al encierro de McCain. El resto de los vietnamitas, incluso los que vivieron bajo la amenaza diaria de los bombardeos, habla del conflicto sin rencor alguno.

Las próximas elecciones americanas son para ellos una cita distante, sobre todo ahora que Vietnam vive su propia crisis financiera y una inflación superior al 20% que amenazan con frenar el desarrollo de los últimos años. McCain fue uno de los promotores en Washington de la política que llevó a normalizar relaciones con el viejo enemigo. El comercio entre ambos países se ha multiplicado desde entonces por 10, llegando a los 9.000 millones de euros el año pasado. Los vietnamitas confían en que el republicano, desde la Casa Blanca, continúe esa política de acercamiento. Lo consideran su candidato. «Si tuviera que votar, sería por McCain», asegura Nguyen Thi Thanh, la enfermera que trató las heridas del entonces joven piloto.

A su alrededor, en un barrio humilde de Hanoi, otras mujeres se suman efusivamente a la idea de un triunfo del ex presidiario y corean su nombre entre risas. «¡McCain!, ¡McCain!». Incluso quienes no tuvieron un contacto directo con el senador aseguran desear su triunfo por el simple hecho de que vivió en Vietnam, aunque fuera tras los barrotes de una celda inmunda. La contradicción resulta chocante: McCain cuenta con más apoyo aquí, en el país que ayudó a bombardear, que en casa, donde la crisis económica y las dudas sobre su candidatura le mantienen por detrás de Obama en las encuestas.

La victoria del ‘Príncipe de Hanoi’ en EEUU todavía es posible, según los analistas. Se trataría del colofón a una carrera llena de claros y oscuros que en sus momentos más bajos siempre encontró el impulso de los años pasados en el ‘Hanoi Hilton’. «Gracias a mi experiencia como prisionero de guerra», escribe el propio McCain en La Fe de mis Padres, «tenía, como dicen en política, una buena historia que vender».