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Memoria y verdad, el futuro de Túnez (Primera parte)

Fuentes: Tunisia-in-red

Traducción para Rebelión de Susana Merino

El 17 de noviembre de 2016 quedará registrado en la historia de Túnez como el día en que les fue restituida la voz a los que no la tenían. Sobre aquel ruido de fondo que, arrogante y desvergonzado, se había venido insinuando desde hace algún tiempo y que pretendía negar o minimizar los sufrimientos de todo un pueblo bajo la dictadura de Bourghiba y Ben Alí, finalmente todo Túnez ha podido escuchar en directo las voces de las víctimas. Una voz que no solo ha puesto en el candelero las dolorosas historias de torturas y de atrocidades cometidas sobre los indefensos cuerpos de los opositores políticos sino que logró también rescatar del olvido en el que habían caído las palabras revolucionarias: trabajo, libertad y dignidad. Han vuelto en los labios de las madres de los jóvenes que cayeron en las plazas en los enfrentamientos con la policía, mujeres que con una enorme dignidad nos han contado cómo fueron aquellas al mismo tiempo terribles y gloriosas jornadas, en las cuales solo un balazo podía detener la rabia de los jóvenes y sus deseos de libertad. Quién esperaba histeria y gritos estentóreos se desilusionó: sus relatos estuvieron impregnados de compostura, lucidez y una gran conciencia política.

Así comenzaron las dos largas jornadas de audiencias públicas de las víctimas de la dictadura, fruto de la enorme labor de la Instancia Verdad y Dignidad, establecida (aunque bastante tardíamente) hace más de dos años. Contra viento y marea, es decir entre la hostilidad y el desprecio manifestados por la mayor parte de las élites en el poder, la Instancia ha recogido 62,330 expedientes, aceptando otros 55 mil como válidos y verificables, de los cuales el 10% se refiere a las regiones «víctimas», el 67% hombres y el 23% mujeres. «Entre los más de 5 mil expedientes seleccionados por la Instancia, se han identificado 32 diferentes tipos de violaciones a los derechos humanos. Más de las ¾ partes se refieren a los derechos humanos civiles y políticos, entre ellas las «violaciones graves» como el homicidio voluntario, el estupro y todas las demás clases de violencia sexual, la tortura la desaparición forzada y la condena a la pena de muerte sin justo proceso» (Fuente: https://inkyfada.com/2016/11/ivd-auditions-data-histoire-tunisie/).

La primera audiencia estuvo dedicada a esta clase de violaciones graves.

El club Elyssa en el parque de Sidi Bou Said era utilizado por la mujer de Ben Ali, Leila Trabelsi, para realizar sus fiestas y ha sido el lugar que la Instancia Verdad y Dignidad eligió para llevar a cabo las audiencias transmitidas en casi directo por los principales canales de televisión permitiendo a todo Túnez asistir y escuchar por primera vez, de viva voz, el relato de las víctimas. Alí estaban los líderes políticos Rached Ghannouchi di Ennahdha, Hamma Ammami del Frente Popular, Mohamed Abbou de la Corriente Demócrate, Houcine Abbassi, secretario del sindicato UGTT, Moustapha Ben Jaffar, ex presidente de la Asamblea Costituyente, Abdelfattah Mouru, vicepresidente del Parlamento y muchos más. Moncef Marzouki, ex presidente de la Republica, envió un mensaje de total apoyo a la actividad de la Instancia verdad y Dignidad, retenido en París por compromisos anteriores.

Quienes sin embargo no acudirán son el Presidente de la república Beji Caid Essebsi, el primer ministro Youssef Chahed y el presidente del Parlamento Mohamed Ennaceur, pertenecientes todos al partido Nidaa Tounes, creado en 2012 con voluntad anti-islamista y formado por ex miembros del RCD (el partido de Ben Ali) y de una fracción de la izquierda tunecina. Una herida en la historia y en la memoria de las víctimas que ciertamente no ayudará a calmar los espíritus en momentos en que el país necesita reconciliarse consigo mismo a través de este rito catártico que constituyen los testimonios.

Por el contrario Kamel Mourjane, ex ministro de Ben Ali, ha tenido el coraje de participar, sentado junto a los demás en la primera fila, frente a los miembros de la Instancia y a los testigos.

Luego del desfile un poco hollywoodense de las estrella políticas, Sihem Ben Sedrine presidenta de la Instancia, presentó emocionada la primera audiencia:

«Hace diez años ninguno de nosotros hubiera podido imaginar un momento como este. No aceptaremos nunca más violaciones a los derechos humanos. Estamos viviendo un momento histórico irrepetible que nos permite rehabilitar el coraje y el sacrificio de las víctimas. Ninguna voz puede elevarse por encima de la de las víctimas. Ningún prestigio del Estado por sobre los derechos humanos. Este es el mensaje que Túnez envía hoy al mundo entero»

Y con los primeros testimonios de tres madres víctimas de la revolución, el hilo rojo que transita los sesenta años de dictadura comienza a desenvolverse. Con el corazón en la garganta escucho historias que ya conozco gritadas en las concentraciones de protesta de las familias de los mártires, reivindicadas en las conmemoraciones y las manifestaciones de los mártires de la revolución.

Esta vez es diferente, esta vez escucha todo Túnez

Ourida Kadouss, madre de Raouf, muerto » como un perro callejero» en Requeb (la región de Sidi Bou Zid) el 9 de enero de 2011, deposita su última esperanza en la Instancia

«No solo por mí sino por las generaciones futuras. Han calificado despreciativamente nuestra revolución como la de los hambrientos y por esto nuestra región sigue siendo marginada. Hasta que no se alcancen los objetivos de la revolución, seguiremos estando en estas condiciones. Por esos objetivos murió mi hijo a los 25 años, por un proyectil que le impactó en pleno tórax. Pido que el veredicto del tribunal militar que dejó libres a los responsables sea anulado y se realicen nuevos procesos en los tribunales civiles»

Demanda compartida por Rabbah Drissi, madre de Slah Dachraoui, el primero que cayó en Kasserine, el 8 de enero de 2011, cuando participaba en las manifestaciones contra Ben Alí. También ella sin derramar una lágrima y con el retrato del hijo contra su pecho.

El día anterior a la fuga del dictador Ben Alí, el 13 de enero de 2011, en la calle Lyon en Túnez cayó Anis Ferhani. Su madre Fatma recuerda serenamente aquellas horas dramáticas en las que a Aris, herido en las piernas, le fue impedido acceder al Socorro Civil, por lo que terminó muriendo desangrado.

«Solo quiero que se haga justicia, creo en las instituciones y en el estado de derecho. Y gracias al sacrificio de nuestros hijos podemos disfrutarlos. Pero ya hace seis años que esperamos por lo menos la lista definitiva de los mártires»

Y agita frente a los miembros de la Instancia el celular de su hijo manchado con su sangre, que ella ha dejado secar.

Entre las intervenciones que más conmovieron a los asistentes estuvieron las de la mujer y la madre de Kamel Matmati di Gabes, cuyo caso forma parte de un categoría sobre la que poco se ha hablado en el pasado: la de los «desaparecidos». Secuestrado por la policía en su lugar de trabajo el 7 de octubre de 1991, su muerte solo fue comunicada a las dos mujeres en el 2009. Es imposible contener las lágrimas escuchando las vicisitudes padecidas por su madre enferma, enviada a una y otra cárcel, al norte y al sur del país, sin que ninguno de los responsables admitiese la muerte de Kamel. O el relato de una mujer que durante tres años llevaba al marido ropa limpia y a la que en lugar de la usada le seguían entregando otra ropa limpia. Kamel Matmati había muerto bajo tortura tres días después de su secuestro.

«Quiero que la memoria de mi marido sea rehabilitada, que sus asesinos sean castigados, pero sobre todo quiero saber dónde fue sepultado»

Y cuando le pasan el micrófono al investigador Sami Brahim es la realidad bestial e inhumana de la tortura la que se muestra en una sala atenta y conmovida. Simpatizante del movimiento islamista Brahim sufrió ocho años de calvario en 14 cárceles del país en las que ningún sufrimiento le fue ahorrado, experiencia de la que habla con dignidad, superando un pudor que se intuye forma parte de su propio carácter. Abusos sexuales, aplicación de ácido en los genitales, dos semanas de agresiones con la cabeza metida en el inodoro para hacerle confesar, interrumpidas solo por comidas sustanciosas destinadas a mantenerlo fuerte para poder someterlo a nuevas sevicias.

Una de las cosas que todavía siente es la bofetada de «Boukassa», (conocido torturador cuyo verdadero nombre es Abderahmane Gasmi):

«hablo para liberarme, para que se pueda avanzar, por mi hija. Elegí una vida difícil pero que me enriqueció intelectualmente y no he vendido mis principios. Quiero decirles a mis torturadores: si me reconocéis sabéis que soy sincero. Venid aquí a explicar cuáles son vuestras razones, si venís estoy dispuesto a perdonaros. Os espero. Por favor devolvednos la tranquilidad, aseguradnos que nadie más será violentado. Todo este penoso recorrido servirá para encontrar la reconciliación social y pasar luego a la fase sucesiva»

Luego le toca testimoniar a un famoso hombre de la izquierda, Gilbert Naccache, que concluye la primera serie de audiencias enmarcando históricamente los años de la dictadura de Bourghiba.

«Rindo en primer término homenaje a los mártires y a los heridos de la revolución que nos han posibilitado vivir esta histórica jornada. Agradezco a todos aquellos que rechazaron la merced presidencial en tiempos de Bourghiba y que mostraron el camino a los que les siguieron»

Queda claro que es una profunda exigencia interior la que lo impulsa a enmarcar su experiencia en un período histórico que para una gran parte de los tunecinos y de Túnez, pero sobre todo en occidente, ha sido considerado «heroico» y «fundador del moderno estado» tunecino.

«La modernización de Túnez fue en realidad una prolongación del colonialismo»

Entre los fundadores del grupo de izquierda «Perspectivas» e ingeniero agrónomo, Naccache, nacido en 1939, pasó 11 años preso entre 1968 y 1979, con un intervalo entre 1970 y 1972 en que estuvo en arresto docimiliario. Buena parte de su testimonio ha servido por lo tanto para desmitificar un período histórico en el que, como ingeniero agrónomo en el Ministerio de Agricultura, pudo asistir a la construcción de los grandes diques, a las grande obras hidráulicas que servían para enriquecer zonas agrícolas ya ricas de por sí.

«Me preguntaba entonces qué sería de los «exiliados» campesinos: las periferias tunecinas son la respuesta»

No se detiene mucho sobre las torturas padecidas, pero traza un retrato sicológico de los torturadores:

«No sabían ni siquiera lo que teníamos que confesar», eran funcionarios seleccionados con el único fin de torturar…Tuve ocasión, después de una sesión de golpes en las plantas de los pies, de discutir con uno de ellos que, apenas recibida la orden de dejar de golpearme, se comportó de forma amable y solícita conmigo, trayéndome de comer y de beber después de refrescarme los pies y darme masajes en las muñecas doloridas a causa de las esposas. Estaba persuadido de que, como simple ejecutor, estaría siempre cubierto por sus superiores. Trataba de convencerlo de que no sería así y que en el caso de denuncias posteriores, sería él el chivo expiatorio, el único responsable. Pues bien, este mismo torturador fue luego juzgado, tras la terrible represión de 1991 contra los islamistas, por haberle cortado un dedo a un imputado y condenado a cinco años de cárcel. Puesto en libertad después de tres años preso en Borj Roumi, murió algunos meses más tarde, destrozado por lo que le había pasado y desesperado por la actitud de sus superiores»

Y concluye:

«Ante todos los ataques, ante todos los obstáculo que ha enfrentado, es posible que la Instancia no llegue a restablecer completamente la dignidad de todos aquellos que se irguieron para reconquistarla. Pero ya ha recorrido la mitad de su camino, es decir recoger varias decenas de miles de testimonios, y ha comenzado a restablecer la verdad, por lo menos en lo referente a los derechos humanos. Y bien lo sabemos: la verdad es siempre revolucionaria».

Se concluye así la primera jornada de testimonios de las víctimas, durante la cual no hemos escuchado ni una sola palabra de venganza. Salimos conmovidos y conscientes de haber participado en un momento histórico inolvidable de Túnez.

Fuente original: http://www.tunisiainred.org/tir/?p=6908