Muchos temen que la banda petrolera que se ha apoderado de la Casa Blanca pueda lanzar un golpe audaz antes de las elecciones de noviembre. Ese grupo ambicioso y desalmado es capaz de cualquier cosa con tal de retener el poder como ya lo demostraron con el fraude descomunal que realizaron en la Florida donde […]
Muchos temen que la banda petrolera que se ha apoderado de la Casa Blanca pueda lanzar un golpe audaz antes de las elecciones de noviembre. Ese grupo ambicioso y desalmado es capaz de cualquier cosa con tal de retener el poder como ya lo demostraron con el fraude descomunal que realizaron en la Florida donde apenas contaban con medio millar de votos de ventaja. En la medida en que las encuestas demuestren que Bush pierde el apoyo popular de manera acelerada -como la realizada por Newsweek la semana pasada–, se incrementan las posibilidades de que se lancen contra otro país, Cuba o Venezuela probablemente, como una manera de convencer a los electores de que Bush es la garantía de la seguridad nacional e internacional. Un bombardeo selectivo contra objetivos limitados o desembarcos de bajo perfil, pueden estar entre las opciones que se estén considerando.
Ahora ha surgido más claramente una de las maniobras en potencia que la camarilla bushista está rumiando. El Secretario de Seguridad Interior, Tom Ridge, advirtió de la posibilidad de un ataque terrorista antes de noviembre y de la probable suspensión de elecciones. La revista Newsweek informó en su último número que los funcionarios de la dependencia de Ridge están estudiando los pasos legales necesarios para posponer las elecciones presidenciales de noviembre, en caso de un ataque terrorista. Ridge advirtió la semana pasada que la red Al Qaeda, de Osama bin Laden, puede atacar dentro de Estados Unidos, con el objetivo de frustrar o entorpecer las elecciones del 2 de noviembre. La revista citó fuentes anónimas que aseguraron que Seguridad Nacional pidió al Departamento de Justicia la semana pasada que revisara los pasos legales que serían necesarios para posponer las elecciones presidenciales de noviembre.
La pandilla aventurera de Bush ha usado el miedo de manera sistemática para obtener un respaldo de opinión pública a su política agresiva de invasiones y aplastamiento de soberanías ajenas. Se trataría ahora de realizar un autoatentado. Una bomba plantada convenientemente por la CIA, el FBI o el propio Departamento de Seguridad Interior darían la excusa necesaria para posponer las elecciones cuando las encuestas demuestren que Bush es un seguro perdedor. De esa manera tendrían un tiempo de espera para recuperar la estimación popular lanzando un nuevo ataque contra cualquier república independiente. Un verdadero golpe de estado.
Mientras eso sucede advertimos una de las consecuencias de la libertad y la democracia que beneficiaron a los afganos. La cosecha de amapolas ha sido espectacular este verano, según informa The New York Times. Las amapolas son la materia prima básica para producir opio y Afganistán elabora dos tercios de la manufactura mundial de opio. Tan abundante ha sido la cosecha de este año que los precios de la droga han descendido un 65% en el mercado. Según el corresponsal de dicho diario hay zonas en las que nunca se había cultivado la amapola y ahora están invadidas por extensos sembrados. Ello ha sido posible por la corrupción de los funcionarios peleles de la administración yanqui y el amparo de los señores de la guerra que se distribuyen el botín ilegal de aquél protectorado norteamericano.
La insurgencia de los talibanes no ha cesado y aunque no es tan intensa como la resistencia patriótica iraquí es suficiente para impedir la plenitud del control de aquél territorio. La zona fronteriza con Pakistán es indomable. Numerosos funcionarios del gobierno títere han perecido en atentados. Hay regiones donde la organización tribal ha impedido la entrada de las fuerzas de ocupación.
Se considera que 1.7 millones de afganos están dedicados al cultivo de la amapola en 28 de las 31 provincias y sus utilidades de calculan en mil millones de dólares, que es el 25 % de los ingresos nacionales. Según Naciones Unidas el precio tradicional del opio, en territorio afgano, era de treinta dólares el kilo pero tras la prohibición de los talibanes de procrear esa planta los precios subieron a 750 dólares el kilo. El exceso de producción actual ha reducido los precios a cien dólares el kilo. El año pasado se produjeron 3,600 toneladas de opio.
Ese ha sido el resultado de la guerra de conquista y la usurpación del territorio afgano: el libre flujo de drogas, la violación rampante de los narcotraficantes, el soborno a los funcionarios, sumir a un país en la dependencia de un mercado ilegal. A todo eso Bush le ha llamado esparcir la libertad y la democracia.