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Miles de congoleñas siguen siendo violadas en una guerra paralela ante la que el mundo sigue sin inmutarse

Fuentes: El Congo en español

Como contábamos recientemente, paralela a la guerra que libran el M-23 y el Ejército congoleño más los diferentes grupos armados que apoyan a uno u otro, existe otra guerra en el Este congoleño que todos los anteriores -en mayor o menor medida- libran contra cualquier mujer o niña que se cruce en el camino. Apenas tiene difusión pese a que es continua y cada día provoca decenas de víctimas que lo seguirán siendo el resto de sus vidas, además de quebrar la sociedad en la que viven y destruir familias y vínculos. De vez en cuando alguna noticia aislada, algún informe, desvía el foco por un momento hacia ellas para que luego vuelva a reinar tal silencio que simplemente hace que no existan.

Días atrás Médicos Sin Fronteras (MSF) ponía sobre la mesa un demoledor informe que debería revolver a todas las instituciones internacionales para parar esa oleada inacabable de violaciones y violencia sexual en el Este congoleño que la guerra del M-23 ha exacerbado muchísimo más. En 2024 los médicos de esta organización atendieron en la provincia de Kivu Norte a unas 40.000 ¡40.000! mujeres y niñas víctimas de violencia sexual. Y hay que repetirlo una vez más: no es fácil que una congoleña acuda a un centro sanitario tras una violación… Puede perderlo todo: respeto, marido, familia… si se conoce lo que ha sufrido. ¿Cuántas más han callado y apechugado con su desgracia en silencio y soledad?

Quién aún mantenga el estómago estable tras estos datos -tratar de poneros un momento en su pellejo- deben saber lo peor, que esta situación de violencia y violencia sexual es una constante, que no para… ni tiene intención de parar por sí misma -ni las mujeres y niñas pueden detenerla ellas solas-. Hasta finales de abril MSF había atendido en torno a la ciudad de Goma a 7.400 víctimas de violaciones y violencia sexual. En la cercana ciudad de Sake… 2.400.

Y si las mujeres desplazadas, muchas, tras la criminal orden del M-23 de desmantelar los campos de refugiados de Goma, vagando solas o con sus hijos, son especialmente vulnerables, nada libra a ninguna otra de ser violada por un miliciano del M-23, un soldado, un rebelde de tal o cual grupo armado, un desertor…

Recibimos a muchas mujeres que han sufrido abusos en las casas de las familias de acogida o en los centros comunitarios donde se alojan, o en sus alrededores. Muy a menudo, las obligan a mantener relaciones sexuales a cambio de alojamiento. Dondequiera que estén, no parecen estar seguras en ningún sitio, François Calas, responsable del programa de MSF en Kivu Norte.

En lugares de acogida, en campos de desplazados, buscando leña por lo alrededores, vagando por caminos y carreteras, cerca de centros sanitarios… Cualquier lugar es bueno para depredadores que lo tienen todo a favor además de una absoluta impunidad. 

La guerra «normal» llegó también a la provincia de Kivu Sur y con ella la otra guerra paralela, igualmente atroz: en sus territorios de Kalehe y Uvira van atendidas unas setecientas mujeres y niñas. Y volvemos a insistir: 

Las cifras están subestimadas debido a los numerosos obstáculos para acceder a la atención médica. El miedo a las represalias, el estigma, la lejanía geográfica y la falta de capacidad de tratamiento en los centro, Luders Leriche, responsable de las actividades médicas de MSF en Kivu Sur.

Las consecuencias son una herida abierta que no dejará de sangrar nunca, como explican desde MSF:

Más allá del impacto en la salud y psicológico, las consecuencias sociales son devastadoras: rechazo familiar y social, estigma, divorcio, pensamientos suicidas y una enorme dificultad para que los sobrevivientes puedan seguir viviendo en los lugares donde fueron agredidas.

Podíamos añadir testimonios reales de víctimas reales, de horror real, pero dejamos el enlace de MSF para quien quiera conocerlos. Y cerramos con la guinda a toda esta catástrofe humanitaria:

La situación es aún más preocupante porque el acceso a los servicios de tratamiento es cada vez más difícil. Varios centros de salud en las provincias de Kivu del Norte y Kivu del Sur ya se han quedado sin los medicamentos y kits necesarios para tratar a las víctimas y sobrevivientes de violencia sexual. 

Ni este mundo parece capaz de parar semejante atrocidad ni de siquiera ayudar dignamente a sus víctimas.

A quien haya llegado hasta aquí tenemos que darle las gracias y pedirle, si puede ser, que difunda lo que aquí se cuenta en la forma que pueda. Algo así no puede ser contemplado como irremediable o habitual y por mucho que sea una constante a la que no se hace caso, mayor ha de ser la constante de, como mínimo, denunciarlo.

@CongoActual

(Este es un apresurado artículo resumen de la información publicada por Médicos Sin Fronteras en la República Democrática del Congo el pasado día 11 de junio. No hemos perdido ni un minuto en ponernos a escribirlo y difundirlo en un ingenuo intento de compensar todo el tiempo que quien tiene más poder y medios tiene pierde inactivo ante el sufrimiento de decenas de miles de mujeres y niñas)

Fuente: https://elcongoenespanol.blogspot.com/2025/06/miles-de-congolenas-siguen-siendo.html