Traducido para Rebelión por Laura Abad
El 9 de septiembre de 2004, ante la comisión del senado americano de asuntos exteriores, el secretario de Estado estadounidense, Colin Powell, acusó al gobierno de Sudán de genocidio, de la siguiente manera:
«Al examinar las pruebas recogidas por nuestro equipo, concluimos – yo concluí – que se ha cometido genocidio en Darfur, el Gobierno de Sudán, los ‘yanyauid’ son responsables y ese genocidio puede seguir ocurriendo».
Consideremos el contexto de estas declaraciones. Estados Unidos ha llevado a cabo una guerra de agresión contra Irak y, de esta manera, ha cometido un supremo crimen internacional. [1]. Por lo tanto, los líderes americanos – incluyendo al general Powell – «son culpables de haber cometido un supremo crimen internacional en Irak [2].» Además, incluso mientras Powell acusaba al gobierno sudanés, el ejército estadounidense en Irak continuaba acciones que sólo pueden considerarse como crímenes de guerra o algo aún peor. Así que aquí tenemos al general Powell, un criminal a gran escala, acusando al gobierno sudanés de algunas barbaridades menores. No se trata de que estos crímenes estén ocurriendo o no, sino que lo que es repugnante es ver a Powell sentar cátedra moral acusando a los sudaneses. Mira quién va a hablar.
A propósito de Darfur
Es muy probable que ciertas atrocidades hayan tenido lugar en la región de Darfur, pero no procede que Powel las caracterice correctamente. En primer lugar, parte del conflicto en la zona se debe al cambio en el clima. La desertificación de la región, la expansión del Sahel, ha causado un conflicto entre los «ganaderos de camellos» y los agricultores [3]. En segundo lugar, caracterizar éste como un conflicto entre «africanos» y «árabes» supone una distorsión de la realidad, se mire como se mire. Como declaró Alex de Waal: «A pesar de que se hable de «árabes» y «africanos», difícilmente se puede distinguir a qué grupo pertenece un individuo de Darfur teniendo en cuenta sólo el color de su piel. Hace siglos que todos viven allí y son musulmanes» [4]. Por último, varios países se han entrometido en la región y es probable que Estados Unidos o sus vicarios hayan estado armando a grupos en la región [5]. Por eso es probable que Estados Unidos haya formado parte de algunos de los crímenes cometidos en la zona. En resumen, cualquier denuncia o acusación de crímenes en masa en Sudán deberían tratarse con cautela, especialmente si viene de Estados Unidos, en un momento en el que puede que les sea muy útil desviar la atención de los estragos que están causando en Irak. Las primeras llamadas de atención en relación a Sudán se realizaron pocos días después de la revelación de las torturas infligidas por los estadounidenses en Irak.
Cuestión de velocidad
Es interesante comparar la respuesta del general Powell a la «crisis» de Darfur con la intervención en Israel en abril de 2002. Después de realizar unas advertencias iniciales sobre la situación en Darfur, Powell voló directamente a Sudán, en cuestión de unos pocos días, para consultar con los miembros del gobierno. Incluso mientras estaba en Sudán, Powell realizó duras advertencias y amenazas públicas sobre supuestos crímenes en masa. Por el contrario, en 2002, la reacción de Powell a los expolios de Ariel Sharon en Cisjordania, incluyendo la devastación del campo de refugiados de Yenín, fue bien diferente. En este caso, la reacción de Powell incluía varias paradas en Marruecos, Siria… de camino a Jerusalem, para llegar cuando Sharon ya había concluido sus sangrientas hazañas en Yenín. Mientras que, aparentemente, Powell fue a Israel para trasladar el mensaje de Bush de que Israel debía «detener sus acciones militares inmediatamente», después de su llegada a Jerusalem, Powell suspendió su misión durante varios días ¡a causa de un atentado suicida! Aunque la misión de Powell debería haber abordado asuntos serios y posiblemente debería emitir duras advertencias contra Sharon, lo que presenciamos, en cambio, fueron los joviales encuentros entre Powel, Sharon y su círculo – todo sonrisas. A su vuelta, Powell no compareció ante la comisión de exteriores, no presionó a la ONU para que amenazara con imponer sanciones, sino que actuó en connivencia con los israelíes para sabotear una posible comisión de investigación de la ONU – comisión que finalmente no salió adelante. Una vez más, Powell demostraba que se aplica un doble rasero.
Genocidio, ¿dónde estabas?
También sorprende ver al propio Powell pronunciar la palabra «genocidio». Un poco de información contextual ayudará a apreciar hasta qué punto llega la hipocresía de Powell. Después de la Segunda Guerra Mundial, la ONU intentó promulgar una convención contra el genocidio, pero Estados Unidos hizo todo lo que pudo para sabotear la misma. Primero, a finales de los años 40, Estados Unidos intentó echar por tierra y postponer la convención sobre genocidio. Se las arregló para que el arquitecto principal de la convención (Raphael Lemkin) fuera apartado; así redujo el alcance de la convención, eliminando por lo tanto su eficacia para prevenir futuros genocidios. Incluso después de debilitar la convención, Estados Unidos no la ratificó, sino que esperó hasta 1988, cuando lo hizo con una larga lista de condiciones añadidas que la dejaban coja [6]. Teniendo en cuenta este historial, es por lo tanto sospechoso ver a Powell emitiendo acusaciones sobre genocidio hoy en día.
Parece que Estados Unidos sólo utiliza las acusaciones de genocidio cuando le beneficia políticamente, y utilizará estas acusaciones incluso aunque no haya ningún indicio de genocidio. (O bien, ignorará otros genocidios cuando sí que tengan lugar). Durante las guerras de Bosnia o Kosovo, también se utilizó la acusación de «genocidio», pero es dudoso si procedía o no [7]. ¡Algunos de los supuestos crímenes en masa fueron perpetrados por los propios bosnios o kosovares! El tribunal establecido para juzgar los crímenes de la Ex-Yugoslavia también da fe del cinismo estadounidense en relación a este tema. El tribunal se estableció específicamente para Bosnia/Kosovo, pero no dentro de un marco que permitiese juzgar futuros crímenes en masa. He aquí otro caso en el que la justicia selectiva es justicia mermada.
Déficits de atención
Periodistas y editores dicen a menudo que el público sólo puede prestar atención como mucho a dos temas al mismo tiempo. Cuando algo ocurre, pongamos en Sudán, esto significa que la cobertura de los acontecimientos en Irak se verá reducida. Y ahora sabemos por qué razón Powell ha intentado emitir acusaciones de genocidio contra Sudán. Powel parece haberse prestado a una campaña de propaganda cuyo fin es desviar la atención del público de la actual guerra en Irak y los expolios israelíes en los territorios ocupados. En febrero de 2003, jugó con las grotescas y fraudulentas acusaciones contra Irak en el Consejo de Seguridad y ahora vuelve a hacerlo para desviar la atención de los asuntos sucios de las guerras estadounidenses. Las elecciones estadounidenses están también a la vuelta de la esquina y es importante desviar la atención del electorado del tema clave de estas elecciones.
¡Oh, odio!
Una pregunta que se oye a menudo en Estados Unidos es «¿por qué nos odian?» La respuesta está cada vez más clara para los americanos [8]. Actuaciones como la de Powell indican que la política exterior estadounidense es una mezcla de cinismo, hipocresía y sadismo. No es cuestión de percepciones, sino de la guerra que continúa en Irak, el continuo bombardeo de Faluya, el asesinato de cientos de intelectuales iraquíes… todo esto muestra que hay una base concreta para evaluar las acciones estadounidenses en el mundo. Hay razones más que de sobra para que la gente tal vez odie a Estados Unidos.
Para un debate en detalle de la historia reciente de Colin Powell, ver: A Political Obituary: Colin Powell, D.O.A., por Paul de Rooij, CounterPunch, May 22, 2004. http://www.counterpunch.org/rooij05222004.html
Es posible ponerse en contacto con Paul de Rooij a través de su correo electrónico: [email protected] (NB: todos los adjuntos serán borrados automáticamente).©2004 Paul de Rooij
Notas
[1] Michael Mandel, How America Gets Away With Murder: Illegal wars, collateral damage and crimes against humanity, Pluto Press 2004, p. 5. Éste es un libro muy importante que clarifica muchos de los temas relacionados con la posiblilidad de aplicar el Derecho Internacional a la implicación estadounidense en grandes crímenes.
[2] Mandel, ibid, p. 6.
[3] Alex de Waal, Counter-Insurgency on the Cheap, London Review of Books, Vol. 26 No. 15 dated 5 August 2004. Éste es un artículo excelente que demuestra que la situación no es «o blanca o negra», tal y como la presenta Powell, sino que tiene un alto grado de complejida y una larga historia.
[4] de Waal, ibid.
[5] Pierre Abramovici, United States: the new scramble for Africa, Le Monde Diplomatique, July 2004. (por desgracia, la versión electrónica (mediante subscripción) no contiene el mapa).
[6] Ward Churchill, A Little Matter of Genocide, City Lights Books, 1997. Para un excelente relato de las maquinaciones americanas en relación a la convención sobre el genocidio, ver la pp363 — 393.
[7] Diana Johnstone, Fools’ Crusade, Pluto Press, London, 2002.
[8] Ver por ejemplo: Paul J. Balles, Why does the rest of the world hate you and me?, Sept. 9, 2004, http://www.corkpsc.org/db.php?aid=8454