No hay pueblo sobre la faz de la tierra con mayor tradición de resistencia en forma de movilización popular, protestas en las calles y acciones de llamada a la acción y unión, que los más de 3.000 pueblos africanos. A todas las luchas «normales» de la historia de cualquier pueblo del mundo, los africanos deben […]
No hay pueblo sobre la faz de la tierra con mayor tradición de resistencia en forma de movilización popular, protestas en las calles y acciones de llamada a la acción y unión, que los más de 3.000 pueblos africanos.
A todas las luchas «normales» de la historia de cualquier pueblo del mundo, los africanos deben añadir la resistencia a la colonización en el siglo XIX, la lucha por la liberación en el siglo XX, años 60 y 70. Después, la indignación y el hartazgo contra el sistema global capitalista, que a Europa llegó hace unos años, a África llegó en los años 80, cuando empezó a sufrir las consecuencias de las políticas de austeridad, como los planes de ajuste estructural, perduró en los años 90, y la última oleada llegó antes que a Europa, pues los pueblos africanos empezaron a sufrir los efectos de la última llamada crisis, como la subida de los precios de los alimentos o los despidos masivos, antes que el resto del mundo, entre 2003 y 2005. Todos esos años, los movimientos civiles y sociales han tenido una importancia crucial en la «contestación» del sistema. Los movimientos sociales eran enormes, masivos, organizados y a veces espontáneos, violentos o pacíficos, pero constantes y fuertes, capaces de influir en la conformación de sus estados con sus exigencias de justicia socio-económica, que algunas veces abrieron espacios para una oposición política.
Por lo general surgen como movimientos horizontales, comunitarios. Después pueden caer en la instrumentalización por parte de intereses alejados de los motivos por los que se originaron, pero los movimientos de resistencia y protesta siempre vuelven a surgir, son un energía en constante movimiento. En algunas ocasiones han tenido dirigentes, ya fueran líderes tradicionales o bien líderes que se erigían en cabeza visible del movimiento, que llegaban a ocupar cargos políticos, como Sankara de Burkina Faso y Lumumba de la República Democrática del Congo o Zaire, y otros no, como Ken Saro Wiwa, de Nigeria. Sea como fuere, los líderes visibles de las resistencias sociales africanas eran, literal o figurativamente hablando, decapitados por Occidente, antes y después de las independencias.
La mayoría de las sociedades civiles africanas se han enfrentado organizándose a problemas que muchos gobiernos occidentales no serían capaces de afrontar, cuando sobreviven a -y en- lo que aquí se conoce como estados fallidos, esos países que no superaron bien la fase postcolonial, o países con complejas situaciones que sus gobiernos clientes de los intereses externos no pueden hacer frente, como crisis de refugiados, degradación medioambiental, privatizaciones, falta de energía, de cobertura sanitaria…. Los movimientos sociales organizados en África son un camino muy transitado, aunque en Europa no hayamos querido o sabido verlos.
Por ejemplo, a Francia le costó mucho invadir el África occidental, no solo porque tuvo que librar una guerra contra los británicos (10 años) por conquistar esa zona sino porque los pueblos y reinos de la zona, como el antiguo imperio Songhai, se revelaron tanto contra la dominación, que Francia se vio obligada a desplegar la mayor campaña militar jamás desplegada por este país. Los pueblos africanos se resistieron tanto a la colonización, que en varios momentos los europeos pensaron que no podrían dominarlos. Francia tuvo que dividir en pequeños «países» lo que pretendía ser una enorme colonia. La división en Alto Volta (como se llamaba antes Burkina Faso) y las otras administraciones, Mali, Senegal,etc, se hizo para controlar mejor a los incontrolables.
Los académicos ya comenzaron a estudiar los movimientos sociales africanos en los años 60 y 70, cuando tuvieron lugar las independencias, precisamente por su importancia en el desarrollo de los acontecimientos que acabarían conformando el África independiente actual. Estos movimientos tienen mucha responsabilidad en la descolonización, además de las resistencias a la colonización, la liberación y la democratización de sus países, contribuyeron a la formación de la mayoría de la oposición y pluralidad política de los actuales estados africanos. Históricamente, ha habido movimientos muy diversos, desde feministas, de trabajo, medioambientales, políticos, de clase, étnicos o culturales. Hay que llamarlos sociales porque no tenían estructura de institución, ni estatal, ni nada que pueda compararse ni a las modernas ONG, ya fueran a nivel nacional, regional o incluso local.
La convulsión social no es nueva en los países africanos, pero su reflejo en los medios del exterior, sí ha sido algo novedoso en los últimos años. Ya se sabe: lo que no sale en los grandes medios no existe.
Si nos preguntamos por qué los europeos teníamos la sensación de que los africanos son seres inertes, en lugar de lo reivindicativos que son, prácticamente hasta las conocidas como «primaveras árabes» la respuesta es clara: nadie, ni en África ni en Europa, ni en ningún otro lugar del mundo, puede pretender informarse sobre resistencias populares en los medios de comunicación convencionales o corporativos. La «resistencia popular» la «resistencia organizada» es algo vetado desde las pocas grandes agencias que abastecen la agenda de todos los grandes medios. Por otro lado, la historia la escriben los vencedores y un vencedor no dedica tiempo a relatar la fortaleza y razones de lucha de su «enemigo». La colonización se nos enseñó como algo menos violento de lo que en realidad fue. Los europeos «cristianizamos» y «civilizamos» a salvajes no tan humanos como nosotros durante la colonización, así nos lo enseñaron en las escuelas. Hoy sabemos que la realidad es que asesinamos y saqueamos civilizaciones enteras con una gran crueldad, aunque todavía hoy no todos somos conscientes de estas bases de nuestra «civilización».
De unos años acá, el desarrollo de las nuevas tecnologías de comunicación y las redes sociales ha hecho posible que exista otro modo de acceder a la información y a la comunicación. Gracias a ello, entre otras ventajas se puede destacar que por fin hemos llegado a ver movimientos de las sociedades africanas, tanto del norte como del sur del Sáhara. Pero además es muy importante la contribución de las redes sociales tanto para que las movilizaciones africanas hayan sido más multitudinarias como para que se hayan hecho visibles en el exterior. Grandes masas de gente en cualquier lugar del mundo se unen en la lucha por una causa común, aunque muchas de estas personas no tengan redes sociales, quienes se organizan con estas tecnologías se acercan a los demás y ofrecen una información que antes era inaccesible para la inmensa mayoría.
En África, el mercado más grande del mundo de móviles, los teléfonos e internet han revolucionado la comunicación. Este mercado crece en África siete veces más que en el resto del mundo. Con este conocimiento de la tecnología y las redes sociales, los africanos aprovecharon el éxito de audiencia de los «aires de libertad» de las primaveras árabes, que irrumpieron en los medios occidentales a principios de 2011, lanzando mensajes destinados a las audiencias occidentales, de llamada de atención, en idiomas y lenguaje occidental. Saben que salir de la invisibilidad es una enorme baza y empezaron a jugar. Difunden sus acciones y manifiestos por Facebook y Twitter, en inglés y francés. Han tomado la determinación de entrar a formar parte de esta cosmovisión eurocentrista llamada «indignados», «occupy» etc. (y esto lo digo sin ánimo de critica). Son jóvenes concienciados, mujeres luchadoras, músicos, artistas, comunicadores, estudiantes o emprendedores, activistas e indignados en general que movilizan al resto de sus comunidades. Y nosotros, por fin, los vemos en nuestras pantallas y hemos empezado a hablar de ellos y sus luchas.
Fuente: http://africaenmente.blogspot.com.es/2015/12/movimientos-sociales-en-africa.html#more