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Movimientos sociales en torno a la minería en la región congoleña de Katanga

Fuentes: Revista Pueblos

Katanga es una región situada en el corazón de África, en el sureste de uno de los países más grandes y ricos en recursos naturales del continente, la República Democrática del Congo (RDC). Los cambios que en ella se han producido en los últimos años están generando un fenómeno novedoso en la provincia, el de […]

Katanga es una región situada en el corazón de África, en el sureste de uno de los países más grandes y ricos en recursos naturales del continente, la República Democrática del Congo (RDC). Los cambios que en ella se han producido en los últimos años están generando un fenómeno novedoso en la provincia, el de la minería artesanal, y un conflicto en sus relaciones con la tradicional minería industrial. Publicado el 16/11/2012 por

Es provincia rica en minerales como el cobre, el cobalto, el oro o el uranio. Su explotación ha heredado el modelo colonial caracterizado por grandes empresas públicas, en un primer momento la Unión Minera del Alto Katanga y tras la descolonización, Gécamines. Pero su mala gestión y las imposiciones del Banco Mundial de liberalización y modernización han transformado esta situación histórica de explotación nacional.

Ese fin del monopolio nacional ha llevado, en general, a dos situaciones muy distintas según el territorio: la que pasa en Katanga o las provincias de los Kasais, de tendencia neoliberal, frente al comercialismo militar de los Kivus o Maimena. Aunque no son dos modelos empresariales puros, la relativa paz de Katanga encuentra algunos elementos del segundo modelo, como el contrabando de minerales a través de Zambia o las empresas ilegales. El modelo neoliberal, por su parte, genera también conflictos por sí mismo…

Existe una competición cada vez mayor entre las empresas occidentales y China, que está entrando en el continente desplazando a sus competidores a través de nuevas estrategias, como presentar su inversión como una suerte de cooperación Sur-Sur y ofrecer la construcción de infraestructuras a cambio de concesiones de explotación. Esto tiene importantes consecuencias en la región de Katanga, donde el gobierno local ha apostado por la mejora de las infraestructuras viales, para atraer más inversores y facilitar el transporte de los minerales.

El documental Katanga Bussiness (Thierry Michel, 2009) muestra, al menos, tres modos distintos en los que China opera en la región: a través de comerciantes chinos que trafican con mineros artesanos (creuseurs), a través de pequeñas empresas a menudo sin licencias con sus propios excavadores clandestinos y maquinaria china, y con negocios de Estado a Estado. Ni unos ni otros han conseguido frenar el deterioro del bienestar y los derechos que las poblaciones de Katanga, tras la época dorada de la empresa Gécamines, que invertía en algunos servicios básicos de educación y sanidad para sus trabajadores.

En Katanga el fenómeno de los mineros artesanales ha crecido exponencialmente en los últimos años, de forma descontrolada y a menudo desconocida. Existen numerosos creuseurs operando en la región, ya sea en yacimientos abandonados, no reconocidos, o incluso dentro de zonas ambientalmente protegidas.

Por otro lado, desde el final de la guerra se pueden observar dos movimientos poblacionales fundamentales: el retorno de desplazados internos y refugiados y el desplazamiento de familias y comunidades en busca de yacimientos donde llevar a cabo su actividad minera, ya sea formal o informalmente, de manera legal o no. Este fenómeno es conocido como ‘nomadismo minero’; los trabajadores artesanales de la minería dependen mucho de las oscilaciones en el precio de los minerales en el mercado y dependen, también, de las condiciones de acceso a la explotación.

Desde finales de los 90, se produce un boom minero debido a la expansión de la economía internacional y consecuente aumento de la demanda, así como al incremento del precio de minerales tales como el cobre, el cobalto o el uranio. Katanga se convierte en un nuevo «El Dorado» para las empresas privadas extranjeras. Según un informe de la ONG de la Compañía de Jesús en la provincia de Loyola que trabaja en cooperación para el desarrollo ALBOAN, existe una enorme diferencia entre el número estimado de personas dedicadas a la minería artesanal y las que se dedican a la minería industrial.

La actividad minera, artesanal e industrial, tiene una importancia vital para la economía local y familiar, pero, también, altos costes sociales y ambientales. Cuando hablamos de personas afectadas indirectamente por la industria minera, hablamos de personas que huyen del paro en ciudades o regiones refugiándose en la minería, como mineros artesanos o trabajadores de empresas, y que también crean negocios en zonas mineras donde «aseguran» beneficios. Nos referimos a personas desplazadas a causa de la deforestación y/o las concesiones dadas a empresas extranjeras, cuya actividad se desarrolla influyendo en las vidas de las comunidades colindantes. Destacan otros impactos en la salud y el medio ambiente de este tipo de industria que afectan a las poblaciones cercanas a los yacimientos. Finalmente, hay personas que se ven afectadas por la presencia de una industria fuerte y con una alta presencia de inversión extranjera, lo que genera, por ejemplo, inflación, o prostitución, que causan una grave situación de inseguridad.

Por último, debemos tener en consideración la influencia que la crisis económica internacional ha tenido sobre estas relaciones entre la minería industrial y la artesanal. En los últimos años, se busca una mayor formalización del colectivo artesanal y hay un mayor control y búsqueda de alianzas por parte de las empresas extranjeras con los trabajadores locales.

Los movimientos en torno a la explotación minera

Existe una vulneración de los derechos laborales de los trabajadores, cada vez más numerosos, que se dedican a la minería artesanal. Hay también vulneración de los derechos humanos (a la salud, a la liberta de movimiento, etc.) del resto de la población. Tradicionalmente ha habido una mala gestión de los recursos naturales y hoy se traduce en una gestión anárquica y descontrolada. Otra de las consecuencias es que surgen importantes deficiencias sociales y medioambientales que comienzan a ser objeto de reivindicaciones y movimientos sociales.

Estos movimientos sociales tienen dos problemas fundamentales: el individualismo en los intereses de los principales actores en conflicto (escasa unión y conciencia de grupo de los mineros artesanos) y la desconfianza frente a las instituciones, las empresas, los sindicatos y cooperativas. Hoy hay numerosas ONGD y ONG locales que tienen vínculos y crean dinámicas de ámbito internacional. La práctica totalidad de las ONG de Katanga trabajan en el sector de la minería; mientras las ONGD buscan el desarrollo de las comunidades, acompañándolas en la defensa de sus derechos. El problema de la falta de acuerdo entre ONG y ONGD es uno de los principales obstáculos del sector.

Una de las críticas que se hacen, principalmente, con respecto a la actuación de las ONGD, es que la denuncia de la situación desaparece cuando acaba su labor. También se critica la falta conocimiento y comprensión de la situación: por un lado suelen centrarse en denunciar los impactos negativos de la minería en la población, buscando soluciones de abolición de ciertas actividades informales por el grave impacto negativo que provocan; pero también hay quien señala su importancia en las economías locales y la necesidad de buscar una solución que reconozca y formalice su situación, denunciando que la minería industrial es el foco del problema.

Desde 2009, sin embargo, se empieza a reflexionar sobre la necesidad de reunirse para alcanzar una mayor eficacia de sus propuestas. Hoy se organizan principalmente en torno a dos principales foros: Réseau de Ressources Naturelles (RNN) y Plateforme Minière (POM). Una de las principales acciones que ha llevado a cabo la Plataforma es la preparación de disposiciones para la revisión de la ley minera (prevista para este mismo año), enviadas como propuesta conjunta a los diputados. Mientras, RNN publicó un informe en el que se reivindica el papel de los medios y la sociedad civil en la explotación de los recursos naturales de la RDC.

Dentro de las diferentes organizaciones, destacan algunas dedicadas a temas de transparencia en las concesiones y en la propia explotación, como ASADHO o PREMICONGO. Otras trabajan sobre los impactos ambientales y de salud de la industria minera (Avocats Verts y la propia RNN). Existen otras que se preocupan de la situación de los mineros artesanos (SADRI o Maison Anuarite) o de la violencia sexual que sufren las mujeres del entorno de la industria minera (ACIDH). Algunas se centran en cuestiones de fraude y justicia social, como ASADHO, ACIDH y GANVE. Por último, algunas concentran sus esfuerzos en la revisión de contratos mineros, como CEPAS.

También hay que destacar el papel de los medios de comunicación, los sindicatos y la Iglesia (principalmente, la Iglesia católica). Los medios de comunicación se suman a las acciones para el esclarecimiento y reivindicación de las cuestiones relativas a la explotación minera, como hacen la Radio Comunitaria de Katanga, la Unión Nacional de la Prensa en el Congo y la Asociación de Mujeres de los Medios de Katanga. Su labor es esencial para hacer llegar la situación a toda la población. También se han hecho eco de las amenazas y agresiones que han sufrido algunos activistas.

Algunas ONGD tienen vinculación religiosa. Además, la Conferencia Episcopal Nacional del Congo realiza una importante labor de denuncia de la situación de empobrecimiento de la población a causa de la industria minera. Por otro lado, Nueva Dinámica Sindical o el Sindicato de Explotaciones Mineras Artesanales de Katanga juegan un importante papel en la reivindicación de la situación laboral de los mineros artesanos.

Por último, existe otra plataforma que reúne empresas, representantes del Estado y ONG: IDAK (Iniciativa para el desarrollo sostenible de Katanga), que tiene un importante apoyo por parte de la cooperación alemana para su puesta en funcionamiento; pero existe escepticismo sobre su funcionalidad.

Hay que señalar algunas iniciativas internacionales que prestan especial atención a las injusticias sociales y ambientales derivadas de la industria extractiva o a la falta de transparencia de las empresas. Las más importantes en Katanga son Public What You Pay y la Iniciativa para la Transparencia de la Industria Extractiva, que trabajan con ONG locales. Destacan, también, la campaña Raise Hope for Congo de la ONG americana Enough Project; o el informe publicado este año por la ONG suiza Paine pour le Prochain que denuncia las actividades ilícitas de la empresa extractiva suiza Glencore en Katanga. En el contexto regional africano, está la iniciativa Africana sobre la Explotación Minera, que establece la necesidad de reforzar las capacidades de las organizaciones de la sociedad civil y el intercambio de experiencias.

Conclusión

Se dice que la sociedad civil en África y los movimientos sociales son escasos y poco organizados. Pero existen muchas manifestaciones de movilización social, desde los intelectuales, estudiantes y artistas, hasta organizaciones de derechos de mujeres, de desarrollo, de defensa de derechos ambientales, asociaciones de empresarios y campesinos… Es cierto que la historia de algunos países africanos ha debilitado la fuerza de estas uniones y movilizaciones sociales. Katanga es un claro ejemplo del juego geoestratégico internacional donde los actores protagonistas son similares a otros casos en los que los recursos naturales juegan un papel esencial.

El Estado, las empresas extractivas y la población juegan un papel muy activo. Es fundamental reconocer el rol de la población, a la que a menudo se deja de lado o se considera una parte pasiva. Resultará fundamental que la amplia red de organizaciones descrita se convierta en el motor del fortalecimiento de los derechos y la justicia social en el sector de la extracción de recursos.


María Molina es investigadora y consultora en ReSeT (www.resetweb.org).

 

Este artículo ha sido publicado en el nº 54 de Pueblos – Revista de Información y Debate, Cuarto trimestre de 2012.