El casamiento de Gamal Mubarak, hijo del presidente egipcio Hosni Mubarak y secretario general del gobernante Partido Nacional Democrático, desató una nueva ola de especulaciones sobre sus ambiciones políticas. Gamal Mubarak niega toda intención de encaramarse a la presidencia, pero muchos analistas políticos interpretan la difusión dada por los medios de comunicación a la boda, […]
El casamiento de Gamal Mubarak, hijo del presidente egipcio Hosni Mubarak y secretario general del gobernante Partido Nacional Democrático, desató una nueva ola de especulaciones sobre sus ambiciones políticas.
Gamal Mubarak niega toda intención de encaramarse a la presidencia, pero muchos analistas políticos interpretan la difusión dada por los medios de comunicación a la boda, celebrada la semana pasada, como un signo de que la «herencia» del cargo es inminente.
«Con el casamiento se pretendió elevar su popularidad con vistas a la herencia del cargo presidencial», dijo a IPS Abdel-Halim Kandil, jefe de redacción del semanario opositor Al-Karama.
El 4 de este mes, Gamal Mubarak, de 44 años, contrajo matrimonio con Khadiga al-Gamal, de 24, hija del magnate egipcio de la construcción Mohamed al-Gamal. La pareja se había comprometido a principios del año pasado.
La unión de los Mubarak con una familia del mundo empresarial representa la unidad del gobierno con ese sector, que, a su vez, pasó a tener una gran influencia política, según diversos análisis.
La ceremonia se realizó en Sharm el-Sheik, en la costa de la península del Sinaí sobre el mar Rojo. Participaron unos 500 invitados, incluidas figuras destacadas del Partido Nacional Democrático.
Tampoco faltaron importantes personalidades políticas de la región como el canciller saudita Saud al-Faisal y el líder del Movimiento del Futuro de Líbano, Saad al-Hariri, de quien se dice es amigo personal del novio.
Hubo un gran operativo de seguridad, facilitado por la celebración el día anterior en esa misma ciudad de la conferencia sobre Iraq a la que asistieron representantes de gobiernos de todo Medio Oriente y la secretaria de Estado (canciller) estadounidense Condoleezza Rice.
Desde que se integró como líder no formal del poderoso Comité Político del Partido Nacional Democrático en 2002, aumentaron las especulaciones acerca del interés de Gamal Mubarak por una carrera en el gobierno.
Integrado por destacados empresarios, el Comité es responsable de fijar la agenda política del oficialismo. Estuvo, por ejemplo, muy vinculado con la redacción de las controvertidas enmiendas constitucionales aprobadas este año.
Algunos analistas locales consideran que ese Comité, al igual que su líder, ostenta una influencia excesiva dentro del partido y en el proceso legislativo.
«Los proyectos elaborados por el Comité van derecho al parlamento, donde la asamblea dominada por el Partido Nacional Democrático los aprueba» casi sin discusión, dijo a IPS Ahmed Thabet, profesor de Ciencias Políticas de la Universidad de El Cairo.
La influencia de Gamal Mubarak y su círculo de allegados del sector empresarial se extiende hasta el consejo de ministros.
En la reorganización del gabinete de 2004, varias carteras clave terminaron en manos de figuras cercanas a Gamal Mubarak, a las que se conoce como «el grupo económico».
Entre esos ministros figuran el de Finanzas, Youssef Boutros-Ghali, el de Industria y Comercio, Rachid Mohamed Rachid, y el de Inversiones, Mahmoud Mohieldin.
El mismo Gamal Mubarak se especializó en inversiones. Tras obtener una maestría en administración en la American University de El Cairo, trabajó en la sucursal londinense del Bank of America durante casi 10 años.
Contrariamente a los viejos cuadros del partido, los ministros del «grupo económico», relativamente jóvenes y de tendencia reformista, promovieron la liberalización comercial y la integración de Egipto en la economía mundial.
Sus integrantes propiciaron, en muchos casos con éxito, la reducción de los aranceles a las importaciones, la privatización de bienes estatales y la apertura de la economía a las inversiones extranjeras.
En cuanto a la política exterior, es notoria la afinidad de esta «nueva generación» con Estados Unidos.
Gamal Mubarak y sus allegados del mundo empresarial visitaron Washington en varias ocasiones y mantuvieron reuniones a puertas cerradas con sus contrapartes del gobierno de George W. Bush.
También mostraron cierta disposición a cooperar con Israel, país con el que Egipto tiene un tratado de paz, a pesar de que rechaza su política hacia la cuestión palestina.
Esa cooperación adoptó la forma de un tratado trilateral entre Egipto, Estados Unidos e Israel, aprobado en 2004, así como un tratado de 2005 por el que este país vende gas natural al estado judío.
La influencia de esa joven generación de líderes «reformistas» también se sintió en otras importantes instituciones estatales, incluido el aparato de medios de comunicación.
En 2005, varios cargos ejecutivos en las editoriales propiedad del gobierno quedaron en manos de allegados a Gamal Mubarak, entre ellos el jefe de redacción de los tres diarios estatales, incluido Al-Ahram, de renombre internacional.
En febrero del año pasado, Gamal Mubarak fue designado secretario general del Partido Nacional Democrático, avivando las especulaciones sobre sus ambiciones políticas.
Según sus críticos, en los cinco años siguientes a su debut político, Gamal Mubarak logró, con ayuda de los medios de comunicación estatales amigos, erigir un «perfil» público inigualable.
«Las últimas declaraciones de Gamal Mubarak se asemejan a las de un presidente o un primer ministro. Además, lo agasajan con recepciones oficiales cuando sale de gira por la región, al igual que un presidente o un primer ministro», dijo Thabet.
A pesar de su meteórico ascenso dentro del partido gobernante, Gamal Mubarak ha negado sistemáticamente tener ambiciones presidenciales.
Pero su casamiento volvió a desatar una ola de especulaciones. Según analistas y dirigentes de la oposición, el hijo se prepara para suceder a su padre, quien cumplió 79 años el mismo día de la boda.
«En general, la gente no cree los desmentidos acerca de sus ambiciones políticas. En 1994, el presidente Hosni Mubarak aseguró que ninguno de sus dos hijos haría carrera política, pero Gamal Mubarak lo hizo. Hosni Mubarak también realizó privatizaciones tras haber dicho que no lo haría», señaló Kandil.
Pero esta suposición en torno del futuro político de Gamal Mubarak estuvo acompañada de cierto grado de inseguridad acerca del papel de las discretas pero poderosas fuerzas armadas de Egipto.
Según analistas, las poderosas instituciones militares se opondrían a la designación de Gamal Mubarak a la presidencia.
«El ejército no apoyaría su candidatura porque no tiene nada que ofrecer, más que ser hijo del presidente. Su apoyo radica en la poderosa 0comunidad empresarial, que se beneficiaría con su política», indicó Kandil