Polémico Premio Nobel de la Paz y artífice de golpes de Estado y de las guerras de los recientes 50 años
Nueva York y Washington – Un banquillo de acusados nunca se ocupará en la Corte Penal Internacional de La Haya después de la noticia de que, con su muerte, Henry Kissinger se ha ‘‘fugado’’ para siempre. La lista de posibles acusaciones –nunca formuladas pero extensamente documentadas– abarcan su complicidad en la muerte, tortura, represión y destrucción de millones de personas desde Vietnam y el resto del sureste asiático a África y América Latina.
Tal vez el mejor epitafio debería ser el comentario del gran satirista político musical (y profesor de matemáticas en el alma mater de Kissinger, Harvard), Tom Lehrer, quien comentó en 1974: «La sátira política se volvió obsoleta cuando a Henry Kissinger le fue otorgado el Premio Nobel de la Paz».
De hecho, cuando recibió ese galardón junto con el negociador vietnamita Le Duc Tho –quien rehusó aceptarlo– por acordar el fin de la guerra de Vietnam, se estaban revelando los detalles de la campaña clandestina de bombardeo masivo de Camboya en 1969, la cual Kissinger manejó bajo órdenes del presidente Richard Nixon, episodio que duró 14 meses y costó cientos de miles de muertes y más de 2 millones de exiliados internos. Bombas que no se detonaron en ese periodo siguen explotando hoy hiriendo sobre a todo a niños.
La noticia de su muerte a los 100 años de edad en su residencia en Connecticut, anunciada la noche del miércoles, fue divulgada por los medios estadunidenses, fue noticia de primera plana y provocó un torrente esperado de elogios oficiales, críticas, condenas e intentos de los corporativos de noticias de ofrecer obituarios balanceados: un gran estratega para algunos y criminal para otros.
Pero tal vez el candidato para mejor encabezado del día fue el de la revista Rolling Stone: Henry Kissinger, criminal de guerra amado por la clase gobernante estadunidense, finalmente muere.
Aunque Kissinger sólo estuvo en altos puestos de poder por muy poco tiempo –en los gobiernos de Nixon y su sucesor Gerald Ford entre 1969 a 1977 como asesor de Seguridad Nacional y después secretario de Estado– y eso fue hace medio siglo, forjó el paradigma de la política exterior estadunidense que ha prevalecido hasta hoy.
El historiador Greg Grandin, autor del libro La sombra de Kissinger, y profesor en la Universidad de Yale, comentó en una entrevista con La Jornada: «Kissinger ha estado formalmente fuera del poder por casi 50 años, pero su presencia está en el realineamiento estadounidense pos-Vietnam, y las secuelas de los golpes de Estado en los que estaba involucrado en la región; realmente organizando asonadas en Chile, Uruguay, Argentina y Bolivia, un país tras otro».
El arte del belicismo
Grandin señaló: “es importante separar la culpabilidad de las situaciones en las que Kissinger es personalmente responsable, y el establecimiento de un sistema sobre el cual presidió. Por supuesto es personalmente responsable por muchas cosas, pero creo que es más importante pensar sobre cómo su vida es parte de un mapa de un periodo cuya consecuencia en la historia estadunidense es enorme. Sus decisiones y formulación de políticas abrieron puertas y ventanas que ayudan a explicar cómo este país se mueve desde (las guerras de) Vietnam a Irak, de cambios de normas de lo que es permisible.
“Hoy, es completamente parte de la sabiduría convencional que Estados Unidos tiene el derecho de actuar en países en desarrollo en nombre de lo que define ‘autodefensa y seguridad nacional’. Eso es algo que ha cambiado, y creo que es debido a las acciones que tomó Kissinger, y pienso que uno puede ver alrededor del orbe, a diferentes regiones, y observar el impacto de las políticas de Kissinger, de manera más notable en Medio Oriente (https://www.jornada.com.mx/2023/05/26/mundo/020n1mun.”
Para comprobarlo, en su declaración oficial sobre la muerte de Ki-ssinger, el actual secretario de Estado Antony Blinken afirmó: Henry tomó muchas decisiones que fijaron la historia. Servir hoy día como el diplomático en jefe de Estados Unidos es moverse a través de un mundo que tiene la huella duradera de Henry, desde las relaciones que forjó hasta las herramientas de las quefue pionero en la arquitectura que él construyó.
Los obituarios resaltan su enorme influencia y sus logros como estratega, incluyendo armar la histórica visita de Nixon a China en 1971, las negociaciones de la llamada Detente con la Unión Soviética, las cuales llevaron a los mayores acuerdos de control de armas entre los dos superpoderes, y su asesoría –no oficial– a 12 presidentes estadunidenses desde Kennedy, cuando era un académico joven en Harvard, pasando por Clinton en los años 90 (incluyendo la negociación del TLC con México), los Bush, Trump, hasta Biden. Gran parte de este trabajo durante el reciente medio siglo fue por conducto de su empresa de asesoría, Kissinger Associates.
Pero los elogios postmortem no pueden ocultar su larga historia como uno de los grandes autores intelectuales de masivas violaciones de las normas de derechos humanos, no-intervención, paz y seguridad bajo las leyes y convenios internacionales.
Entre sus frases más reveladoras de su mentalidad fue la que pronunció en torno a la decisión de intervenir en Chile para derrocar al presidente democráticamente electo Salvador Allende: «No veo por qué necesitamos quedarnos a esperar y observar a un país volverse comunista por la irresponsabilidad de su propio pueblo». Tres años después, se llevaría a cabo el golpe militar apoyado por Washington contra Allende, evento que cumplió su 50 aniversario el pasado septiembre.
Al inicio de la guerra en Ucrania, también sorprendió a la cúpula en Washington al criticar el apoyo a Kiev, ya que Estados Unidos estaba violando el acuerdo verbal concretado entre Reagan y Gorbachov para poner fin a la guerra fría sobre que no habría una ampliación de la OTAN alrededor de Rusia, aunque cambió de posición.
Hay amplia documentación sobre la vida oficial de Kissinger, aunque menos sobre sus actividades desde que dejó el gobierno hace cinco décadas.
El National Security Archive ofrece lo que llama un obituario desclasificado que incluye los archivos oficiales previamente secretos que documentan su legado incluyendo “el derrocamiento de la democracia en Chile; su desdén por los derechos humanos y apoyo a guerras sucias, y hasta genocidas, en el extranjero; campañas de bombardeos secretos en el sureste asiático; e implicación en los abusos criminales del gobierno de Nixon, entre ellos intervenir secretamente las llamadas telefónicas de sus propios asesores” (https://bit.ly/3R4AvNp).
Fuente: https://www.jornada.com.mx/2023/12/01/mundo/023n1mun