Si la creación de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC) en marzo de 2011, en Caracas, se identificó como el nacimiento de un hemisferio post-estadounidense, lo que ocurrió en Nom Pen, capital del Reino de Cambodia, en noviembre de 2012 califica como nacimiento del mundo post-estadounidense. En una reunión cumbre celebrada en este […]
Si la creación de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC) en marzo de 2011, en Caracas, se identificó como el nacimiento de un hemisferio post-estadounidense, lo que ocurrió en Nom Pen, capital del Reino de Cambodia, en noviembre de 2012 califica como nacimiento del mundo post-estadounidense.
En una reunión cumbre celebrada en este reino de la península de Indochina, los Jefes de Estado y de Gobierno de 15 países del Asia que engloban más de la mitad la población mundial anunciaron la formación de una asociación económica regional integral que excluye a Estados Unidos, hecho calificado como la humillación más grande que ha sufrido Washington en su historia.
El presidente Barack Obama asistió a la Cumbre de Nom Pen entusiasta con la idea de lograr la constitución de una asociación transpacífica encabezada por Washington que excluyera a China, propósito en el que su diplomacia había trabajado intensamente.
Paradójicamente, las naciones del sudeste asiático más China, India, Japón, Corea del Sur, Australia y Nueva Zelanda presentes en la Cumbre decidieron otra cosa y el excluido fue Estados Unidos.
En la medida que los tres mil millones de asiáticos han logrado mayor prosperidad, ha ido disminuyendo su interés por contar con la colaboración de 300 millones de estadounidenses.
La idea de constituir una asociación transasíatica sin China es parte fundamental del proyectado «pivote de Asia» que ha ocupado la atención de los principales «tanques pensantes» y asesores de alta política en Washington, al punto que han llegado a valorarlo como la mágica tablilla salvadora, capaz de rescatar la economía de Estados Unidos y restructurar las relaciones internacionales.
El jolgorio de la reciente elección presidencial opacó de manera considerable la promoción de estos planes en los días previos a la Cumbre asiática, pero no redujo el optimismo con que Obama llegó a Nom Pen.
No obstante, lo ocurrido era pronosticable.
Las exportaciones de los países asiáticos han aumentado más del 20% respecto a su punto más alto antes de la crisis económica de 2008, en tanto las de Estados Unidos solo crecieron un 4%.
Las exportaciones de China a Asia, mientras tanto, han crecido 50% desde su máximo antes de la crisis, mientras que las de EEUU solo aumentaron un 15% a tenor del florecimiento económico de los países de esa área. Las exportaciones chinas a Asia (US$ 90 mil millones) triplican las de China a Estados Unidos.
Luego de meses de calamitosas y erradas predicciones de que la economía de China enfrentaría un duro aterrizaje forzoso, se ha evidenciado que el gigante asiático no ha tenido aterrizaje alguno. Su consumo interno, así como sus exportaciones a Asia, han crecido casi un 20% respecto al pasado año y lo único que ha declinado son las exportaciones a la economía estadounidense.
En 2002, China importó cinco veces más de Asia que lo que compró en Estados Unidos. Ahora importa 10 veces más de Asia que de los Estados Unidos.
Cual hacen notar los investigadores Arvind Subramanian y Martin Kessler, del Peterson Institute of International Economics, las monedas asiáticas han comenzado a operar más con el renminbi (RMB) chino que con el dólar estadounidense. En los últimos dos años, en las economías de mercado emergentes, el RMB se ha estado convirtiendo cada vez más en moneda de referencia por su alto grado de co-movimiento con otras monedas.
En Asia oriental, ya existe un bloque RMB, llamado así porque la moneda china ha pasado a ser moneda de referencia dominante, eclipsando al dólar. Siete de las diez monedas de la región se mueven más estrechamente con el RMB que con el dólar.
Observadores de la política internacional se preguntan qué ilusiones fundamentaban los propósitos del Presidente Obama cuando llegó a Asia proponiendo un acuerdo transpacífico que dejaba fuera a China. La superpotencia está pidiendo prestado 600 mil millones de dólares cada año al resto del mundo para financiar una deuda de mil doscientos millones de dólares, ahora principalmente con Japón porque China ha pasado a ser, desde el año pasado, un vendedor neto de bonos del Tesoro estadounidense.
Estados Unidos es en la actualidad un país receptor de capital, no un proveedor de capital y aunque constituye un mercado de importación de notable significación, su peso relativo decrece con respecto al ascendente comercio inter-asiático que se expande mucho más rápido que el comercio con Estados Unidos. ‘ Ciertamente, el mundo posterior al de la hegemonía de Estados Unidos está ya casi entre nosotros y ni los drones ni los misiles inteligentes parecen capaces de detenerlo.