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Nazi-fascistas: Delincuencia consentida (cuando no propiciada)

Fuentes: Rebelión

Abundan las pintadas con símbolos nazi-fascistas que llevan meses, cuando no años, en numerosas paredes de cualquier ciudad, sin que las «autoridades» hagan nada ni por perseguir a sus autores o simplemente por borrarlas. No sucede así con los carteles que las organizaciones sociales (legales, por supuesto) pegan para reivindicar cualquier derecho o anunciar cualquier […]

Abundan las pintadas con símbolos nazi-fascistas que llevan meses, cuando no años, en numerosas paredes de cualquier ciudad, sin que las «autoridades» hagan nada ni por perseguir a sus autores o simplemente por borrarlas. No sucede así con los carteles que las organizaciones sociales (legales, por supuesto) pegan para reivindicar cualquier derecho o anunciar cualquier movilización aunque esta sea legal y haya sido autorizada.

¿Por qué esto es así? La pregunta es tan retórica como trivial la respuesta. Tanto los grupos de ultraderecha como los grupos nazi-fascistas son legales de hecho e incluso de derecho, y muy gorda y mucha alarma social han de causar para que las llamadas autoridades intervengan, y me refiero a las autoridades administrativas, políticas, policiales, judiciales o incluso hasta las religiosas que bien se hacen oír en otras ocasiones.

Así ocurre que no es sorprendente que las denominadas autoridades sean tan permisivas con las manifestaciones xenófobas de los ultras que circulan libremente, e impunemente, por las calles y hacen en estas lo que sus bajos instintos les dictan. No es sorprendente, porque estos ultras no ponen en peligro el «sistema», no amenazan al sistema (neoliberal) sino que, al contrario, lo defienden y perpetúan.

No se entiende bien, o sí se entiende más que de sobra, que las autoridades desplieguen a decenas o a cientos de antidisturbios para moler a palos a los participantes de una manifestación pacífica, bien sea de trabajadores, de estudiantes o de cualquier otro movimiento social y, sin embargo, protejan, acompañen y propicien implícita y hasta explícitamente a estos grupos de salvajes dispuestos a llegar hasta el asesinato de los que ellos consideren oportuno. Pero claro, estos no son terroristas, es decir, no causan terror al Estado neoliberal montado por el PSOE-PP y sus socios de turno.

Lo dicho, los nazi-fascistas no son peligro alguno para el «sistema», para su sistema, sino todo lo contrario, son las bandas que se encargan de aterrar -haciendo las veces de los antidisturbios- a los grupos o sectores sociales críticos y a todos los movimientos sociales, a indigentes, a gays, a inmigrantes y a cualquiera que simplemente, por cualquier razón, no sean del agrado o del ideal nazi-fascista.

Los ejemplos abundan, sobran. Y la policía aplaude.

www.asturbulla.org

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.