La muerte de 13 soldados franceses en Malí, el 25 de noviembre, ha recordado a quienes lo hubieran olvidado que, aunque las autoridades no mencionen mucho el tema, el ejército francés sigue presente en varios países africanos, en nombre de la lucha antiterrorista. Una ocasión más de revisar esta presencia militar que a pesar de […]
La muerte de 13 soldados franceses en Malí, el 25 de noviembre, ha recordado a quienes lo hubieran olvidado que, aunque las autoridades no mencionen mucho el tema, el ejército francés sigue presente en varios países africanos, en nombre de la lucha antiterrorista. Una ocasión más de revisar esta presencia militar que a pesar de las pretensiones proclamadas, se inscribe en la larga tradición de la Françafrique (la relación neocolonial de Francia con sus antiguas colonias africanas ndt).
«Hace hace cuatro años las fuerzas malienses francesas, africanas, estaban intentando reconquistar el Norte de Malí, y la ciudad de Bamako estaba bajo la amenaza de una ofensiva terrorista de gran amplitud. […]. Hoy, en esta reunión debemos tomar la dimensión de lo que se emprendió aquí hace cuatro años. Los terroristas no controlan ya ningún territorio, la democracia ha retomado su curso, ha habido elecciones: presidenciales, legislativas. Ibrahim Boubacar Keita es el elegido por el pueblo maliense, la economía se recupera y la reconciliación, con los acuerdos de Argel, está en curso». Así se expresaba François Hollande el 14 de enero de 2017 en una visita a Malí. Cerca de tres años más tarde se plantea la pregunta de porqué las fuerzas francesas han permanecido en Malí si la situación era tan buena.
El pretexto antiterrorista
Cuando en enero de 2013 Hollande decidió intervenir militarmente en Malí, los motivos invocados parecían particularmente nobles: se trataba de ayudar, a su demanda, a un país amigo, confrontado al terrorismo islamista. Fueron desplegados 4000 soldados en al marco de la operación Serval y se creó una base militar en Tessalit. Pero, rápidamente, la operación que debía ser limitada en el tiempo y en el espacio, se extendía y se transformó en operación Barkhane, en la que quedaban implicados Burkina Faso, Mauritania, Níger y Chad. Efectivamente, la actividad militar francesa no ha logrado en absoluto desmantelar las redes yihadistas que causan estragos en el norte de Malí, y las ha desperdigado por los países vecinos, es decir, por una gran parte del Sahel.
Ahora bien, no se puede dejar de subrayar que «el Sahel abriga grandes reservas petroleras, yacimientos de uranio y de oro, así como de gas, coltán, cobre, granates, manganeso y litio, minerales magnéticos y tierras raras (17 elementos químicos indispensables en nuevas tecnologías como las LED o las eólicas)»[1]. Con el pretexto de la intervención antiterrorista y por tanto del bienestar de la población, las operaciones Serval y Barkhane se inscriben en realidad en la tradición de la Françafrique: ir en apoyo de los regímenes amigos, aunque éstos sean corruptos, autocráticos, lleven a cabo políticas antisociales y se apañan muy bien con los grupos terroristas cuando estos últimos pueden jugar un papel de apoyo externo a un aparato de Estado débil, todo ello para mantener o extender zonas de influencia económica.
Las tropas francesas no tienen nada que hacer en Mali
El antiterrorismo y las posturas marciales no son sino un pretexto. Como señalaba el investigador Yvan Guichaoua en 2017, «la yihad no prospera por casualidad, contrariamente al retrato perezoso que hace de ella François Hollande. Emerge en espacios en los que ninguna forma de gobierno legítimo prevalece. Y esos espacios abundan en Malí, cuyas autoridades han hecho de la instrumentalización de las milicias un modo privilegiado de gobernanza del norte del país desde hace muchos años»[2]. Se comprende entonces por qué desde hace varios años las manifestaciones contra la presencia francesa se desarrollan en Malí y en los países fronterizos[3].
Así, si bieno hay que minimizar la amenaza que representan ciertos grupos yihadistas en el Sahel, es indispensable combatir las mentiras de las autoridades francesas: la presencia francesa no aporta más estabilidad, paz o democracia, sino que ocurre incluso exactamente lo contrario. Cuando hay quienes demandan un debate en el Parlamento sobre el sentido de esta presencia militar, hay que repetir que las tropas francesas no tienen nada que hacer en Malí y en los países de su entorno, donde no hacen sino llevar la guerra y más miseria aún, con el único interés de la diplomacia y las multinacionales francesas.
Notas:
[1] Mathieu Rigouste, «Que fait l’armée française au Sahel?», Orient XXI, 13 octobre 2017. https://orientxxi.info/magazine/que-fait-l-armee-francaise-au-sahel,2041. [En el mismo artículo, el autor afirma que «… Las intervenciones militares occidentales en Irak en 2003 y en Libia en 2011 han contribuido al desarrollo y al refuerzo de los grupos armados presentes en el Sahel. Constituidos sobre la base de la miseria y la discriminación política, étnica y social, estos grupos emergen en reacción a la corrupción, el autoritarismo y la violencia de los Estados sahelianos apoyados por Francia y los países occidentales»… «Así, la banda sahelo-sahariana en su conjunto está sometida a la vigilancia y a las intervenciones, salpicadas de bombardeos aéreos, del ejército francés por una parte, pero también a la represión realizada por los ejércitos africanos contra las poblaciones locales de otra». Respecto a los motivos de la intervención francesa, recuerda que en 2013, un informe del Senado francés, La presencia de Francia en un África deseada, demandaba ya «asegurar un acceso seguro a los recursos energéticos y mineros»… «Un continente, África, en el que 40.000 empresas francesas, de las cuales 14 son multinacionales están presentes» ndt].
[2] Célian Macé, «Au Mali, jusqu’où Macron suivra-t-il François Hollande?», liberation.fr, 11 mai 2017. (En https://orientxxi.info/magazine/mali-le-jeu-trouble-de-l-etat-avec-les-milices,3207, Rémi Carayol, explica que «las milicias, creadas o impulsadas por el Estado, se vuelven contra él y debilitan la poca autoridad que le queda»).
[3] Leer por ejemplo Rémi Carayol, «Au Sahel, la flambée des sentiments antifrançais», Orient XXI, 14 novembre 2019. [El mismo autor, en un artículo https://orientxxi.info/magazine/qui-sont-ces-djihadistes-qui-mettent-en-echec-l-armee-francaise-dans-le-sahel,3269 del mes de septiembre de 2019 señalaba la incapacidad de Francia para comprender las motivaciones que empujan a centenares de personas jóvenes a sumarse al yihadismo. Incapaz de entenderlo, su designación como todos son terroristas igual que los de Charlie Hebdo o Bataclan, no puede llevar sino al fracaso y al aumento del odio contra la presencia francesa ndt].
Fuente: https://npa2009.org/actualite/international/mali-la-francafrique-encore-et-toujours
Traducción: Faustino Eguberri para viento sur