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Nepal: El clamor de un pueblo

Fuentes: Prensa Latina

A cada rincón de Nepal, a lo largo de las más altas cumbres del Himalaya, se extendieron en los últimos días las movilizaciones para desafiar el régimen autoritario del rey Gyanendra. Para intentar frenar la ola de protestas, el gobierno impuso el toque de queda en el valle de Katmandú, la capital, y en otras […]

A cada rincón de Nepal, a lo largo de las más altas cumbres del Himalaya, se extendieron en los últimos días las movilizaciones para desafiar el régimen autoritario del rey Gyanendra.
Para intentar frenar la ola de protestas, el gobierno impuso el toque de queda en el valle de Katmandú, la capital, y en otras ciudades. También paralizó las redes de telefonía móvil.
Las fuerzas de seguridad advirtieron que tenían autorización para disparar sin previo aviso contra todo aquel que no respetara el toque de queda.
Todo ello, sin embargo, no fue suficiente para que centenares de nepaleses se volcaran a las calles reclamando el restablecimiento de la democracia.
Las protestas devinieron en enfrentamientos con las fuerzas de seguridad que emplearon municiones, pelotas de goma, bombas de gas lacrimógeno y palos de madera para tratar de sofocar las crecientes protestas contra el monarca.
Por lo menos, cinco personas murieron y decenas resultaron heridas por disparos de la policía en varias ciudades del pequeño reino. Como si no bastara, cerca de dos mil estudiantes, periodistas, abogados, líderes y activistas políticos fueron detenidos.
En un hecho sin precedentes, las autoridades arrestaron a 10 turistas europeos que se sumaron a las manifestaciones para demandar el comienzo de las discusiones destinadas a resolver la complicada situación.
Los siete principales partidos políticos de la oposición, al frente de las demostraciones de rechazo contra el rey, anunciaron que mantendrán las protestas y la huelga general hasta obligar al monarca a regresar el orden democrático.
Nepal vive una fuerte crisis política desde que el 1 de febrero de 2005 en que Gyanendra acaparó el poder absoluto y destituyó al Gobierno democrático.
Desde entonces, gobierna con mano de hierro, pese a los reclamos internos y de la comunidad internacional que lo ha instado a adoptar iniciativas que resuelvan la actual situación mediante un acuerdo que involucre a todas las fuerzas políticas.
Esta semana, la ONU condenó el uso excesivo de la fuerza en Nepal, y llamó a Katmandú a poner fin a esa actuación que incluye golpizas y ataques indiscriminados contra espectadores y manifestantes.
Representantes de la ONU en el país asiático manifestaron que ya es hora de que el gobierno, comandantes de la policía y todas las fuerzas de seguridad involucradas reconozcan que el nivel de violencia contra los civiles es inaceptable y va contra las obligaciones del Estado.
Bajo estas fuertes presiones internas y externas, el rey entreabrió una aparente puerta al diálogo y exhortó a todos los partidos a contribuir con «la política democrática multipartidista».
En un mensaje a la nación, con motivo del Año Nuevo Budista, señaló: «Nuestro deseo es que con la participación activa de todos los grupos políticos apegados a la paz y a la democracia, se ponga totalmente en práctica la democracia mediante elecciones generales».
Para las formaciones opositoras no se vislumbra ninguna intención de devolver la soberanía al pueblo sino por el contrario esto constituye otra artimaña del monarca para engañar a la comunidad internacional e impedir que siga en marcha el movimiento popular en su contra.