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Níger: Un presente muy francés

Fuentes: Rebelión [Imagen: El presidente de Níger, Mohamed Bazoum, y el Secretario de Estado de EEUU Antony Blinke]

Una reciente investigación acerca del crecimiento de la violencia wahabita en África, dice que se incrementó durante 2022 en un cincuenta por ciento respecto al año anterior, habiendo registrado 19.000 muertes, aunque otras estimaciones indican que la cifra podría ser significativamente mayor.

Las muertes se han duplicado respecto a 2019, mientras siguen manteniéndose cómo los principales focos de la actividad terrorista el Sahel, Somalia, la cuenca del lago Chad, Mozambique, el Magreb y la República Democrática del Congo (RDC).

El estudio señala que el área occidental del Sahel (Burkina Faso, Malí y el oeste de Níger) es donde más operaciones terroristas se produjeron, 2.737, en su enorme mayoría ejecutadas por el grupo Jama’at Nusrat al Islam wal Muslimin (JNIM), la licencia regional de al-Qaeda para esa zona y el Estado Islámico en el Gran Sahara (ISGS) o Dáesh, produciendo en 2022, 7.899 muertos y dos millones y medio de desplazados sólo en Burkina Faso y norte de Malí.

Si bien la prensa atlantista pretende responsabilizar de esta debacle a la compañía de seguridad rusa (mercenarios) conocida como Grupo Wagner, la realidad es que Francia, con el fracaso de sus estrategias en Mali y Burkina Faso, es la principal responsable de esta realidad que se sigue expandiendo en diferentes direcciones, particularmente hacia los países del litoral del Golfo de Guinea. En países como Benín las acciones terroristas de un año a otro saltaron de cinco a 37 o en Togo, que han ido de una a 17.

En el marco de esta realidad de la violencia en el Sahel, sería importante poner la atención en Níger, una base militar clave para las fuerzas occidentales en su lucha contra las khatibas integristas para toda la región y donde se experimentó un incremento del 43 por ciento el año pasado con 214 eventos. Níger está sufriendo los embates de dos grupos insurgentes. Desde el suroeste, llegados de Malí en 2015, grupos vinculados al Dáesh y a al-Qaeda, y desde el sureste la banda nigeriana Boko Haram.

En el contexto de esta realidad el jueves 16 de marzo llegó a Níger, proveniente de Etiopia, Antony Blinken, el Secretario de Estado del Gobierno de Joe Biden, primera visita de un funcionario de esta jerarquía al país, lo que demuestra que Washington ha vuelto a poner al continente africano en el punto de mira para su política exterior.

Dados los notorios retrocesos de Francia, la presencia china se ha afianzado desde hace décadas con importantes inversiones en múltiples áreas, megainfraestructuras, transporte, hidrocarburos y tecnología. Mientras que en el área de seguridad la consolidación de la presencia rusa ya es una realidad, no solo por vía del Grupo Wagner, sino con la llegada de instructores y los cursos de perfeccionamiento impartidos en academias militares de Moscú a oficiales y jefes de diferentes ejércitos del continente.

En su gira de control de daños Blinken llegó a Niamey, la capital de Níger, después de que su vecino, Mali, expulsó a los militares franceses y tuvo un fundamental acercamiento a Moscú, lo que llevó a ese país a ser uno de los seis que votó contra una resolución de la Asamblea General de la ONU que pretendía que Rusia se retire de Ucrania.

Dicho acercamiento de Bamako a Moscú convierte a Níger en un jugador clave para el equilibrio regional, ya que al contrario de sus vecinos Mali y Burkina Faso, sigue tolerando la presencia de militares franceses, en su caso, unos 1.000, a pesar de las manifestaciones populares antifrancesas que se producen en Niamey de forma reiterada. En el país también funciona la Base Aérea 201, construida y operada por los Estados Unidos con la excusa de la lucha antiterrorista.

El actual presidente de Níger, Mohamed Bazoum, electo bajo una fachada democrática en el 2021, se ha convertido en el niño mimado de Washington para la región tras su espaldarazo en la cumbre entre Biden y diferentes líderes del continente africano en diciembre pasado. Mucho más presentable ante el mundo que el general Mahamat Déby Itno, líderes de militares que gobiernan Chad a sangre y fuego desde que capturaron el poder en abril del 2021y salvaguardando el último bastión colonial de Francia.

En su ligero vuelo sobre Níger, Blinken, tras reunirse con el presidente Bazoum, anunció 150 millones de dólares en ayuda humanitaria para brindar apoyo a solicitantes de asilo y otras personas afectadas por el conflicto y la inseguridad alimentaria en la región: La ayuda estará destinada además de a Níger a Burkina Faso, Chad, Malí y Mauritania y los refugiados sahelianos en Libia.

Quizás, como demostración de la cada vez más fuerte presencia de drones y aviones espías de los Estados Unidos sobre el Sahel, fue que el ejército nigerino el pasado 7 de marzo pudo localizar un movimiento masivo de personas aniquilando a unos 30 milicianos de Boko Haram y deteniendo a otros 960, entre los que se incluyen mujeres y niños que desde su santuario en el bosque de Sambisa en el noreste de Nigeria, se movilizaban hacia el Lago Chad, a lo largo del río Kamadougou Yoge, frontera natural entre Níger y Nigeria. Se cree que dicho desplazamiento se produjo tras los fuertes enfrentamientos que la khatiba de Boko Haram tuvo con sus rivales del Estado Islámico de África del Oeste (Iswap).

Las mujeres y los niños detenidos fueron trasladados a la ciudad de Diffa, al sureste de Níger, donde fueron entregados a militares nigerianos.

Viejas mañas para problemas nuevos

Según varios analistas, frente a la revulsión que causa la presencia francesa en la mayoría de sus antiguas colonias africanas, Emmanuel Macron insiste con el relanzamiento de la Organización Común de las Regiones del Sáhara (OCRS), un último intento de Francia para mantener una zona de producción económica en sus colonias saharianas en 1957, cuando se estaban produciendo las declaraciones de la independencia de la mayoría de sus colonias. Aquel proyecto que entonces fue abortado, parece volver a la vida después de casi 65 años.

La única intención de París es hacer perdurar las ventajas de las que siempre ha disfrutado de sus colonias, manteniéndolas en la pobreza y la desunión y continuando el acceso irrestricto a sus recursos naturales, para lo que es fundamental desalentar la presencia de otras naciones como China o Rusia y abriendo la puerta a los Estados Unidos.

Según algunos expertos, los próximos pasos de la alianza Paris-Washington apuntaría a dividir Malí y parte de Níger para habilitar la creación de un nuevo estado dominado por los tuaregs y tutelado por Francia. Este nuevo estado rico en petróleo, oro y uranio, cubriría aproximadamente los mismos territorios que los previstos en el proyecto de la vieja OCRS.

Quien dude de esto alcanza con señalar que hasta 2014 la compañía francesa Areva, minera francesa, rebautizada en enero del 2018 como Orano, ha explotado el uranio en Níger desde los años 70 tras los acuerdos de defensa de 1962, lo que habilitó a Francia el acceso a estos recursos sin pagar ningún tipo de impuestos, derechos de explotación, exportación, ni sobre los materiales y equipos, pagando por toda la operación una regalía de sólo 5,5 por ciento sobre el uranio producido. Desde 2018 pasó a pagar entre un 12 y un 13 por ciento.

ORANO cuenta con los derechos de explotación de la mina Imouraren, a 60 kilómetros al norte de Agadez y a ochenta de Arlit, uno de los mayores yacimientos de uranio conocidos en el mundo, de la que se podrían extraer tras reapertura unas 5.000 toneladas de ese mineral durante 35 años.

Más allá de la expoliación de los recursos nigerinos, la Compañía Minera Akouta (Cominak), operada desde 1978 por el grupo francés Areva, hoy Orano, que cerró su explotación en 2021 tras cuarenta años en los que extrajo 75.000 toneladas de uranio dejando millones de toneladas de residuos parcialmente radiactivos en un área de 120 hectáreas, con montañas de hasta 35 metros de altura, que representan veinte millones de toneladas de desechos que han estado en contacto con uranio, con la consecuente posibilidad de contaminar no solo las tierras circundantes, las posibles napas que corran bajo esos terrenos, sino además, y de modo directo, a los exempleados y las poblaciones cercanas. Se calculan unas 200.000 almas.

Si bien la compañía prometió que impermeabilizaría los montículos radioactivos con dos metros de una mezcla de argillita y arenisca, a ya casi tres años de dicha promesa el contaminante sigue activo, por lo que se teme la posibilidad de que el gas radón, producto de la desintegración natural del uranio, alcance centros urbanos.

Este no es el único vertedero a cielo abierto que ha abandonado Francia en la franja del Sahel, y no solo de producto de las explotaciones en el lugar, sino también con la basura de las usinas nucleares que desde hace décadas abandona subrepticiamente en el desierto.

En Arlit, una ciudad de 150.000 habitantes, hace más de una década se ha disparado una “epidemia” de cánceres de sangre y pulmón, ya que se ha comprobado que muchas viviendas se han construido con barro contaminado, incluso la estructura del hospital fue levantada con ese mismo material a solo a 200 metros de la mina, por lo que no son extraños los nacimientos con malformaciones, los fallecimientos por diferentes tipos de cáncer y las misteriosas muertes del ganado, todos con el mismo y único origen, la temible voracidad francesa.

Guadi Calvo es escritor y periodista argentino. Analista Internacional especializado en África, Medio Oriente y Asia Central. En Facebook: https://www.facebook.com/lineainternacionalGC.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.