Níger y Nigeria son dos países vecinos de África occidental que tienen más que una frontera en común: comparten varias cuencas fluviales que están en peligro y la responsabilidad de recuperarlas. «La degradación del terreno de las cuencas de ríos transfronterizos llegó a tal punto que socava la economía regional y la local, y aumenta […]
Una prueba de ello es la vida que lleva Mallam Tchiari Assouman.
Originario de la aldea nigeriana de Douchi, al norte del país, cerca de la frontera con Níger, Assouman solía cultivar 1,5 hectáreas, pero su tierra se volvió cada vez menos productiva.
«El terreno que cultivaba en Douchi ya no me daba mucho. Me costaba obtener cuatro sacos de 100 kilogramos de mijo, cuando antes sacaba más de 15», relató.
Ante esa situación, tuvo que mudarse a Niamey, la capital de Níger, donde ahora vende pimientos para sobrevivir.
La situación era apenas mejor para Madou Boukary, del sudoriental deparamento nigerino de Diffa, en la frontera con Nigeria.
«¿Qué tiene de bueno seguir cultivando si ni siquiera puede darme cinco gavillas de mijo?», se preguntó.
Pero Boukary decidió seguir en Diffa y cultivar pimientos en vez mijo, en un intento por tener una mejor situación de vida.
Ahora existe el Proyecto de Gestión Integrada de Ecosistemas (PGIE) para conservar las cuencas de cuatro ríos, Komadougou Yobé, Tagwaï-El Fadama, Gada-Goulbi y Maggia-Lamido.
El PGIE se propone restablecer los ecosistemas de las cuatro cuencas y disminuir la desertificación mediante la rehabilitación de 48.000 hectáreas de tierras degradadas y la reducción de los niveles de sedimentación en alrededor de 35 por ciento, señala el texto del proyecto.
«Las regiones están inundadas de un mosaico de ecosistemas de gran biodiversidad y unas 400 especies de plantas adaptadas al ambiente de sabana», señaló Emmanuel Oladipo, coordinador regional del PGIE.
Dada la escasez de tierras cultivables y de pastoreo en la vasta región fronteriza, el proyecto también se propone asistir a las comunidades para que utilicen los recursos naturales de forma sustentable y compartan los bienes.
Además, la iniciativa espera poder elevar el ingreso por hogar en 10 por ciento.
La situación de degradación de la frontera agudizó la pobreza de la población de las cuencas y creó tensiones por el uso de los pocos recursos naturales restantes, señaló Seidou Amadou, principal asesor técnico del PGIE.
Las comunidades participarán directamente en el desarrollo del proyecto desplazándose hasta las tierras degradas y ayudando a conservar la biodiversidad, explicó Oladipo.
«Desde ahora y hasta que termine el proyecto en 2013, esperamos que 50 por ciento de las comunidades dominen buenas prácticas de gestión de recursos naturales», indicó.
El proyecto comenzó a funcionar hace poco en 24 aldeas piloto de ambos países y afectará a unas 12 millones de personas, en especial agricultores y ganaderos.
Las cuencas cubren una superficie de unos 100.000 kilómetros cuadrados y atraviesan los estados de Borno, Yobé, Gigawa, Katsina y Sokoto, en Nigeria, y los departamentos de Tahoua, Diffa, Zinder y Maradi, en Níger.
El proyecto asciende a unos 29 millones de dólares y se financia con aportes del Fondo para el Medio Ambiente de las Naciones Unidas (GEF, por sus siglas en inglés) y los gobiernos de Níger y Nigeria, detalló Aboubacar.
El GEF es un fondo que ayuda a las naciones en desarrollo a financiar proyectos de protección ambiental.
La iniciativa «traduce la voluntad política de los gobiernos de ambas naciones de garantizar una mejor gestión y reparto más justo de los recursos naturales de las cuatro cuencas que comparten», subrayó Aboubacar.