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Nigeria: el eco infinito

Fuentes: Rebelión

Una vez más la crisis de seguridad que padece Nigeria desde 2009, por la que ya murieron unas 50.000 personas y generó cerca de tres millones de desplazados, vuelve a golpear, a niños y jóvenes estudiantes en esta oportunidad. Con diferencia de días, cerca de 300 fueron secuestrado, de sus propias escuelas reiterando una práctica frecuente.

Según los registros, que suelen ser bastante laxos, solo entre julio de 2022 y junio de 2023, 3.620 personas fueron secuestradas en 582 acciones, habiendo llegado a 4.777 desde que el presidente Bola Ahmed Tinubu asumió el cargo en mayo del año pasado tras una campaña electoral en la que la seguridad fue el eje de sus propuestas.

Este tipo de crímenes son realizados, en la mayoría de los casos, por bandas de delincuentes comunes que pueden actuar por su propia cuenta o a pedido de las khatibas fundamentalistas que operan en el país, para más tarde reclamar rescates. Hasta las acciones del 7 y 9 de marzo, desde julio de 2021 habían sido secuestrados unos 150 estudiantes.

En septiembre último fueron secuestradas 30 personas, 24 de ellas estudiantes de una universidad del estado noroccidental de Zamfara. El mismo estado donde en febrero de 202, en un internado de niñas de la ciudad Jangebe, habían secuestrado otras 300 estudiantes. En diciembre del 2020 aproximadamente la misma cantidad de alumnos fueron secuestrados en una escuela para niños en Kankara, en el estado de Katsina, liberados días después tras el pago de importantes rescates.

En otros casos operan abiertamente alguno de los tres grupos fundamentalistas con presencia en el país, Boko Haram, la Mermeladaāʿatu Unṣāril musulmánīna fī Bilādis Sūdā o Ansaru (Vanguardia para la protección de musulmanes en las tierras negras) o Estado Islámico de la Provincia de África Occidental o ISWAP, por sus siglas en inglés, estos dos últimos escindidos de Boko Haram, el primero en 2012 y el segundo en 2015. Ambos cismas se produjeron por la manera sanguinaria de llevar su yihad el entonces emir de la organización Abu Bakr Shekau, muerto en 2021.

El primero de estos dos últimos secuestros se produjo en una escuela de la localidad de Kuriga en el distrito de Chikun, al noroeste del país a unos 100 kilómetros de la ciudad de Kaduna, capital del estado del mismo nombre, después de que, según testigos, decenas de desconocidos en motocicletas y con uniformes militares rodearon la escuela en las primeras horas de la mañana para llevarse aproximadamente 312 estudiantes de entre ocho y quince años, aproximadamente 187 de secundaria y 125 de primaria de los 1.000 alumnos en total que tiene la escuela.

Más tarde se conoció que 25 habían conseguido escapar. Uno de ellos, de 14 años, que durante la fuga había recibido varios balazos, habría fallecido en el hospital donde era atendido. Mientras, nada se sabe de un maestro que también había podido escapar, lo que provocó un tiroteo donde se registró un muerto que no fue identificado.

Inicialmente las autoridades pretendieron disimular el hecho diciendo que eran “solo” 100, lo que quedó descartado apenas los padres comenzaran a movilizarse y denunciar la desaparición de sus hijos.

Otro de los alumnos que consiguió escapar más tarde, informó sobre las pésimas condiciones de detención en que se encuentran sus compañeros, debido al espacio, la severidad de los secuestradores y la falta de comida y agua.

Según narraron algunos de los alumnos que consiguieron escapar, tras ser sacados de la escuela fueron prácticamente arriados en manada hasta un bosque próximo mientras eran golpeaban con látigos y varas. Los secuestrados fueron obligados a caminar durante horas, a pesar del calor y el sol a pleno, lo que los dejó en pésimas condiciones físicas. Más tarde fueron separados por género, de lo que habría resultado que las niñas eran mayoría.

Dos días después del secuestro en la escuela de Kuriga hombres armados ocuparon la escuela de la aldea de Gidan Bakuso, en el Estado de Sokoto, en el noroeste del país, reiterando ráfagas de disparos y causando pánico entre los alumnos, de donde se llevaron 15 alumnos. Según las autoridades, la mayoría de unos 13 años. Los asaltantes además habrían secuestrado a una mujer de la que no se tiene más información.

Si bien en el momento los asaltantes no se identificaron, se cree que son miembros de Ansura, con mucha presencia en esa región. Ansura, que desde su surgimiento no ha podido expandirse como las otras dos organizaciones, es la única de las tres khatibas locales que responde a al-Qaeda global. Se estima que su fuerza estaría integrada por más de 150 muyahidines que a la vez, operan junto a al-Qaeda del Magreb Islámico (AQMI), una importante organización con vasta presencia en países del Magreb y del Sahel.

Mayormente los secuestros realizados por los grupos integristas, lo hacen, en el caso de los muchachos para incorporarlos a sus filas y a las niñas para convertirlas en esclavas sexuales o venderlas a organizaciones de trata, como sucedió con en el más mediático de sus golpes, en abril del 2014, cuando Boko Haram secuestró a cerca de 300 alumnas de una escuela de Chibok en el estado de Borno, al noreste del país y donde nació el grupo en 2002, por entonces solo una sociedad religiosa. A ya casi diez años de lo de Chibok solo fueron rescatadas apenas unas decenas de niñas, la mayoría ya con hijos de los terroristas, que fueron entregadas.

Si bien la mayor cantidad de secuestros se producen con los asaltos a escuelas, tanto para las bandas criminales como para los grupos integristas, en los estados noroccidentales y del centro de país, también suelen ser blancos de sus operaciones aldeanos y viajeros, lo que, según análisis de diferentes ONG, cerca de 3.500 personas habrían sido secuestradas en el país solo en el último año.

En busca de los secuestrados

El presidente Tinubu ordenó el desplazamiento de tropas a los estados del noroeste del país, epicentro del terrorismo wahabita, particularmente el de Borno, donde a pesar de que los insurgentes han recibido grandes golpes que los han obligado a abandonar grandes áreas que controlaron durante años, todavía cuentan con logística, hombres y poder de fuego para realizar golpes importantes. No solo contra objetivos civiles, sino también puestos militares y columnas en tránsito en zonas remotas.

El pasado domingo día 4, al menos 200 personas habrían sido secuestradas en cercanías del campo de refugiados próximo a la ciudad de Gamboru Ngala, del estado de Borno, cuando estaban recogiendo leña para sus cocinas. El hecho recién fue denunciado cuatro días después en la ciudad de Maiduguri, la capital del Estado, debido a que las autoridades del campamento creyeron que se habían perdido a la vuelta del monte, lo que deja clara la fragilidad en que están inmersos, a pesar de que la teoría del que están perdidos se sostiene, ya que el día 8 regresaron al campamento nueve de los perdidos sin que puedan dar razón del resto, ya que todavía los posibles secuestradores no se habrían comunicado con las autoridades para pedir rescate. Todos los desaparecidos son desplazados internos, por lo que ya cargan con el trauma de haber sido obligados alguna vez a abandonar todo por la violencia imparable que vive el país.

Se conoció también que la aldea de Nguro Soye, en el mismo estado de Borno, fue atacada por un contingente de Boko-Haram que asesinó por lo menos a tres hombres que cuidaban sus rebaños de cabras. Vecinos y ONG de esa área denuncian que se encuentran totalmente desprotegidos, por lo que la insurgencia se mueve a su antojo asaltando aldeas para cubrir sus necesidades operativas e incluso asesinando a quienes no están dispuestos a colaborar, lo que se reitera según las áreas de manera continua. Y esto obliga a sus residentes a migrar a las grandes ciudades o buscar campamentos para poder sobrevivir, reproduciendo sus dramas como un eco infinito que nadie parece escuchar.

Guadi Calvo es escritor y periodista argentino. Analista Internacional especializado en África, Medio Oriente y Asia Central. En Facebook: https://www.facebook.com/lineainternacionalGC

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.