Todas las tácticas empleadas para combatir a los diferentes grupo terrorista que operan en Nigeria han fracasado, como la suerte que corre el archí famoso Boko Haram, que según algunos cálculos desde 2003, ha asesinado entre 30 y 50 mil personas y que provocado el desplazamiento de más de tres millones de aldeanos en el norte del país, epicentro de sus acciones y que, mil veces se lo ha declarado al borde del desastre, resurge, se renueva y vuelve a atacar tan letal como siempre. O el grupo Ansaru o Jama’at Ansar al-Muslimin fi Bilad al-Sudan (Vanguardia para la protección de los musulmanes en tierras negras) escindido de Boko Haram en 2012, anunciando que “alentaría lo que es bueno y se encargaría de su propagación y desalentaría el mal y trataría de eliminarlo”, además el único grupo nigeriano, que no ha declarado lealtad al Daesh, por lo que también se lo conoce como al-Qaeda en las tierras más allá del Sahel, que se ha especializado en secuestros extorsivos, particularmente de ciudadanos extranjeros y asaltos violentos en los estados de Kebbi, Katsina y Bauchi en el centro del país. Y finalmente el también franquíciate del Daesh global Willat (provincia) del Daesh (Estado Islámico) de África Occidental o por sus siglas en ingles ISWAP, que diciembre último decapitó a once prisioneros cristianos en venganza por la eliminación del líder del Daesh, Abu Bakr al-Baghdadi “ejecutado”, por comandos norteamericanos (Ver: al-Bagdadí, el muerto oportuno) Las fuerzas de seguridad nigerianas no se cansa de anunciar exitosas operaciones en contra de estos movimientos integristas, pero nunca parecen poder poner fin a esa guerra.
El último de los grandes golpes dados, en este caso por la policía, se registró el pasado día 5 de febrero, en el área boscosa de Kuduru, que es desde hace años un verdadero santuario para las organizaciones takfiristas, que operan en el estado norteño de Kaduna, en la operación iniciada el miércoles por la mañana y que duró varias horas, fueron eliminados unos 250 “miembros de alto perfil”, del grupo Ansar. Con ese fin la policía movilizó la mayoría de sus equipos: la Fuerza Móvil de Policía (PMF), la Unidad de Lucha contra el Terrorismo (CTU), las Fuerzas Especiales, el Equipo de Respuesta de Inteligencia (IRT), el Escuadrón Táctico Especial (STS) y el Anti-Robo Escuadrón Especial (SARS), de los que ninguno de sus miembros resultó muerto, aunque si un helicopterista sufrió una herida leve, en circunstancias que no se dieron a conocer tampoco.
Según el portavoz de la policía Frank Mba, la operación fue ultra secreta, al punto que no estaban siquiera informado los mandos del ejército que se encuentra en operaciones en la región. El jefe Mba, anunció que la policía prepara otras acciones similares en todo el país, obviamente sin aportar más datos. Lo que no se ha informado tampoco, es con que certeza a actuado la policía, para asegurar que todos los muertos eran militantes, sin producir la muerte de ningún civil, ya que las identidades de los muertos y sus cargos como “altos mandos” no han sido reveladas.
Ansaru, que en 2016 recibió un fuerte golpe tras la detención de su líder Khalid al-Barnawi, remplazado por Usama al-Ansari, quien, al igual que su antecesor se encuentra enfrentado al excéntrico Abubakr Shekau, líder de Boko Haram desde 2009, tras la muerte del fundador, Ustaz Mohammed Yusuf. La causa de la discordia y el quiebre del grupo, se produjo, fundamentalmente y por el asesinato a mansalva de musulmanes, en los recurrentes ataques a mezquitas, mercados, centros de encuentros de esa comunidad. El grupo de al-Ansari, que no había tenido acciones reconocidas desde 2013, había anunciado en octubre último, su regreso a la lucha, para recién reaparecer efectivamente en enero pasado, cuando atacó una caravana militar del emir (autoridad gubernamental: en este caso alcalde) de Potiskum, una localidad del estado de Yobe donde murieron al menos seis soldados, en la carretera Kaduna-Zaira. Otras fuentes insisten en que serían treinta las bajas del ejército. Mientras que un número desconocido de efectivos han sido declarados desaparecidos o secuestrados.
En un comunicado del grupo, Ansaru, reconoció la responsabilidad de ataque, reconociendo que habían sido 22 los muertos la destrucción de varios vehículos militares, sin hacer referencias a ningún efectivo del ejército o civiles secuestrados, ni tampoco especificó que el objetivo del ataque hubiera sido el emir Umara Bauya. Es muy posible que la razón real de la emboscada, haya sido comunicar “oficialmente” que tras el largo interregno, después de competir brutalmente con Boko Haram, y más tarde con el ISWAP y la detención de al-Barnawi, para la inteligencia nigeriana el articulador de todos los grupos afiliados de al-Qaeda de África Occidental”, la organización soportó un fuerte debilitamiento, de que al parecer estaría recuperándose e intentando con este tipo de acciones llamar la atención a nuevos reclutas que quieran involucrase en la “guerra santa”. Según algunas fuentes, sin confirmar, al-Barnawi, se habría establecido con su “corte” en el norte de Camerún, donde dirige un grupo vinculado a Ansaru, lugar a donde han llegado también milicianos de Boko Haram.
Cómo el Harmatán, el terror vuelve a soplar.
Las acciones de Boko Haram, desde hace años han comenzado a repetirse en países fronterizo y más allá también. Se conoce que pelotones de la organización han llegado a combatir en la disputada área tripartida de Malí, Níger y Chad.
Aunque últimamente han vuelto a concentrar sus esfuerzos en el norte de Camerún, donde se ha instalado en 2013, especialmente en la región de Tourou, provocando cerca de 3 mil muertes y el desplazamiento de unas 530 mil personas según la OCHA (Oficina de Coordinación de Asuntos Humanitarios de la ONU).
Boko Haram, está utilizando los efectos del Harmatán, el viento frío, seco y polvoriento que sopla en la región subsahariana, puntualmente cada año, entre noviembre y marzo, generando, en zonas montañosas como Tourou, notorias bajas de temperatura, lo que hace muy difícil a los pobladores, pasar las noches fuera de casa y buscar los bosque para esconderse de los asaltos terroristas. Por eso es que se están repitiendo ataques como los de la noche del 21 al 22 de enero de 2020, contra la aldea de Machichia, también atacada en enero de 2018, por Boko Haram, cuando en mitad de la noche unos quinientos muyahidines, llegaron al poblando, en motos y vehículos todo terreno, por lo que los aldeanos, debieron huir abandonándolo todo: casas, ganado, sembradíos y la cosecha que se acababa de levantar. Los insurgentes entonces incendiaron todo, incluso los campos de siembra donde lanzaron a las llamas a seis ancianos que no había tenido oportunidad de escapar, además de sacrificar el ganado y robar la cosecha, que se acababa de levantar.
Ese ataque de 2018, detuvo todas las actividades en la región, convirtiendo la situación en extremadamente problemática, lo que obligó al gobierno central a disponer el despliegue en la región del grupo de élite del Ejército camerunés Brigadas de Intervención Rápida (BIR), lo que obligo a los integristas a mermar sus acciones, si bien la mayoría se replegaron hacia Nigeria, algunos grupos que quedaron aislados, en los montes de la zona fronteriza, dedicándose al asalto en rutas y algunas aldeas muy aisladas para subsistir.
Sin conocerse los motivos las fuerzas del BIR, comenzaron a disminuir sus operaciones de contrainsurgencia, llegando prácticamente a la inactividad absoluta, abandonado a su surte a las aldeas del área y a los grupos de voluntarios civiles que se concentraron en “comités de vigilancia” que en puestos de las montañas y solo armados con arcos, bastones, walkie-talkies y silbatos, para dar el aviso a las aldeas ante la presencia de los terroristas dándole posibilidades a los aldeanos a escapar y salvar sus vidas, a pesar que el retorno a sus casa siempre era el mismo “espectáculo” viviendas y siembras destruidas y el ganado robado o sacrificado.
A comienzos de 2019, Boko Haram, retornó con intensidad al norte camerunés produciendo tres ataques en menos de un mes y mantuvo sus operaciones durante todo el año, pero fue recién un año después cuándo la situación ha vuelto al punto más crítico, con ataques masivos a los pueblos de la zona y obligando a con miles a escapar, sin saber hacia donde ya que toda la región está sufriendo la inseguridad.
En el nuevo ataque a Machichia del pasado enero también fueron saqueados todos los puestos militares, de los que los terroristas se han llevado armas pesadas de largo alcance, municiones, equipos de comunicaciones y vehículos. Entre los días 17 y 18, de enero también había sido asaltado Hidoua, donde los terroristas atacaron tres puestos militares y quemaron catorces cabañas antes de replegarse.
En estos momentos los pueblos del área como Hidoua, Machichia y Hitawa, están bajo control de Boko Haram y con la posibilidad de que si en una semana, no son rescatados por os militares el poder del grupo se extienda a toda la región de Tourou, lo que podría provocar la llegado de importantes contingentes de muyahidines, para hacerse fuerte y establecer una vez más como lo hicieron e Siria, Irak y Libia la ansiada capital del Califato.
Guadi Calvo es escritor y periodista argentino. Analista Internacional especializado en África, Medio Oriente y Asia Central. En Facebook: https://www.facebook.com/lineainternacionalGC.