Traducido del italiano para Rebelión por Susana Merino
Desde que el ISIS apareció «espectacularmente» en Libia, Italia cerró su embajada en Trípoli y repatrió a sus ciudadanos. Core on line entrevistó a uno de los pocos compatriotas que permanecen en el país.
La decapitación de 21 egipcios cristianos coptos por obra del ISIS ha vuelto a encender las luces sobre la polvareda libia desencadenando en nuestra opinión pública un zafarrancho mediático. Clausurada la embajada y evacuados los ciudadanos italianos, el Gobierno ha planteado la posibilidad de una intervención «pacificadora» en la excolonia. Todo ello en momentos en que se producen ásperos desencuentros de varios actores que se disputan poder, petróleo y dinero entre disparos de cohetes. El partido se juega principalmente entre islamistas moderados vinculados al Gobierno de Trípoli -apoyados por la influyente ciudad de Misrata- y partidarios del Gobierno de Tobruk en Cirenaica, conducidos por el exgeneral golpista Khalifa Hifter, amigo de Egipto y de EE.UU. Contribuyen al caos otros grupos armados como los bereberes de Zintan en los límites con Argelia, los tuaregs en el sur en el Fezan y los extremistas islámicos en Derna y Sirte.
Nos reunimos con A.B., profesor de italiano en la Universidad de Misrata y Blogger en http://theitaliansthinktank.com/, que ha permanecido en Libia pese a la repatriación de sus compatriotas dispuesta por la embajada.
La semana pasada el Gobierno italiano dispuso la evacuación de todos los ciudadanos italianos residentes en Libia, ¿por qué ha permanecido usted aquí?
Estoy aquí desde noviembre de 2013 y la embajada, aún conociendo mi presencia, sólo ahora me ha contactado. Me gustaría aclarar que no ha sido ordenada una evacuación sino una disminución de la presencia de ciudadanos italianos en suelo libio. Son dos cosas muy diferentes.
Dicho esto, permanezco por varios motivos. En primer lugar desde que vivo aquí las situaciones críticas están al orden del día y he aprendido a manejarlas emocionalmente, separando la realidad de la propaganda. Además tengo un contrato laboral que debo respetar y si la Universidad no me dice que debo marcharme no veo por qué tendría que hacerlo.
Tengo también una motivación humana. Tengo muchos amigos que me han acogido y me informan de la verdadera situación manteniéndome diariamente informado. Serían los primeros en movilizarse para facilitarme viajar al exterior, como ya sucedió en julio pasado cuando se cerró el espacio aéreo y Trípoli enloquecía por la toma del aeropuerto internacional.
Además Misrata es una ciudad unida y segura, muy diferente de los otros lugares de Libia, sobre todo Cirenaica. Es cierto que podría ocurrir algo pero para trabajar aquí tienes que asumirlo. En las últimas horas he estado evaluando algunos planes para salir del país si la situación degenera, ya que momentáneamente no hay vuelos. Más que el miedo a los grupos extremistas encuentro peligrosos los ataques aéreos egipcios que podrían llegar hasta a Misrata.
Vremos si la Universidad continua funcionando o si suspende sus clases, que por otra parte recién se han vuelto a iniciar hace una semana después de un paro de dos meses decidido por el consejo ciudadano como consecuencia de las operaciones bélicas en la media luna petrolera de Sidra (al este de Sirte). Todo es incierto y la situación fluida. En Libia se vive el día a día.
La decapitación de los coptos egipcios ha encendido los reflectores sobre la presencia del ISIS en Libia, como si los militantes del Califato hubieran aparecido repentinamente en la escena. ¿Cuánto tiempo hace que el ISIS forma parte de las diferentes facciones que se disputan el poder en Libia? ¿Será posible el próximo establecimiento de otro estado islámico en Cirenaica?
Hasta hace pocos días la opinión pública italiana (y la europea) ni siquiera nombraba Libia. Desde que se produjo la noticia de que presuntos milicianos del Isis habían entrado en Sirte parece que la suerte del mundo depende de Libia, que la tercera guerra mundial está en sus puertas. Me provoca risa. Amargamente. No veo ninguna diferencia entre la situación de hoy y la del pasado verano. Salvo la psicosis de masas de nuestros medios.
Que en Libia existen grupos radicalizados no es una novedad. Controlan desde hace tiempo algunas zonas de la ciudad de Derna. Pero se trata de una exigua cantidad de ciudadanos, sin posibilidades de hacer cosas impactantes. Por otra parte hablar del ISIS parece algo vago o solo de moda. Existen milicias islamistas no moderadas pero eso tampoco las convierte en terroristas degolladoras. La historia de los coptos egipcios ha recorrido el mundo pero es necesario contextualizarla y comprenderla.
Muchos razonablemente creen que -siendo Misrata una ciudad moderada y hostil a la ideología Daesh (nombre árabe del ISIS)- se trata de la enésima instrumentación puesta en marcha para desestabilizar al país. Incluso la conquista de Sirte constituiría un gran movimiento propagandista destinado a atraer bombardeos extranjeros sobre las fuerzas bélicas ligadas al Gobierno con sede en Tripoli, para inclinar el fiel de la balanza a favor la otra coalición, puesto que en el plano militar nos encontramos en una fase de estancamiento.
Desde hace dos meses la lucha por los yacimientos petroleros de Es Sidra y Ras Lanuf (entre Sirta y Bengasi) permanece sangrientamente abierta. No me extrañaría que la amenaza de una marcha del ISIS constituyera un plan destinado a convencer a Misrata para que decida el regreso a casa de una parte de sus milicias para defender la ciudad, debilitando así el frente y dejando el campo libre a los adversarios.
En Trípoli la situación es crítica -nos han contado algunos de los italianos repatriados- hace tiempo que el Estado Islámico está allí, ¿qué se puede decir con respecto a Misrata?
Estuve en Trípoli hace un par de meses, a finales de diciembre. Estaba con un amigo de Misrata y por lo menos tres veces fuimos interceptados de noche en los puestos de control por los milicianos islamistas moderados del Alba de Libia. La ciudad me pareció segura y no noté nada extraño.
En Misrata vivo bien y tengo numerosos amigos. Muchos de ellos extraordinariamente moderados, otros no tanto, pero respetuosos entre sí y felices de que un italiano viva con ellos y les tenga confianza. Nos reunimos por las noches a comer, charlamos en los cafés. Esta ciudad es muy especial, tiene 400.000 habitantes, un poblado donde todos se conocen. Jamás encontré a nadie hostil y se esmeran para hacerme sentir como en mi propia casa. Están orgullosos de pertenecer a una comunidad conservadora en muchos aspectos, pero es ese mismo espíritu el que los hace fuertes. La ciudad está protegida, es segura, iluminada de noche y cuenta con un sistema de puestos de control que controlan detenidamente a todo el que viene de afuera. No creo que sea un lugar donde los terroristas y los extremistas puedan hacer pie. Si enarbolas una bandera negra del Califato te disparan. No por casualidad, pocas horas después de la «toma» de Sirte, la Brigada 166 (unidad de las milicias de Misrata) se desplazó allí para investigar lo sucedido y combatir a los eventuales ocupantes. Y me dijeron que no encontraron nada raro. Esta historia de Sirte ha sido agrandada y manipulada con el objeto de continuar abriendo grietas para reclamar la intervención extranjera.
Intervención que nadie quiere. No por aversión a occidente, sino porque simplemente los trapos sucios prefieren lavarlos en casa sin que nadie venga aquí con una excusa para luego apoderarse de los recursos libios. Porque eso es lo que temen. Si Europa y EE.UU. hubiesen querido de corazón lograr una transición política en Libia, ¿por qué no pensaron primero en una solución diplomática?
Y además, como dice mi amigo el escultor Mohamed, la democracia no es una remera y un par de calzones. ¡No puedes ponértela en dos minutos luego de 40 años de dictadura! Después de todo han pasado solo cuatro años desde la revolución. Precisamente hace pocos días, el 17 de febrero, se cumplió otro aniversario de la revuelta contra el régimen. Y ha sido precisamente en esta ciudad, que estaría preparándose contra la invasión de los degolladores, donde se ha celebrado la fiesta anual de la liberación. El entusiasmo no llegaba a las estrellas, es comprensible. La moral está un poco baja, la gente está cansada de luchar y de ver el país a la deriva.
El sensacionalismo de los medios de masas ha llevado a los altos miembros del Gobierno italiano a amenazar con una intervención militar de Italia. ¿Qué clave de lectura alternativa puede ofrecer una fuente directamente presente sobre el terreno?
Durante la semana ya asistimos a una marcha atrás de nuestros halcones. Incluso la ONU ha negado la posibilidad de una intervención militar. No he creído ni por un instante en la intervención italiana. La situación está demasiado fragmentada y es incierta. Además, ¿intervenir con quién? ¿Y contra quién? Y además, como dije anteriormente si hay algo que une prácticamente a todos los libios es el neto rechazo a la injerencia extranjera. Entrañaría el riesgo de unirlos en la defensa contra una nueva ola colonialista.
El único modo indoloro e inteligente de intervenir podría ser apuntar a la reconstrucción de razonables relaciones entre todas las partes, tratando de consolidar un entendimiento entre los islamistas moderados con el objeto de conformar un frente y un socio confiable para la reactivación de las futuras relaciones comerciales con Libia. Una mesa de negociaciones que debería convocar, además de las facciones locales, a los estados extranjeros implicados en el territorio libio, invitándoles a cumplir sus responsabilidades. Egipto, Túnez y Argelia y también Turquía y los países del Golfo. Un recorrido ambicioso que requeriría tiempo y energías. Y sobre todo mucha honestidad por parte de todos.
Pero permanecer en la ventana esperando hablar con quien al terminar las hostilidades detente el poder (es decir quien se quede con el petróleo) parece una actitud poco afortunada. Y me parecen de pésimo gusto todas esas voces italianas que en los últimos tiempos graznan como cotorras diciendo que era mejor el antiguo régimen. Chacales hipócritas. No se puede olvidar que vienen de un país que ha vuelto a las manos de la democracia cristiana, donde el inmovilismo es más radical que la religión.
Fuente: http://www.coreonline.it/web/glocal/libia-non-e-tutto-isis-quel-che-luccica/