Traducido del inglés para Rebelión por Germán Leyens
«Fuimos, vimos, murió» (Secretaria de Estado de EE.UU. Hillary Clinton, riéndose mientras hablaba del depravado asesinato de Muamar Gadafi)
Imaginad a Osama bin Laden o a algún otro líder islámico hablando del 11-S: «Fuimos, vimos, murieron 3.000… je, je je».
Clinton y sus cómplices de la OTAN también podrán partirse de risa de cómo engañaron al mundo. La destrucción de Libia, la reducción de un moderno Estado de bienestar a montones de escombros, a ciudades fantasma, el asesinato de miles de personas… esta tragedia fue la culminación de una serie de falsedades propagadas por los rebeldes libios, las potencias occidentales y Qatar (a través de su televisión, al-Jazeera) que iban de la inminencia declarada de un «baño de sangre» en Bengasi en manos rebeldes si Occidente no intervenía hasta historias de helicópteros artillados y aviones del gobierno acribillando grandes cantidades de civiles hasta violaciones en masa inducidas con Viagra por el ejército de Gadafi. (Esta última fábula fue proclamada en las Naciones Unidas por el embajador de EE.UU., ¡como si los jóvenes soldados necesitaran Viagra!)
El New York Times (22 de marzo) señaló:
«…los rebeldes no sienten lealtad hacia la verdad al conformar su propaganda: declaran victorias inexistentes en el campo de batalla, que todavía combatían en una ciudad clave después de que cayera ante las fuerzas de Gadafi, y hacen afirmaciones muy infladas sobre su conducta bárbara».
Los Angeles Times (7 de abril) agregó lo siguiente sobre la operación mediática de los rebeldes:
«No son medios exactamente justos y equilibrados. De hecho, como [su editor] señaló útilmente, existen cuatro reglas inviolables de cobertura en las dos estaciones de radio rebeldes, la televisión y su periódico:
- Ningún reportaje o comentario pro Gadafi.
- Ninguna mención de una guerra civil. (El pueblo libio, este y oeste, está unido en una guerra contra un régimen totalitario.)
- Ninguna discusión sobre tribus o tribalismo. (Hay solo una tribu: Libia.)
- Ninguna referencia a al Qaida o al extremismo islámico. (Es propaganda [de Gadafi])»
No cabe duda de que el gobierno libio por su parte utilizó la desinformación, pero el rastro de mentiras de los rebeldes, por omisión o ejecución, fue utilizado por el Consejo de Seguridad para justificar su voto a favor de la intervención «humanitaria»; seguido en el Tercer Acto por implacables bombas y misiles de drones de la OTAN/EE.UU., día tras día, semana tras semana, mes tras mes. Es lo más humanitario que se pueda imaginar. Si se hubiera ofrecido un referendo al pueblo de Libia antes del bombardeo de OTAN/EE.UU. ¿hay alguien que pueda imaginar que lo habría apoyado?
En los hechos, parece más probable que la mayoría de los libios apoyase a Gadafi. ¿De qué otra manera podría haber resistido el gobierno a las fuerzas militares más poderosas del mundo durante más de siete meses? Antes de que la OTAN y EE.UU. arrasaran el país, Libia tenía la mayor expectativa de vida, la menor mortalidad infantil y el mayor Índice de Desarrollo Humano de la ONU en África. Durante los primeros meses de la guerra hubo gigantescas manifestaciones de apoyo al líder libio.
Para más discusión de las razones que pueden haber motivado a los libios a apoyar Gadafi, mire este vídeo.
Si Gadafi hubiera oprimido menos a sus opositores políticos durante años y hubiese hecho algunos gestos de ajuste hacia ellos durante la Primavera Árabe, el lado benévolo de su régimen podría seguir manteniéndolo en el poder, aunque el mundo tiene abundante evidencia que confirma que a las potencias occidentales no les interesa la opresión política excepto para utilizarla como excusa para intervenir cuando lo desean; por cierto, los archivos del gobierno capturados en Trípoli durante los combates muestran que la CIA y los servicios de inteligencia británicos trabajaron con el gobierno libio en el rastreo de disidentes, entregándolos a Libia, y participando en interrogatorios.
En todo caso, muchos de los rebeldes tenían un motivo religioso para oponerse al gobierno y tuvieron puestos importantes en el ejército rebelde; previamente varios habían combatido contra EE.UU. en Afganistán e Iraq. El nuevo régimen libio anunció rápidamente que la sharia islámica será la «fuente básica» de la legislación y que las leyes que contradicen «las enseñanzas del Islam» se anularán; también se restablecerá la poligamia: el libro sagrado musulmán, el Corán, permite que los hombres tengan hasta cuatro esposas.
Por lo tanto, exactamente como en Afganistán en los años ochenta y noventa, EE.UU. ha apoyado a militantes islámicos que luchan contra un gobierno secular. El gobierno estadounidense ha encarcelado a muchas personas como «terroristas» en EE.UU. por mucho menos.
Lo que comenzó en Libia como la violencia de una guerra civil «normal» de ambas partes, repetida antes y después por los gobiernos de Egipto, Yemen, Bahréin y Siria sin ninguna intervención occidental (en realidad EE.UU. sigue armando a los regímenes de Bahréin y Yemen), fue transformada por la maquinaria de propaganda occidental en un grave genocidio de inocentes libios por parte de Gadafi. Otro vídeo encara la validez de este punto: «Guerra humanitaria en Libia: no hay evidencia«. La parte principal de esta cinta es una entrevista con Soliman Bouchuiguir, secretario general y uno de los fundadores en 1989 de la Liga Libia por los Derechos Humanos, posiblemente el principal grupo disidente libio en el exilio, en Suiza.
A Bouchuiguir le preguntan varias veces si puede documentar las diversas acusaciones contra el líder libio. ¿Dónde están las pruebas de tantas violaciones? ¿Y de las otras presuntas atrocidades? ¿Los más de 6.000 civiles supuestamente muertos por aviones de Gadafi? Una y otra vez Bouchuiguir cita al Consejo Nacional de la Transición como la fuente. Sí, esos son los rebeldes que realizaron la guerra civil junto con las fuerzas de la OTAN/EE.UU. Otras veces Bouchuiguir habla de «testigos presenciales»: niñitas, niños que estuvieron allí, cuyas familias conocemos personalmente. Y después de un rato, declara que «no hay ninguna manera» de documentar esas cosas. Probablemente sea verdad en cierta medida, ¿por qué, entonces, la resolución el Consejo de Seguridad a favor de una intervención militar en Libia? ¿Con casi nueve meses de bombardeo?
Bouchuiguir también menciona que su organización trabaja con la Fundación Nacional por la Democracia (NED, por sus siglas en inglés) en su esfuerzo contra Gadafi, y hay que preguntarse si el sujeto tiene alguna idea de que la NED se fundó como una fachada para la CIA. Literalmente.
Otra fuente de acusaciones contra Gadafi y sus hijos ha sido el Tribunal Penal Internacional (TPI). Al Fiscal Jefe del Tribunal, lo muestran en esta cinta en una conferencia de prensa en la que se discute la misma pregunta sobre la prueba de las acusaciones. Se refiere a un documento del TPI de 77 páginas que según él contiene la evidencia. La cinta muestra la Tabla de Contenido del documento, que señala que sus páginas 17-71 no están a disposición del público; esas páginas, aparentemente las que contienen el testimonio y evidencia, están marcadas como «editadas». En un apéndice, el informe del TPI enumera sus fuentes: incluyen a Fox News, CNN, la CIA, Soliman Bouchuiguir, y la Liga Libia por los Derechos Humanos. Antes, la película había presentado a Bouchuiguir citando al TPI como una de sus fuentes. Por lo tanto la documentación es un círculo cerrado.
Nota histórica al pie: El bombardeo aéreo de civiles fue iniciado por los italianos en Libia en 1911, perfeccionado por los británicos en Iraq, y utilizado por los franceses en 1925 para arrasar barrios enteros de ciudades sirias. Demoliciones de casas, castigo colectivo, ejecuciones sumarias, detenciones sin proceso, torturas rutinarias, fueron las armas de la dominación europea en Medio Oriente.
El 6 de abril de 2011, Muamar Gadafi escribió una carta al presidente Obama en la que dijo: «Nos han herido más moral que físicamente con lo que han hecho contra nosotros, tanto con hechos como con palabras. A pesar de todo usted seguirá siendo nuestro hijo pase lo que pase… Nuestro querido hijo, Excelencia, Baraka Hussein Abu Oubama, su intervención en nombre de EE.UU. es una necesidad, para que la OTAN termine por retirarse del asunto libio» (7).
Antes de la invasión estadounidense en marzo de 2003, Iraq trató de negociar un acuerdo de paz con EE.UU. Funcionarios iraquíes, incluido el jefe del Servicio de Inteligencia Iraquí, querían que Washington supiera que Iraq ya no poseía armas de destrucción masiva y ofrecieron el permiso para que los soldados y expertos estadounidenses las buscaran; también ofrecieron dar pleno apoyo a cualquier plan estadounidense en el proceso de paz árabe-israelí, y a entregar a un hombre acusado de haber estado involucrado en el atentado contra el World Trade Center en 1993. Si esto tiene que ver con el petróleo, agregaron, también podríamos hablar de concesiones petroleras a EE.U… ¡Y la respuesta fue «conmoción y pavor»!
En 2002, antes del golpe en Venezuela que derrocó brevemente a Hugo Chávez, algunos de los conspiradores fueron a Washington a fin de obtener la luz verde del gobierno de Bush. Chávez supo de esta visita y se sintió tan molesto por ella que envió a funcionarios de su gobierno a defender su caso en Washington. El éxito de esta iniciativa puede juzgarse por el hecho de que el golpe tuvo lugar poco después.
En 1994, se informó de que el líder de los rebeldes zapatistas mexicanos, el subcomandante Marcos, dijo que «espera que EE.UU. apoye a los zapatistas una vez que las agencias de inteligencia estadounidenses se convenzan de que el movimiento no está influenciado por cubanos o rusos». «Finalmente», dijo Marcos, «van a concluir que se trata de un problema mexicano, con causas justas y verdaderas». Sin embargo, durante muchos años, EE.UU. suministró al ejército mexicano todo el entrenamiento y material necesarios para aplastar a los zapatistas.
El ministro guatemalteco de exteriores en 1954, Cheddi Jagan de Guayana Británica en 1951 y Maurice Bishop de Granada en 1983, apelaron todos a Washington para que los dejara en paz. Los gobiernos de los tres países fueron derrocados por EE.UU.
En 1945 y 1946, el líder vietnamita Ho Chi Minh, genuino admirador de EE.UU. y de la Declaración de Independencia, escribió por lo menos ocho cartas al presidente Harry Truman y al Departamento de Estado pidiendo la ayuda de EE.UU. para lograr la independencia vietnamita de los franceses. Escribió que la paz mundial estaba en peligro por los esfuerzos franceses de reconquistar Indochina y solicitó que «las cuatro potencias» (EE.UU., URSS, China, y Gran Bretaña) intervinieran a fin de mediar por un arreglo justo y llevaran el problema indochino ante las Naciones Unidas. Ho Chi Minh no recibió respuesta alguna. Era, después de todo, una especie de comunista.
Los «presstitutes» de EE.UU.
Imaginad que el cruel ataque policial del 25 de octubre contra el campamento de Ocupad Oakland hubiera tenido lugar en Irán o Cuba o Venezuela o en cualquier otro EOD (Enemigo Oficialmente Designado)… Indignación Justiciera en Primera Plana con Fotos Horripilantes. Pero en el Washington Post del día siguiente: Un artículo de 7 centímetros en la página tres con el titular: «Manifestantes abusan de su recepción en toda la nación»; ninguna mención del veterano de Iraq que quedó inconsciente después del impacto de un proyectil policial en su cabeza; en cuanto a fotos: solo una: un policía de Oakland acariciando a un gato abandonado por los manifestantes.
Y lo que dijo el comediante Jay Leno en la televisión la misma noche del ataque policial en Oakland: «Dicen que Muamar Gadafi puede haber sido uno de los hombres más ricos del mundo… 200.000 millones de dólares. Con todos los billones que poseía, gastó muy poco en educación o atención sanitaria para su país. Supongo que era republicano».
El blanco de la ironía de Leno eran, claro está, los republicanos, pero sirvió la causa de satanizar aún más a Gadafi, sumándose así a la «justificación» del ataque asesino de EE.UU. a Libia. Si yo hubiera sido uno de los invitados de Leno en la sala, me habría vuelto al público y habría dicho: «Escuchad, amigos, con Gadafi la atención sanitaria y la educación fueron totalmente gratuitas. ¿No les gustaría tener lo mismo aquí?»
Creo que bastante gente del público habría aplaudido o habría gritado para obligar a Leno a modificar su observación ingnorante e insensata.
Y solo para dejarlo claro, los 200.000 millones de dólares no es dinero encontrado en las cuentas bancarias de Gadafi en ninguna parte del mundo, sino dinero perteneciente al Estado libio. ¿Pero para qué detenerse en nimiedades? No hay negocio, como el del espectáculo.
El arrullo iraquí
El 17 de febrero de 2003, un mes antes del comienzo del bombardeo estadounidense de Iraq, publiqué en Internet un estudio titulado «¿Qué quiere realmente la magia imperial?» sobre la guerra que se preparaba. Incluia las palabras de Michael Ledeen, ex funcionario de Reagan, luego en el Instituto de la Empresa Estadounidense, que fue uno de los principales agitadores a favor del ataque contra Iraq:
Si solo dejamos que prospere nuestra propia visión del mundo, y la apoyamos integralmente, y no tratamos de ser listos y acumular astutas soluciones diplomáticas para este asunto, sino que simplemente lanzamos una guerra total contra esos tiranos, pienso que nos irá muy bien, y que nuestros hijos cantarán grandes alabanzas de nosotros durante años.
Después de un año de la trágica farsa que fue la intervención estadounidense en Iraq, no pude resistir más. Envié al señor Ledeen un correo recordándole sus palabras y escribí simplemente: «Quisiera preguntarle qué alabanzas cantan sus hijos estos días».
No recibí respuesta alguna.
¿Ha habido alguna vez un imperio que no se dijo ni dijo al mundo que era diferente de todos los demás imperios, que su misión no era saquear y controlar sino ilustrar y liberar?
William Blum es autor de Killing Hope: U.S. Military and CIA Interventions Since World War II, Rogue State: a guide to the World’s Only Super Power y West-Bloc Dissident: a Cold War Political Memoir. Para contactos: [email protected]
Fuente: http://www.counterpunch.org/
rCR